Para muchos de nosotros, la época y situación que nos toca vivir rebasa lo que hasta hoy habíamos imaginado. Nuestra vida cotidiana, de repente, en gran medida y en muchos aspectos, ha sido modificada por un virus que ha acarreado y acarreará consecuencias que también rebasan lo que hasta hoy había cruzado por nuestra mente. De igual manera, no cabe en nuestra imaginación vivir y afrontar la contingencia sin el internet y sin las plataformas que la han hecho más llevadera.

Mucho más que sofisticados programas de cómputo (software), las plataformas son, como bien lo han dicho Jan y Giuliana Wrede, un modelo holístico y disruptivo de negocios –y de muchas otras cosas– que, junto con la inteligencia artificial, macrodatos (big data) y cadenas de bloques (blockchain), integran la nueva familia digitalizada de las tecnologías de la información. Además, más allá del mercado digital que se ha creado, gracias a la interconectividad que involucran éstas, estamos ante la presencia de una extensa red de comunidades.

Las plataformas, en las cuales concurren varios derechos de propiedad intelectual, han sido clave en la actualidad, no sólo en este momento, sino en los últimos años, pues ya habían y han venido modificando la cotidianidad en muchos aspectos, desde la manera de nuestras compras hasta la manera en la cual nos relacionamos socialmente. En esta contingencia, las plataformas han confirmado su importancia y si ya habían generado una lealtad, ante el principio de la nueva realidad y ante el distinto futuro que nos espera, éstas se incrementarán hasta ser indispensables.

En estos meses, las plataformas han tenido un rol protagónico. Gracias a ellas, los educandos y docentes hemos podido continuar con nuestras clases, e incluso vamos a terminar el curso escolar en tiempo. Gracias a ellas, muchas personas han podido quedarse en casa ante la inmediatez no sólo de sus alimentos y medicamentos en su domicilio, sino de un sin fin de contenidos de entretenimiento. Y qué decir, gracias a ellas, se han podido celebrar importantísimas reuniones virtuales con el fin de discutir y llegar a lineamientos para la tan esperada reactivación económica.

Ante lo anterior, no es de sorprenderse que de unos años para acá las plataformas han influido en el valor de las marcas que las protegen y con las que se relacionan. Prueba de ello es el valor del sector de estas marcas (986 mil millones de dólares) y que las marcas más valiosas del mundo, Amazon (220 mil millones), Google (142 mil millones) y Apple (140 mil millones), ocupen los tres primeros lugares de la mayoría de las listas más prestigiadas y consultadas.

En México, las plataformas no sólo han encontrado terreno fértil por lo que hace a su utilización y aprovechamiento, sino también en su creación y en su repercusión social al apoyar a vendedores locales, artesanos y emprendedores. Gran México, CompraGto, Canasta Rosa, entre muchas otras, son ejemplos de plataformas mexicanas de las cuales se desprenden múltiples bendiciones.

Twitter: @MA_Margain

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