La inseguridad actualmente constituye uno de los más grandes problemas de México. El número de víctimas hace palidecer a cualquiera. Las cifras han ido creciendo a una velocidad inimaginable y la nula estrategia en materia de seguridad, por parte del gobierno Federal, se ha convertido en noticia de ocho columnas en nuestro país, pero también en el mundo entero.

Los trágicos hechos de Sonora, así como el fallido operativo en Culiacán, captaron los reflectores de la prensa internacional. Estos dos eventos han encendido las alarmas más allá de las fronteras. Dicen que no poder manejar una crisis, genera una más grande, y aquí el supuesto se nos está convirtiendo en evidencia.

¿Qué está pasando en México? ¿Para qué sirven las reuniones diarias con el gabinete de seguridad? ¿De qué hablan? ¿Por qué las autoridades se contradicen y nos mienten continuamente? ¿Por qué utilizan hipótesis tan absurdas, como que a las mujeres y niños Lebarón los confundieron con un grupo criminal?

¡Aún no hay respuestas a nada de esto!

Las muertes de inocentes en Sonora cristalizaron algo que se percibe en distintos ámbitos de esta administración. Tenemos un gobierno que se dedica a lanzar culpas al pasado, en lugar de hablar de forma directa del cómo y porqué de los hechos violentos, que día a día suceden en nuestro país, y de qué se hará para ir solucionando el problema. Mientras esto pasa, las cifras negativas siguen acumulándose y los cobardes continúan adueñándose del país.

El Ejecutivo ha querido mostrar la candidez frente a la violencia como una enorme virtud y ha pretendido arreglar los problemas con dichos y frases pegajosas. Pero no se trata de eso, porque está visto que no funciona. El gobierno Federal es el encargado de garantizar la seguridad de la ciudadanía, de imponer la ley, de monopolizar la fuerza. ¡Eso es lo que se les reclama! Y es precisamente en eso en lo que nos están fallando.

¡Los criminales nos están demostrando que pueden mandar!

Pero todo tiene un límite. La seguridad de los mexicanos no está en juego. El gobierno Federal tiene la obligación de cambiar su estrategia si quiere hacer frente al terrible problema del crimen organizado. Mientras esto no pase, los números seguirán tiñéndose de rojo, la historia seguirá cobrando una deuda y el país se seguirá transformando, sí, pero en un gran desorden.

Hoy, el gobierno de Morena tiene que tomarse en serio el tema de la violencia, sin pretextos y sin argumentos vacíos. Sólo mejorando la cadena de instituciones de seguridad pública –Guardia Nacional, policías, fiscales, jueces y cárceles-, empezaremos a ver resultados. No es una tarea fácil, pero si persisten en esta actitud pagaremos, todos, una factura muy alta.

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