Este año, la intención del Foro de Seguridad Internacional de Halifax fue reposicionar al tema de Ucrania en la agenda. La invasión rusa a ese país es, en la visión de los organizadores al menos, el conflicto central y el que une a todos los otros, incluida la guerra en Medio Oriente. El acrónimo de los CRINKs (China, Rusia, Irán y Corea del Norte), fue presentado en varias de las discusiones. Sin embargo, hubo interesantes cuestionamientos por varios participantes, buscando complejizar la discusión. Este foro es un espacio en el que participamos 300 militares, exmilitares, funcionarias/os en activo, exfuncionarias/os, ministras/os, académicas/os, periodistas, y activistas, al respecto de los temas de la agenda de seguridad global. Esta vez, como el año pasado, vino presencialmente una robusta delegación ucraniana liderada por un importante grupo de congresistas de la legislatura o Rada. Estuvo también, nuevamente, el expresidente Poroshenko, a quien tocó la invasión rusa y anexión de Crimea en 2014. También estuvo el ex primer ministro israelí Ehud Barak a quien tocó explicar, no sin fuertes cuestionamientos, la lógica detrás de las acciones de su país en Gaza. Además, nos volvió a acompañar una comisión bipartidista-bicameral del Congreso de EU, varias/os militares y tomadores de decisiones en ese y otros países, dirigentes y funcionarios de la OTAN, y varias/os ministras/os y líderes de 80 países, quienes hoy tienen en sobre sus mesas decisiones que aparecen en nuestras primeras planas a diario. En estos apuntes resumo algunas de las conversaciones.

1. La agenda: El intento por reposicionar a Ucrania como el tema que une a los otros asuntos de seguridad global.

a. La agenda importa. A lo largo de las 10 ocasiones en que he participado en este foro, la agenda global se ha movido desde el terrorismo de Al Qaeda a ISIS, la rivalidad entre las superpotencias con especial énfasis en China y el COVID, hasta la guerra en Ucrania que marcó el foro del 2022. Esta vez, hubo claramente un objetivo concreto. Desde el 7 de octubre de este año, la guerra en Medio Oriente ha acaparado todos los reflectores y ha ocasionado que la situación en Ucrania haya casi desaparecido de los medios. Esto, en la visión de quienes organizan el foro, es un enorme problema porque desde su perspectiva, así como desde la de una buena parte en el establishment de seguridad occidental, Ucrania es el conflicto central y de mayor relevancia; lo que ahí suceda determinará muchos otros asuntos globales.

b. Esto incluye, como lo vimos en distintas mesas, la propia guerra en Medio Oriente, la situación en el Indo-Pacífico, otras cuestiones como la seguridad alimentaria, la cooperación en materia climática e incluso temas tecnológicos.

c. La ausencia de reflectores ayuda a las metas de Moscú, pues en su interés se encuentra congelar el conflicto, fragmentar y desgastar tanto a Ucrania como a Occidente, agotar a las audiencias y sociedades para que respalden menos el financiamiento y armamento a Ucrania (como ahora mismo sucede en EU), y así, prolongar las hostilidades lo más que el Kremlin pueda.

d. Escuchamos a la delegación ucraniana repetir una y otra vez su llamado urgente a un mayor respaldo por parte de Occidente. Se agradece mucho el esfuerzo efectuado hasta ahora, pero éste es insuficiente desde su perspectiva. Washington y sus aliados no tendrían por qué estar dosificando o retardando el respaldo en armas, o tomando decisiones tardías (que posteriormente igual se toman) en cuanto a qué equipo o armamento enviar. “Los ucranianos estamos dejando nuestras vidas en el campo de batalla”, nos decían, “y estamos peleando la guerra por ustedes”, ya que esta no es una guerra solo por el territorio ucraniano, sino una guerra “contra las aspiraciones globales de Putin”. Así que el llamado era también una especie de reclamo. El tiempo solo beneficia a Moscú, y mientras Occidente titubea, el Kremlin gana.

e. Occidente fue presentado varias veces como temeroso, titubeante, hasta “pusilánime” o “cobarde” (como le llamó el expresidente de Estonia). “Ya dejen de tener miedo de Putin y sus chantajes” (como el chantaje nuclear). Son estas muestras de debilidad, en la visión de esos ponentes, las que han robustecido las acciones del presidente ruso y las que mandan un mensaje a “todos los demás dictadores”.

f. En esa línea se presentó el acrónimo de los CRINKs (China, Rusia, Irán y Corea del Norte) y esto fue ligado, a través de distintos paneles, con la guerra en Medio Oriente, la conflictiva en el Indo-Pacífico y muchos otros temas más.

2. Complejizar y matizar las narrativas, una necesidad señalada por muchas personas en el foro.

Halifax es un foro de discusión, y yo diría de muy alto nivel. En el foro existen posiciones muy diversas de personas que proceden de 80 países diferentes. Así que, como era de esperarse, la polémica con el planteamiento de la agenda y sobre los CRINKs, fue muy viva.

a. Pongamos por ejemplo el caso de Medio Oriente. El objetivo era enfatizar a Hamás como un aliado de Irán, y, por tanto, reforzar las conexiones entre el conflicto en esa región del mundo con el conflicto en Ucrania. Desde esta óptica, ganar Ucrania es indispensable para enviar un mensaje de fuerza a Irán (quien está apoyando y armando a Moscú en su ofensiva contra Kiev), lo que se conectaría directamente con una derrota de Hamás y de todo el eje proiraní en Medio Oriente.

b. Esto no es del todo incorrecto, pero se necesita ofrecer una visión mucho más matizada, cosa que varios de nosotros estuvimos discutiendo tanto en las sesiones plenarias como fuera de ellas.

c. Primero, porque el conflicto Hamás-Israel tiene efectivamente una dimensión global, pero también tiene una dimensión regional y otra muy local. Hamás es un aliado de Irán; la Jihad Islámica lo es incluso más, y eso es indiscutible. No obstante, y como acá lo hemos explicado, cada uno de los actores que conforman el eje proiraní tiene sus propias metas, sus propios métodos para cumplir con esas metas, y su coordinación con Teherán opera en grados muy diversos. Por lo que se sabe (según la propia inteligencia israelí y al menos cuatro servicios de inteligencia occidentales), a pesar del financiamiento y armamento de Irán hacia Hamás, esta agrupación mantuvo en secreto los detalles de los ataques del 7 de octubre, precisamente porque el haberlos revelado a Teherán hubiese puesto en riesgo toda la operación. Esto ha generado incluso fricciones entre Hamás e Irán, y esos son temas que tienen que formar parte de la discusión.

d. Segundo, porque hay muchos otros matices que efectuar. Por ejemplo, la “alianza” Rusia-Teherán es enormemente limitada. De hecho, el Kremlin ha tolerado los incontables bombardeos de Israel en Siria contra posiciones de Irán y sus aliados, e incluso se ha establecido un mecanismo de coordinación Moscú-Jerusalem para evitar conflictos entre sus fuerzas. En otro sentido, la “alianza” Rusia-China es más una asociación por conveniencia que una alianza como tal. China y Rusia son rivales geopolíticos históricos, sus visiones acerca del futuro del mundo son muy distintas, y Beijing no favorece el tipo de conflictos que Moscú ha estado empujando. Es verdad que tienen en Washington un rival común, y que por tanto han decidido cooperar y coordinar acciones, y más en los últimos años. Pero asumir que los intereses de Moscú y los de Beijing son idénticos, puede ocluir la visión. Lo mismo pasa entre China e Irán.

e. Adicionalmente, el foro ofreció un buen espacio para cuestionar al ex primer ministro israelí (asumiendo de entrada que, no por haber ocupado ese cargo en el pasado, eso significa que Barak esté de acuerdo con Netanyahu en todo, de hecho, le criticó fuertemente en sus exposiciones). Con todo, al ex primer ministro se le hicieron preguntas duras que incluyeron detalles sobre las normas de enfrentamiento o combate que usa Israel cuando dispara contra infraestructura o personas civiles, en contraste con las de EU u otros países. O sobre la lógica detrás de las fuertes operaciones que el ejército israelí está decidiendo efectuar en sitios como los hospitales. Yo mismo pregunté a Barak acerca del impacto que el perder la guerra informativa (como está ocurriendo), podría tener sobre las decisiones operativas.

f. Lo más relevante, me parece, fue que Barak se proyectó de manera simple y con toda claridad, sin tratar de evadirlo: se trata de una cuestión de seguridad nacional (como acá mismo lo hemos explicado, esta no es una percepción solo “de él”, sino una percepción generalizada en ese país, dada la dimensión del ataque del 7 de octubre y las vulnerabilidades que ese ataque exhibió). Y cuando se trata de temas de seguridad nacional, todo lo demás pasa a un segundo plano. Israel, nos dijo, hará todo cuanto esté en sus manos para evitar las bajas civiles, pero hasta ahí. El país no tomará decisiones a partir de la opinión pública internacional. Hubo por supuesto, muchos cuestionamientos a esta visión, pero me parece que ésta refleja la lectura que desde Jerusalem se está haciendo de la guerra actual. Sobre ello seguiremos comentando posteriormente; lo que quiero resaltar es que, como queda claro, no todo lo hablado tenía un vínculo directo con Ucrania.

g. Más matices: la situación en Ucrania ha ocasionado, en efecto, una hiper-militarización de Europa, y, por tanto, los riesgos por errores de cálculo bajo ese entorno, siempre crecen. Pero aún así, el tema de la desnuclearización se ha vuelto a colocar en la agenda como una necesidad global que no debe minimizarse. Lo mismo respecto a China, los mensajes que ésta manda a sus vecinos siguen aumentando, y a la vez aumentan los mensajes que los vecinos envían a Beijing, y todo ello incrementa los riesgos de calcular equivocadamente las potenciales respuestas de China. Sin embargo, justo ese entorno ha detonado un importante esfuerzo para desescalar el conflicto mediante diálogos bilaterales y multilaterales con Beijing (como lo que acaba de ocurrir en San Francisco por la APEC), lo que podría resultar positivo en el mediano plazo.

h. Otros matices del foro nos los aportaron mujeres iraníes, afganas y nigerianas. Su visión no era el apoyar a Israel, lejos de ello. Pero tampoco a Hamás (especialmente una de las lideresas del movimiento de mujeres iraníes, que mostraba repulsión por la forma como las guardias revolucionarias iraníes han armado y entrenado a grupos como Hamás por toda su región). Lo que nos decían es que, así como hoy se observa una fuerte movilización de tantas sociedades a favor de Palestina, así les hubiese gustado ver que sobreviviera la movilización a favor de los derechos de las mujeres en Irán, un movimiento que hoy parece olvidado en el mundo. O a favor de las mujeres afganas, por sus derechos vulnerados a manos de los talibanes. Incluso una activista nigeriana recordándonos a todos que casi 100 de las niñas de Chibok (¿recuerdan el #BringBackOurGirls?) siguen secuestradas. El activismo en redes e incluso en las calles, parece tener fecha de caducidad, nos decían, y estos temas no pueden solo ir con los ciclos mediáticos. Eso, como dije, no significaba que esas activistas no apoyasen la causa palestina; por supuesto que lo hacen, y se sumaron a las críticas efectuadas contra el gobierno israelí por su represalia en Gaza.

No hay mucho espacio para comentar otros temas, pero los sintetizo así:

3. El debate sobre la Inteligencia Artificial. Halifax lleva años discutiendo los potenciales impactos de la inteligencia artificial en temas de seguridad. Por ahora, destacar que la discusión se centró en si es prudente regular y contener el progreso de la inteligencia artificial hasta que entendamos mejor las consecuencias y en todo caso los mecanismos para poderle controlar, o, como argumentaba el campo contrario: el detener a Occidente en la carrera le colocará en desventaja ante sus rivales como China o Rusia que no están particularmente preocupados por legislar o controlar el progreso de esa tecnología. Por tanto, este es un barco que ya zarpó. Un debate inacabado, por supuesto.

4. Una ventana de oportunidad ante la problemática global actual: los movimientos de base o de raíz. Este año tuve oportunidad de reconectar con mucha gente. Permítame destacar dos casos. Un joven colega palestino-sirio, que dirige una organización la cual lleva años trabajando para ayudar a la sociedad siria en distintos rubros. Su nombre se encuentra en las listas de personas buscadas por el presidente Assad por su oposición contra el régimen. El otro caso es el de un colega de Yemen, uno de los arquitectos de la Primavera Árabe en su país que llevó a la caída del dictador Salleh. Los diálogos con ellos dos me arrojaron luces y me abrieron ventanas acerca de posibles alternativas ante la dramática situación que hoy se vive en su región. No puedo dar detalles por ahora, pero esto renueva en mi la convicción de la importancia de los movimientos de base que personas como ellos dirigen, y la posición a favor de la construcción de paz de raíz, desde lo local, mirando hacia adelante, que su zona del mundo necesita. Posteriormente lo abordo más a fondo.

5. Dos comentarios finales: una vez más, América Latina fuera de la agenda. Para pensar. Sobre Argentina y Milei, ni una sola palabra. Como si no figuramos en la agenda global de seguridad. Se hace lo que se puede para tratar de insertar los temas, pero somos demasiadas pocas personas, y todas desde la academia o el periodismo. Alguien, desde los gobiernos de nuestra región, tiene que hacer mejor la tarea de posicionarnos en esos espacios.

La segunda: todo mundo le sigue pidiendo cosas a Estados Unidos. Todo mundo espera cosas de Estados Unidos. Unos le critican, otros lo adulan, pero de Taiwán y Hong Kong hasta Bruselas, Londres o Kiev, toda clase de actores siguen esperando que Washington les cumpla. Así que el grandísimo elefante en el cuarto—Donald Trump—haciendo presencia otra vez, como riéndose de todas esas demandas, suspirando el “America First” ante los oídos de propios y extraños.

Instagram: @mauriciomesch

Twitter: @maurimm

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