Hacia 2013, la rama de Al Qaeda en Irak penetró la guerra civil siria. El líder de esa filial y de su brazo mayor, “El Estado Islámico de Irak y Siria” (ISIS)—Al Bagdadi—decretó la fusión entre esa filial iraquí, y una filial siria que él decía haber fundado, el frente Al Nusra. El jefe del frente Al Nusra, Golani, enfurecido, desconoce esa fusión y escribe al líder de Al Qaeda, Aymán Al Zawahiri —sucesor de Bin Laden, ubicado en Pakistán—quien, temiendo el poder que estaba acumulando ISIS, declara dicha fusión como ilegal y ordena a ISIS regresar a Irak. Bagdadi decide desconocer la autoridad de Zawahiri, y éste le expulsa de Al Qaeda a él y a toda su agrupación. Poco tiempo después, reclamando ser el verdadero sucesor de Bin Laden, Bagdadi se autoproclama Califa del “Estado Islámico” que él mismo funda en los territorios que ese grupo había conquistado dentro de Siria e Irak. Estos eventos del 2013, apenas a dos años de haber asumido el liderazgo de Al Qaeda, nos dicen mucho acerca del mando de Zawahiri, de lo que ha sucedido con Al Qaeda, también de su mutación y supervivencia. Ahora que Washington ha matado a ese líder, comparto unas notas al respecto.

1. Haber liquidado a Al Zawahiri importa mucho desde la óptica de EU. Biden lo anuncia como un logro simbólico—la mente maestra detrás de incontables atentados, incluidos los del 9/11, paga su culpa—y como una victoria operativa: Washington tiene ojos y brazos para actuar contra el terrorismo en Afganistán a pesar de haberse retirado de ese país. Con ello, intenta responder ante las críticas por el torpe repliegue estadounidense de Kabul, y afirma que Washington cuenta con la capacidad para hacer pagar a los talibanes el costo del incumplimiento del acuerdo que firmaron con Trump en 2020, mediante el que se comprometían a cortar sus lazos con Al Qaeda y a “erradicar” la actividad terrorista de Afganistán.

2. Más allá del discurso de Biden, quien buscará sacar jugo a su logro, especialmente en este año electoral, el hecho de que Zawahiri hubiese sido asesinado en un complejo habitacional propiedad de un familiar de Haqqani—prominente exterrorista y actual ministro interior del gobierno talibán—exhibe lo que en realidad está pasando. Se piensa que Zawahiri, hasta hace un tiempo, estaba oculto en Pakistán y que fue el retiro estadounidense lo que le permitió establecerse en Kabul. Dada la porosidad de la frontera afgano-paquistaní, es difícil saber precisamente en qué sitios Zawahiri se ocultó o por donde se movió durante tantos años. Lo que resalta es que ahora, el líder de Al Qaeda estaba viviendo en una casa de seguridad propiedad de la familia Haqqani.

3. Independientemente de la ubicación específica de un líder que, claramente aprovechó las circunstancias del nuevo gobierno en Kabul para reubicarse, lo que es de destacar es el incremento de la actividad terrorista en y desde Afganistán. Apenas a fines de julio tuvo lugar una reunión multilateral en Tashkent, la capital de Uzbekistán, en la que se puso a discusión el “hervidero” terrorista que está emergiendo en Afganistán, y la “falla de los talibanes en haber transitado de insurgentes a gobernantes”. Esto, tras un reporte elaborado por expertos para el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el cual señala que Afganistán ha regresado a ser prácticamente el estado que era antes del 11 de septiembre del 2001, cuando hospedaba a Osama Bin Laden mientras su organización planeaba los grandes ataques terroristas en Nueva York y Washington. El reporte resalta los riesgos por la actividad de ISIS, de Al Qaeda y de otras agrupaciones. Lo más relevante consiste en el crecimiento de estas agrupaciones ya sea por complicidad con los talibanes, por omisión, por la rivalidad que existe entre ellas, o por la incapacidad del actual gobierno para controlarlas.

4. Todo esto se da de manera paralela al incremento en la actividad terrorista en otros sitios del globo como, por ejemplo, el Sahel y otros sitios de África. Una parte importante de esa actividad terrorista es perpetrada por grupos afiliados a Al Qaeda. Otros, a ISIS, y otros de manera independiente o aislada. La experiencia histórica, y, sobre todo, la investigación social y el análisis estadístico, muestran que el descabezamiento de las grandes organizaciones terroristas tiene solo un impacto relativo y temporal en esa actividad terrorista. El terrorismo (no en Occidente, en donde en los últimos años se ha cometido menos del 1% de atentados en el globo, sino en esos otros sitios en donde se comete el 99% de ataques) está mucho más correlacionado con el conflicto armado y con la represión por parte de gobiernos. Por consiguiente, es de esperarse que, si ese tipo de condiciones subsisten, por ejemplo, en regiones africanas, la actividad terrorista continuará independientemente de la sucesión en el liderazgo de Al Qaeda. ¿Por qué?

5. Desde hace mucho tiempo, Al Qaeda o ISIS no operan como si fuesen grandes ejércitos con mandos centralizados. Ambas organizaciones cuentan con “centros operativos” que, esencialmente actúan en sus circunscripciones. Además de los centros operativos, Al Qaeda (y posteriormente ISIS) cedió una enorme autonomía a los grupos en Asia, en Medio Oriente y en África, que se afiliaban a su bandera y a su ideología. En ese sentido, estas distintas filiales con liderazgos propios, con una importante actividad, fueron operativamente quienes mayor prominencia adquirieron a lo largo de estos años.

6. Ese es el punto en el que se puede analizar críticamente el liderazgo de Zawahiri. Su mandato sobre Al Qaeda vio la mayor escisión en la historia de la organización—ISIS—y con ello, el nacimiento de su mayor rival en el liderazgo de la jihad global. Gran cantidad de grupos y células que previamente estaban afiliadas a Al Qaeda, decidieron cambiar de bandera y, portando ahora la de ISIS, cometían atentados a nombre del “Califato” y su líder, Bagdadi, el “verdadero sucesor de Bin Laden”.

7. Las diferencias ideológicas salieron a la luz. Al Qaeda aconsejaba actuar desde las sombras, atacar a los regímenes que actualmente dominan los países musulmanes y a sus aliados occidentales, antes de pensar en capturar territorio y colocarse como blanco fácil de esos países. ISIS en cambio, sostenía que había que conquistar amplias capas de territorio, establecer ahí y expandir al “Estado Islámico”; gobernar así, como estado, con burocracia, finanzas e incluso con su propia moneda, y desde ahí ir construyendo ya no las filiales, sino las “provincias”, de ese “estado”.

8. ISIS tuvo, además, la virtud de entender y dominar las nuevas tecnologías y herramientas comunicativas que emergían. Sus “Social Media Managers”, jóvenes diestros en redes sociales, creaban videos, usaban infografías, imágenes y mensajes cortos y llamativos, estrategias para reclutar “soldados” a distancia e incluso para operar atentados desde la lejanía. Mientras la Al Qaeda de Zawahiri seguía compitiendo empleando largos y aburridos discursos dogmáticos que “explicaban” cosas como por qué los musulmanes no debían matar a otros musulmanes, el “Estado Islámico” se proyectaba como la organización más atractiva y capaz de enarbolar la lucha por el califato global.

9. Además de ISIS, Al Qaeda perdió a otras filiales como el mismo frente Nusra, de Siria, que eligió abandonar a la organización central para no ser percibido como grupo terrorista y poder formar parte, en su momento, de las negociaciones en ese país.

10. No obstante, intentando un balance, la realidad es que Al Qaeda sobrevivió. En la misma Siria, por ejemplo, la organización conservó la capacidad para reagruparse y reconstituir su filial (de hecho, filiales). En sitios como Somalia, Al Shabab permaneció leal a la Al Qaeda original. Otras ramas como la del subcontinente indio, o la de Yemen, sobreviven a la fecha. Notablemente, en el norte de África y el Sahel, los grupos afiliados a Al Qaeda subsisten con altísima operatividad y capacidad de acción.

11. Ciertamente, la sucesión de Zawahiri no será simple. Los dos candidatos más fuertes para tomar el mando están ubicados en Irán, en una especie de arresto domiciliario o local, sin mucha posibilidad de movilizarse. Otros candidatos proceden justamente de los liderazgos de las filiales. Será crucial observar el estilo de mando de quien vaya a tomar el cargo, su visión en cuanto a mantener el actual sistema operativo de liderazgos horizontales e independencia de las filiales, y su postura en cuanto a cometer o no cometer actos terroristas contra Occidente.

Al margen de todo ello, lo más importante de todo es comprender al terrorismo desde sus causas raíz pues, más allá de los cambios en los mandos y en las jefaturas de las organizaciones, cuando esas causas raíz no son estructuralmente atendidas, el terrorismo como fenómeno nos ha mostrado que tiene la capacidad de resistir, de mutar, y de seguir golpeando a inocentes en todo el planeta.

 

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