La movilidad humana ha sido uno de los retos históricos más comunes y controvertidos de la historia. Desde tiempos bíblicos la migración ha sido el último recurso de la humanidad en la búsqueda de un mejor nivel de vida.

Hace años, en mi tesis de licenciatura comentaba que una carta podría viajar libremente por varios países y cruzar fronteras con solo tener una estampilla, mientras que la persona que la escribió tendría que obtener permisos y visas para recorrer la misma distancia.

La migración legal se ha triplicado en los últimos cincuenta años, ya sea por aspiraciones de superación, violencia, crimen organizado, guerra, desastres naturales, refugiados por represión, persecución política, religiosa, racial o por actos de abuso de poder de sus gobiernos.

La correlación entre avance económico, solidez institucional, estado de derecho, gobernabilidad y paz social, son los principales elementos que distinguen a los países expulsores de los receptores de población migrante en todo el mundo.

Hoy, la cifra global de migrantes rebasa los 272 millones de habitantes, principalmente procedentes de Asia, Indochina, Latinoamérica y África, que viajan hacia Norteamérica, Europa y otros países. Adicionalmente, hay cerca de 800 millones de personas desplazadas en su país de origen en condiciones de marginación.

Los migrantes sufren tortuosas travesías a manos de traficantes que en contubernio con algunas autoridades lucran a costa de su integridad física o su vida. Las organizaciones especializadas, las agencias gubernamentales y publicaciones no reportan denuncias o aprehensiones de estos delincuentes que atentan impunemente contra los derechos humanos de sus víctimas.

En los Estados Unidos, por primera vez, casi desde su independencia, la población de raza blanca ha disminuido. Prácticamente todo el crecimiento de la población estadounidense se da en las comunidades no blancas. Esto muestra un cambio demográfico sin precedentes, que tendrá efectos electorales. Ya se oyen las voces radicales que buscan impedir el acceso de todo tipo de migrantes de otras razas, regiones y religiones. En la Unión Europea la migración ha generado tensiones políticas internas, y ese fue uno de los argumentos decisivos del Brexit.

Los migrantes comparten algo de su mejoría económica mediante las transferencias de dinero a sus familiares. Las remesas son un ingreso fundamental para las comunidades marginadas y un ingrediente útil a la Balanza de Pagos de países afectados por la pandemia.

La inestabilidad generada en Afganistán ha dejado una dura lección: no importa cuánto tiempo permanezca una potencia militar en otro país ni cuantos millones de dólares gaste, eso no es garantía de gobernabilidad, democracia y libertades sociales; la cultura originaria será dominante y los costos incluirán la recepción de miles de expatriados.

Es notable que los países desarrollados hayan preferido recibir flujos irregulares pero crecientes de población expulsada de países en crisis, en lugar de trabajar conjuntamente para que quienes hoy huyen, encuentren en sus países las condiciones de vida, reconciliación social y tolerancia política que garanticen sus libertades y derechos, así como su prosperidad económica.

Rúbrica. 1.- Estampida de Afganistán. Da la impresión de que a Biden lo “Kabul-earon”. 2.- Solidaridad con mis paisanos veracruzanos por los daños causados por el huracán Grace.

Político y escritor.
@AlemanVelascoM
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