Tras los hechos recientes de violencia en varios estados del país, concretamente el incendio de vehículos, gasolineras, tiendas de conveniencia o balaceras, la semana pasada escribí intentando responder si eso califica como terrorismo, desde los estudios especializados en la materia. Le invito a leer ese texto. En general, encuentro que, en ciertos casos muy específicos, se puede decir que en México se emplean tácticas cuasiterroristas o, como dice mi colega Brian Phillips, simplemente “tácticas terroristas perpetradas por organizaciones criminales”.

En efecto, hay eventos que se asemejan enormemente al terrorismo, aunque por las diversas áreas grises en la comisión de esos actos—las cuales van desde la motivación, hasta la “audiencia-objetivo” de los mismos—no se cumplen con todos los requisitos del terrorismo clásico, lo que por supuesto no minimiza a esos atentados. Más aún, su enorme semejanza con el terrorismo tiene enormes repercusiones. Justamente, varias de las preguntas y comentarios que me hicieron reaccionando a ese texto, tienen que ver con la relevancia (o no) acerca de esa discusión. En el texto de hoy explico por qué es indispensable entender y combatir al terrorismo (o al cuasiterrorismo) como una violencia específica y de qué sirve entender sus distinciones de otras clases de violencia.

1. Actores externos . Un primer elemento tiene que ver con la forma como los actores externos—tales como el gobierno de EU—tratan el tema. La verdad es que normalmente, esto está mucho menos vinculado con el terrorismo como un tipo específico de violencia, y mucho más con las agendas de esos gobiernos , quienes ponen y quitan etiquetas de “terrorista” o “Estado que apoya al terrorismo” dependiendo de las circunstancias. Rara vez, sin embargo, ello nos habla de qué tanto esto implica un mayor y mejor combate a esa categoría de violencia.

No obstante, es importante comprender que en el momento en que el Departamento de Estado decide asignar la categoría de “terrorista” a determinado grupo criminal, esto tiene enormes implicaciones que van desde legislación sobre financiamiento al terrorismo, hasta la posibilidad de aplicar la extraterritorialidad de determinadas leyes e implementar estrategias de combate a esas organizaciones (con misiones desplegadas en esos países o el uso de bombardeos o drones, entre muchas más) pues esto forma ahora parte del “combate al terrorismo global”.

2. Segundo factor. Terrorismo y extremismo . Si partimos de que el terrorismo no es “cualquier” clase de violencia sino una violencia muy específica, entonces, vale la pena preguntarse: ¿ qué elementos son los que distinguen al terrorismo de otras violencias ?

Señalo algunos: (a) Se trata de violencia, normalmente extrema , cometida en contra de civiles o actores no-combatientes. Esto es porque el objetivo de cometer esa violencia es crear un estado de shock o conmoción en terceros ; circunstancias de pánico masivo, para poder usar ese terror como vehículo en la transmisión de mensajes o reivindicaciones;

(b)

por lo mismo, la comisión de ese tipo de violencia conlleva un proceso de radicalización individual, una dinámica específica entre el individuo y la organización que le radicaliza (o que le inspira en el caso de lobos solitarios), y una serie de impactos psicosociales con características particulares. Todo estos son temas que se estudian y elementos desde los que el terrorismo como categoría de violencia puede ser abordado o mitigado;

(c) en el terrorismo clásico las víctimas directas no son el objetivo del ataque, sino el instrumento para, a través de ellas, llegar a una audiencia-objetivo . De manera que el estudio del proceso y los medios a través de los que el ataque terrorista llega a esa audiencia también es indispensable para poder combatir o mitigar los efectos de esa violencia concreta. Esto incluye temas relacionados con medios de comunicación, con redes sociales y protocolos de prevención, intervención y postvención de los efectos psicosociales de esta violencia concreta.

El hecho de que en México algunos eventos de violencia se asemejen al terrorismo en mayor o menor grado, tiene impactos en cada uno de esos rubros, entre muchos más.

3. El tipo específico de violencia: las causas raíz . El terrorismo, como una categoría muy concreta de violencia, ha sido enormemente estudiado a lo largo de décadas. Esa violencia se correlaciona fuertemente con diversas circunstancias concretas que no determinan, pero sí facilitan su existencia. Por tanto, entenderlas puede ayudar a su combate. En aquellos sitios en donde se comete un 99% de atentados, el terrorismo está fuertemente correlacionado con el conflicto armado, con la violencia perpetrada por los estados, con otros factores estructurales como la desigualdad socioeconómica y las violaciones a los derechos humanos.

En otros sitios como los países miembros de la OCDE, el terrorismo se correlaciona con factores como la falta de integración de ciertas comunidades, el crimen (la mitad de atacantes terroristas tienen antecedentes de crímenes menores) u otros factores socioeconómicos. Entender en qué medida esos elementos pueden adaptarse a México puede resultar relevante, habría que dimensionarlo. La cuestión central es que la decisión por parte de ciertos actores de perpetrar violencia extrema encaminada a producir terror en la sociedad, tiene motivaciones e impactos específicos, de ahí la necesidad de estudiar el tema de las causas raíz de forma diferenciada a otras clases de violencia.

4. El tipo específico de violencia: la radicalización. El siguiente factor tiene que ver con el estudio de qué es lo que lleva a determinadas personas concretas a entrar en un proceso psicológico de radicalización individual tal que, esa persona, se convence de que cometer actos violentos en contra de la sociedad tiene sentido en la consecución de sus metas. ¿Qué factores son los que inciden en ese proceso individual? ¿Cómo funciona ese proceso de radicalización? El comprenderlo facilita la atención de esta violencia específica.

No significa que otros tipos de violencia no conlleven radicalizaciones similares, pero vale la pena hacer un ejercicio de adaptación que permita entender a México en general, y a los casos específicos de violencia cuasiterrorista que se han manifestado en el país. El tema central en este rubro tiene que ver con un proceso conocido como la “ desconexión moral ”: la deshumanización de las víctimas . Cuando, además, este proceso es perpetrado para ocasionar terror en terceros, hay otras implicaciones que deben entenderse y abordarse.

5. El tipo específico de violencia : la cohesión organizacional. Otro elemento de psicología social que se estudia en terrorismo clásico (y que puede ser adaptado en mayor o menor grado a México) tiene que ver con el rol que juega la organización a la que se pertenece en ese proceso de radicalización y extremismo violento. Hay un punto en donde incluso el proceso personal pasa a un segundo plano cuando lo que está en juego es una meta organizacional. Distinguir a esta clase de violencia de manera diferenciada frente a otras (por el uso del extremismo en la generación y propagación de terror), tiene implicaciones también en el rubro organizacional que deben entenderse y abordarse.

6. El tipo específico de violencia: los efectos psicosociales. El estudio de la violencia terrorista pasa por comprender y trabajar con los efectos de pánico masivo y estrés colectivo, pues ese es el mayor de sus impactos. De acuerdo con la investigación, mientras más miedo hay en una sociedad, menos se favorece a los derechos humanos, hay menos tolerancia, se apoya menos a los procesos de paz, menor confianza hay en las instituciones y en la democracia. Así que entender y combatir el miedo es un tema en sí mismo que merece estudio, capacitación y estrategias de prevención, intervención y postvención. En este rubro, participan gobiernos, medios de comunicación, empresas, academia y organizaciones en general. Saber que enfrentamos tácticas cuasiterroristas debe activarnos en cada uno de esos rubros.

No es que haya respuestas para todo. Pero tenemos que hacernos las preguntas en el ánimo de ir encontrando esas respuestas. Por ejemplo, ¿es igual la cobertura de un atentado terrorista a la cobertura de otros hechos de violencia? ¿En qué se puede diferenciar? ¿Cómo pueden los medios cumplir con su indispensable tarea de informar veraz y oportunamente sin caer en el juego de las organizaciones perpetradoras? ¿Tienen un rol en la retransmisión de los efectos psicosociales arriba señalados? ¿Y, en todo caso, cómo se hace con las redes sociales en donde la viralización de videos, imágenes y textos es inmediata, amplia y profunda?

Hay mucho más que decir, pero acá lo dejo. El punto importante es que, independientemente de cómo se quiera categorizar a la violencia perpetrada por organizaciones criminales que se asemeja al terrorismo, la discusión importa, pues se trata de una violencia concreta, que tiene impactos específicos y que por tanto requiere estrategias diferenciadas para atenderla adecuadamente.

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