Van algunos apuntes sobre el ataque en El Paso en el que lamentablemente, además de las decenas de heridos causados, perdieron la vida 22 personas. En las siguientes notas abordo el por qué este sí es un ataque terrorista, en qué se diferencia esta violencia de otro tipo de crímenes, además de algunos aspectos relevantes adicionales.

1. El tiroteo masivo cometido en El Paso fue un ataque terrorista por donde se lo quiera mirar. El terrorismo es una categoría muy específica de violencia empleada, a lo largo de la historia, por personas de muy diferentes ideologías, religiones y motivaciones. Una y otra vez se ha intentado elaborar un “perfil” del atacante terrorista, pero no lo hay. Lo que motivaba a un anarquista en el siglo XIX, era muy diferente a lo que motiva a un talibán en Afganistán, a un radical islámico de ISIS en París o a un extremista de derecha en EEUU. De igual forma, las causas estructurales que hay detrás de esa clase de atentados son diversas y por supuesto, las características y procesos individuales de los atacantes varían enormemente. ¿Qué es entonces lo que sí tienen en común?

2. El denominador común del terrorismo está en el blanco real del ataque. En el terrorismo, las muy lamentables víctimas son solo instrumentos para provocar terror en terceros y utilizar ese estado de shock colectivo como canal para comunicar un mensaje, normalmente político, efectuar reivindicaciones, propagar determinada ideología o convicciones, afectar actitudes, opiniones y conductas de una sociedad o de partes de ella, y/o elevar a la agenda ciertos temas de discusión y así, ejercer presión psicológica sobre la toma de decisiones o sobre el comportamiento social.

3. El blanco real en un atentado terrorista es, entonces, una audiencia-objetivo : todos esos millones de personas que no viven el ataque de manera directa, sino que acceden a la narrativa de lo ocurrido, a las noticias, a las fotografías, a los videos y que entonces, padecen la conmoción psicológica que esto acompaña. Lo que diferencia, por tanto, a un atentado terrorista de otro tipo de tiroteos masivos o ataques, está en el móvil del atentado, los blancos reales, la meta buscada.

4. A pesar de que para efectos de quienes sufren un tiroteo masivo parece irrelevante si un ataque es terrorista o si se trata de otro tipo de crimen, distinguir entre los tipos de violencia es crucial para comprender y combatir la raíz. Si un ataque es perpetrado por motivos personales como la frustración de un estudiante en su colegio, o por un problema de salud mental, por poner ejemplos, los factores que deben atenderse y resolverse son distintos que si el tiroteo es producto de la radicalización y la decisión de usar de la violencia para alcanzar fines políticos.

5. Dicho proceso de radicalización varía de persona a persona y en éste intervienen cuestiones del entorno, a veces factores organizacionales y por supuesto, circunstancias individuales. Lo que sabemos, sin embargo, es que, en las etapas iniciales de ese proceso, está el pensamiento categórico: el futuro atacante empieza por identificar a un grupo completo de personas como los culpables de sus circunstancias o las de su sociedad, o como los obstáculos para conseguir sus metas (Moghaddam, 2007). “Los inmigrantes”, “los musulmanes”, “los judíos” o “los infieles”, etc., se vuelven categorías unitarias identificadas como un mismo todo. Ese pensamiento, basado en prejuicios, es el que da pie al comportamiento sesgado, a la discriminación y en última instancia, facilita el que ciertos individuos sientan que tienen permiso de usar la violencia contra los miembros del grupo señalado como enemigo (ADL, Pirámide del Odio, 2018). En el marco de ese tipo de pensamiento no hay “inocentes” pues todos los que forman parte de la categoría identificada—así sean bebés, niños, ancianos, mujeres u hombres que iban de compras a Walmart—son el mal en potencia. Y aunque, en el caso analizado, la decisión última de matar es de un solo individuo, un ambiente como el que se vive en EEUU a partir de la campaña y presidencia de Trump, permite que esa clase de pensamiento categórico se propague con mayor facilidad. Para Trump, por ejemplo, no importa si un juez, un periodista, o ciertos miembros del Congreso son ciudadanos estadounidenses; si su ascendencia es extranjera, ellos son parte de los mismos problemas de los que “los inmigrantes” o “los extranjeros” son responsables, tales como crimen, terrorismo, corrupción, droga y más, y, por tanto, “deberían regresarse a los países de donde vienen”. En otras palabras, cuando el pensamiento categórico inicia en la Casa Blanca, y se propaga en redes sociales con la asistencia de quien comanda el país, es natural que se favorezca que dicho proceso de radicalización progrese en ciertas personas. Para muestra, solo revise el considerable incremento de crímenes de odio durante la gestión de Trump, ataques cometidos contra inmigrantes de todas nacionalidades (mexicanos incluidos, por supuesto), religiones y minorías.

6. Como resultado de un ataque como el de El Paso, entonces, se generan dos efectos simultáneos: primero, el miedo y la producción de miles o millones de víctimas secundarias, las víctimas psicológicas , aquellas que ahora, se ven afectadas en su conducta, cambian sus opiniones, sus decisiones, salen a la calle cuidándose, sospechando, sintiendo que un evento similar puede ocurrirles en cualquier momento a ellas o a sus familiares. El monstruo, como dice Zimbardo, se les ha colado en la alcoba, en el armario, bajo la almohada. El segundo efecto es la elevación a la agenda de una discusión inducida por el atentado. Este fenómeno se genera a una velocidad y con una amplitud como nunca antes en la historia. Ahora, en todas partes del mundo se habla del manifiesto publicado por el perpetrador, su contenido, su similitud con el discurso de Trump, y si bien, la mayor parte de la ciudadanía rechaza el asesinato de inocentes, hay un considerable número de personas—muchas más de las que creemos—que no rechaza del todo las ideas propagadas. Por el contrario, concuerda en buena medida con ellas.

7. Así, el ambiente se polariza aún más. Las visiones encontradas acerca de las políticas de Trump tienden a chocar de manera creciente, cosa que ocurre en la calle, en las reuniones familiares, en las redes sociales. Lo interesante es que esto, lejos de hacer cambiar de opinión a su base política, tiene el potencial de hacerla crecer, según investigación recientemente publicada . Los polos se alimentan mutuamente.

8. Es en ambos sentidos—el miedo provocado entre el sector social convertido en víctima, y la atracción provocada entre “seguidores suaves”—que un ataque como el del El Paso resulta enormemente eficaz para efectos de las metas de quien lo lleva a cabo. Eso ocasiona que otros individuos, quienes a su vez han pasado por procesos de radicalización semejantes, decidan efectuar atentados similares, o bien, se sumen a organizaciones que promueven el discurso de odio o el uso de la violencia. Estamos, en efecto, apreciando un aumento de los atentados terroristas perpetrados por extremistas de derecha, no solo en EEUU, sino en varias partes del mundo.

9. Un tema más: el acceso a las armas. Sin ahondar demasiado, sobra decir que hay suficiente investigación que indica que la facilidad con la que los estadounidenses pueden comprar armas, está directamente correlacionada con la brutal cantidad de tiroteos masivos que se producen en ese país y, especialmente, con la fatalidad que conllevan. Dicho lo anterior, sin embargo, muy pocos de esos tiroteos masivos son ataques terroristas. Y el terrorismo funciona diferente: cuando un individuo ha tomado la decisión de usar la violencia para propagar sus ideas políticas, las leyes de armas no lo detienen, lo que se puede demostrar con solo revisar el número de atentados terroristas que ocurren todos los años en países con leyes de armas mucho más restrictivas que EEUU. Pero claro, si las armas de altísimo poder se encuentran disponibles a la vuelta de la esquina, un atentado con motivaciones políticas es más simple de llevarse a cabo.

10. En los últimos días podemos ver una aparente “moderación” por parte de Trump, incluso justamente en cuestiones de legislación de armas. Sin embargo, más temprano que tarde, el Trump que conocemos emergerá nuevamente desde el poder de su Twitter para atizar las llamas contra “los inmigrantes” o “los extranjeros”. Posiblemente algún asesor, muy racionalmente, le indique que son tiempos de calmar las aguas y que es mejor mostrarse “presidencial” y alejado de los extremos que un suceso como el de El Paso tiende a alimentar. En el fondo, sin embargo, Trump funciona más a partir de sus intuiciones y él intuye que la discusión sobre la inmigración termina por favorecerle, y no poco.

11. Por último, más allá de la política y las elecciones, se hace indispensable una profunda reflexión, y de ésta no solo Estados Unidos forma parte. El extremismo y las ideas radicales siempre han existido. Pero lo que está pasando es que hoy tienen mucha más visibilidad y con ello, capacidad de atracción. Jonathan Greenblat, el director de la Liga Anti-Difamación lo plantea en estos términos: “Las redes sociales han (…) favorecido el que los extremistas puedan mover sus mensajes desde las márgenes hacia el centro de la discusión. En el pasado, ellos no podían encontrar audiencias para su veneno. Ahora, con un click, un post o un tuit, pueden propagar sus ideas con una velocidad que nunca antes habíamos visto” . Lo delicado es que un ataque como el de El Paso, por el tipo de conversación que provoca en medios y sobre todo en espacios digitales, acelera e intensifica esa tendencia.

Hay mucho más que decir, pero lo dejo por ahora acá. Seguiremos comentando al respecto.

Twitter: @maurimm

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