De mi artículo en este diario, 2 de febrero 2019, mientras Trump negociaba con los talibanes el acuerdo de retiro de tropas, acuerdo que firmaría en 2020: “…Existe un enorme temor por parte de ciertos sectores afganos en cuanto a que una vez que las tropas de Washington abandonen el país, los talibanes eventualmente recuperarán el control total…; varias voces escépticas en Washington indican que, una vez más, Estados Unidos estaría abandonando un país invadido sin (evitar) el resurgimiento del extremismo violento. Concretamente, un estudio de inteligencia indica que, una vez que Washington se retire, existe el riesgo de que, en aproximadamente dos años, alguna organización mayor como Al Qaeda o ISIS planee un atentado grande desde ese territorio en contra de EEUU ”. Hoy, cuando Biden decide seguir adelante con el repliegue, algunas de esas preocupaciones se han materializado, otras siguen siendo eso, preocupaciones. Comparto algunos de los temas centrales que han estado emergiendo al respecto de Afganistán. La idea de este texto es esencialmente mostrar una lista de preocupaciones y temas, no abordarlos de manera exhaustiva. Los separo para una lectura más simple.

1. La responsabilidad de Biden.

Quien inicia realmente el repliegue de Afganistán es Obama . Ese presidente reduce el monto de tropas desde más de 100 mil hasta 9 mil. Trump se ve forzado a reenviar, al inicio de su gestión, otras 5 mil tropas, pero una vez negociado el acuerdo con los talibanes que arriba menciono, continúa con el repliegue hasta dejar solo unos 3,500 militares desplegados al inicio de 2021. Biden debía decidir si incumplía el acuerdo firmado por Trump (lo que hubiese tenido sus costos, incluido muy probablemente el hecho de tener que reenviar miles de tropas adicionales a Afganistán de nueva cuenta para defender una ofensiva talibana que sin duda se hubiese desatado), o si seguía adelante con el retiro. Al optar por esto último, es él quien tiene que apropiarse de la decisión y asumir las consecuencias. Él fue el responsable de las decisiones tácticas, de los últimos plazos, de los últimos repliegues. Él, y no otro, fue el presidente ante quien Afganistán cayó en manos de los talibanes. Él, y no otro, es quien está teniendo que enfrentar toda la problemática relacionada con la evacuación de estadounidenses y sus aliados. Además de todo, incluso bajo la premisa de que los escenarios estaban siendo rebasados, una lectura cuidadosa de lo que viene ocurriendo en el territorio afgano desde abril y mayo (en donde los puestos que EEUU abandonaba, eran rápidamente ocupados por los talibanes casi sin resistencia), tenía que hacerle cuestionar al menos sus tiempos. Todo eso pesa políticamente y será una marca sobre su gobierno.

2. Las fallas de la inteligencia en EEUU.

Washington cuenta con varias agencias de inteligencia. Éstas elaboraron estimados distintos en cuanto a lo que podría ocurrir en Afganistán una vez que las tropas estadounidenses se retiraran. La conclusión al final, sin embargo, era relativamente similar. Hace unos meses, se preveía que el ejército afgano y el gobierno en Kabul podrían sostener el control del país entre uno y dos años (y eso, si se cumplía el escenario negativo). Conforme el repliegue continuó en abril y mayo, y los talibanes fueron ganando terreno, esos estimados se fueron reduciendo hasta causar cierta alarma, pero ya hasta julio. Incluso así, en ninguno de los casos se pensó que en poco más de una semana, los talibanes iban a pasar del 40% del territorio que controlaban, a dominar casi el país entero con todo y su capital. En suma, la toma de decisiones se llevó a cabo a partir de información poco confiable y esto es algo con lo que Biden también deberá cargar.

3. La geopolítica

. “Al final”, dicen analistas citados por el NYT , “los talibanes triunfaron con una estrategia que tan a menudo ha resultado exitosa durante las muchas décadas de guerra de Afganistán: sobrevivieron a su oponente”. Independientemente de si se está a favor o en contra de la invasión lanzada por Bush en 2001, la realidad es que, tras una intervención militar de 20 años, EEUU se ve obligado a emprender la retirada y deja de ocupar un espacio que ocupó durante años. Este es el mensaje que se envía y que es leído por otros rivales de esa superpotencia. Posiblemente esto estaba ya contemplado en los escenarios de retiro. Lo que cambia en los últimos días es la forma como ese retiro ocurre, así como el impacto mediático y político que se produce como resultado. Esto último, también forma parte del mensaje. Por lo pronto, China y Rusia , potencias ubicadas geográficamente en la región y por tanto con elevadísimos intereses en juego, negocian con la dirigencia talibana desde hace tiempo. Más allá de la ganancia estratégica que para ellas representa la salida de Washington de su zona, Moscú y Beijing buscan estabilidad y predictibilidad, además de otras garantías como minimizar los riesgos que el extremismo islámico supone para sus propios países, extremismo que ahora podría verse fortalecido por la victoria talibana. Hasta donde sabemos, ambas potencias parecen dispuestas a reconocer al nuevo gobierno en Kabul y a trabajar con él.

4. Terrorismo talibán y nexos con organizaciones terroristas.

Este tema es complejo y merecerá mucho análisis en fechas próximas. Para efectos del texto actual, señalar lo siguiente: (1) es un hecho que los talibanes mantienen nexos con organizaciones terroristas locales y transnacionales; (2) más aún, varias facciones talibanas son autoras de infinidad de ataques terroristas; Akhundzada, el líder supremo talibán, es él mismo un gran promotor de los ataques suicidas, y su más cercano colaborador es Sirajuddin Haqqani, hijo de un prominente guerrillero jihadista. Haqqani dirige la “red Haqqani” en Pakistán y Afganistán del este, una organización con múltiples atentados y mucha sangre civil en sus manos; (3) aún así, no es claro que la dirigencia talibana en esta nueva fase, vaya a aceptar de manera automática el uso de su territorio para el terrorismo internacional; hay análisis en distintos sentidos y algunos de ellos defienden la idea de que los talibanes buscarán evitar atraer enemigos que puedan amenazar nuevamente su estrategia de largo plazo (Byman, 2021); (4) con todo, dados los nexos existentes, y dado que el campo jihadista está siendo empoderado con su victoria, es imposible descartar que el aumento en su ánimo resulte también en el aumento de su actividad (local y global).

5. ¿Moderación talibana?

Como hemos visto, los talibanes están buscando enviar un mensaje de moderación. Su dirigencia está negociando con miembros de administraciones afganas pasadas y presentes. Han prometido que no habrá venganza, que se respetarán los derechos humanos, que habrá libertades para mujeres y niñas , y otros temas relacionados. No obstante, esto mismo ha sido acompañado por actos de violencia en distintas localidades que ponen en cuestión esas promesas, además de que sus propias declaraciones indican que todo se hará “bajo sus valores” y “en apego al islam”. Por último, un reporte de inteligencia enviado a Naciones Unidas por una consultoría noruega, indica que los talibanes ya están en búsqueda de personas que trabajaron para EEUU y sus aliados con el fin de “interrogarlos y castigarlos según la ley islámica”, justo lo que prometieron que no harían. Por tanto, los temores que tienen las mujeres, los grupos étnicos que no son pastunes como los talibanes, y en general la población afgana, se justifican por al menos dos factores: el primero es el imborrable pasado, pues se trata de una organización que ya gobernó de 1996 al 2001 y sus actos siguen presentes en la memoria de esas mujeres y de la sociedad. El segundo es su conducta brutal durante su larga insurgencia (2002-2021). Esa conducta incluye un pasado mucho más reciente y está llena de hechos de extremismo que hablan por sí solos.

6. Crimen Organizado.

Los talibanes, además de ser una guerrilla insurgente, operan como una organización criminal que cuenta con vínculos internacionales con muchas otras organizaciones criminales en el planeta. El tráfico de opio es apenas una de las facetas de esta actividad criminal. En este punto, cuando los talibanes se transforman en gobierno y buscan enviar un mensaje de moderación y de “profesionalismo”, habrá que monitorear de cerca lo que ocurra con este muy delicado factor.

7. La resistencia.

No mucha, pero la hay. Los talibanes nunca fueron la única facción islámica que se disputaba el poder en los 90s, tras la salida soviética del país. Algunos de los grupos rivales de aquél entonces, se están reagrupando y posiblemente estén pensando en una nueva insurgencia. Se ha reportado que, Amrullah Saleh , quien hasta hace unos días ocupaba la vicepresidencia, se ha unido con Ahmad Massoud, el hijo de un antiguo líder de la resistencia afgana, para lanzar una lucha contra los talibanes en el norte del país. Otros grupos y actores de la sociedad también podrían entrar en fase de rebelión o insurgencia. Es decir, no debemos concluir que Afganistán entra ahora necesariamente a un período de estabilidad.

En fin, hay mucho más que decir. Cada uno de estos temas merecerá monitoreo y análisis, a lo cual seguramente muchas personas estarán dedicadas en los próximos meses y años. Las cosas se precipitaron con una velocidad mucho mayor de lo previsto y, como dije la semana pasada, lo más lamentable está en lo que las mujeres, las niñas, y la sociedad afgana en general, tienen que padecer una vez más en su historia.


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