En esta semana se conmemora a Benito Juárez y a Luis Donaldo Colosio. Liberales, republicanos y patriotas ambos, coinciden en las fechas que después de 122 años, la historia les asignó.

A sabiendas que son dos figuras históricas asimétricas, uno y otro son ejemplo de superación personal, con una visión de gran alcance político y que sabían de las carencias y necesidades que era necesario atender. Ambos buscaban un México fuerte, unido e independiente. Provenían de la base social de su tiempo y elevaron con sus anhelos el nivel de avance institucional.

Juárez con una entereza indestructible logró superar la adversidad de la invasión militar de una potencia imperial europea, sin menoscabo de la dignidad de la investidura presidencial y el respeto a la máxima norma constitucional. Eran los años del rancio debate entre liberales y conservadores o entre centralistas y federalistas. Benito Juárez supo sentar las bases de un Estado mexicano políticamente independiente y constitucionalmente soberano.

En su memoria México superó el asecho de las potencias extranjeras, consolidó la independencia y la soberanía. A costa de una década de lucha revolucionaria, acabó de una vez por todas y para siempre tres décadas de dictadura, bajo el postulado intocable de la no reelección y la justicia social, que hoy sustentan los grandes principios del destino nacional.

Así México transitó del caudillismo, el militarismo, el nacionalismo petrolero, a un civilismo industrial, creador de instituciones, con alternancia política, apertura comercial, autonomía de la banca central y el órgano electoral.

De manera distintiva, México pasó de aspirar a ser el líder de los 77 países subdesarrollados para ocupar el lugar que le corresponde entre las veinte economías más importantes del planeta.

Colosio, inspirado en Juárez, para fortalecer las bases sociales, tuvo resistencias silenciosas. Como todo magnicidio, la autoría intelectual de su asesinato sigue vedada para la historia. La vida de Luis Donaldo Colosio quizá no tiene la épica juarista, pero sí su inspiración. Originario de “la cultura del esfuerzo”, como el dijo, recorrió a lo largo de su vida pública el país y conoció las necesidades de las clases marginadas y participó en la institucionalización de la política social del Estado Mexicano, como el principio que ha venido inspirando el anhelo de un México más equitativo.

En su memorable discurso del 6 de marzo del fatídico año de 1994, Colosio motivó a muchos, y en cada frase dejó una sentencia que merece su lectura, aún actual. Colosio veía “un México con hambre y sed de justicia”, ese sueño sigue siendo una tarea pendiente. Dijo que “el gran reclamo de México es la Democracia, el país quiere ejercerla a cabalidad”, y propuso reformas para una competencia electoral más equitativa. Sorprendentemente, se comprometió a separar la fuerza del gobierno del activismo de su partido, “los tiempos de la competencia política, de nuestro país, han acabado con toda presunción de la existencia de un partido de Estado”.

El ideal republicano de uno y el compromiso social del otro son referentes de una visión de Estado aún inacabada. Ambos personajes de la historia tienen sus diferencias y claroscuros, pero a la distancia del tiempo podemos asegurar que fueron fieles a sus ideales y honestos con sus ideas y sus actos.

Rúbrica

Botellita de jerez. Biden dijo que Putin es un asesino y Putin respondió: “El que pone apodos se nombra a sí mismo”.

Político y escritor.
@AlemanVelascoM
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