El Consejo de Salubridad General clasificó al COVID-19 como una emergencia sanitaria y anunció nuevas medidas para superar esta pandemia que está afectando a la mayoría del mundo.

Las cifras de contagios, en la mayoría de los países, han crecido a una velocidad inimaginable y, por desgracia, el número de decesos también. En México, estamos ya en una fase de ascenso rápido, por lo que debemos tomar urgentemente todas las medidas que nos ayuden a mitigar el contagio.

Cada vez se hace más necesario el aislamiento social, el quedarse en la casa e incrementar las pruebas para confirmar los casos, porque son la solución para contener el virus, porque no olvidemos que el gobierno de Morena llegó tarde y mal para enfrentarlo.

Ésta nos llegó en medio de una crisis de nuestro sistema de salud público. En 2020, la infraestructura médica sufrió fuertes recortes presupuestales, que ya desde antes del COVID-19, se resentían. Hoy se toman medidas de emergencia luego de minimizar, juguetear, ocultar y, tal vez, hasta mentir con el coronavirus. Parece que la “fuerza moral” y los “detentes” no fueron suficientes. ¡Ahora a navegar contra corriente!

De la crisis de salud pasamos, casi en paralelo, a la económica, sin que el gobierno federal haya hecho, todavía, nada para amortiguarla. Es cierto que, en México, pensar en un aislamiento social total es muy complicado. Más del 55% de la población económicamente activa -según INEGI-, trabaja en el sector informal. Todos ellos tienen más probabilidades de estar expuestos a riesgos de seguridad y salud, al carecer de la protección apropiada. Ahí no resulta tan simple esto de “mantener distancia social y lavarse constantemente las manos”.

Pero, si el aislamiento se convierte en la única manera de garantizar seguridad a la sociedad, será indispensable la implementación de medidas económicas emergentes, para que las personas con un empleo informal y sus familias puedan satisfacer sus necesidades básicas. Éstas deben estar dirigidas no sólo a la población con empleos informales y de menores recursos, sino también a los trabajadores en ocupaciones vulnerables.

Sin embargo, parece que no todos entienden la gravedad de lo que se nos viene encima por la crisis del coronavirus. Basta con ver que mientras la mayoría de los gobiernos se están preparando para paliar las consecuencias de tan tremenda caída, aquí, MORENA sigue con su política demencial de repeler la inversión privada. Tan sólo hace 10 días se llevó a cabo una “consulta popular” en Mexicali que le dijo adiós a la nueva planta cervecera de Constellation Brands en esa ciudad. Si en tiempos normales esta “consulta” hubiera sido una barbaridad para desincentivar la inversión privada, en tiempos extraordinarios parece casi una locura.

Hoy, desde mi propio confinamiento, sé que es un gran esfuerzo quedarse en casa y cuidarnos por el coronavirus. A todos los que pueden, y lo están haciendo, gracias, muchísimas gracias.

También entiendo a quienes no pueden dejar de llevar el sustento diario. Por eso, desde el Senado, los legisladores de Acción Nacional proponemos un sueldo para apoyo familiar y un apoyo de contingencia para microempresarios.

La salud y el bienestar de la gente deben ser la prioridad nacional. ¡Estamos juntos en esto! Son tiempos difíciles y tenemos que gobernar con toda responsabilidad para lograr lo mejor para nuestro querido México.

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