Ahora que el Presidente habla de sofismas, no está demás hablar de lógica, de buenos y malos argumentos. Aquí expondré las falacias –esto es, argumentos que son inválidos, pero que aparentan ser válidos- más comunes que detecto en los defensores de la 4T. Por cierto, tomo parte del título de este texto de un libro de Manuel Atienza.

El argumento ad hominem

. Este es uno de los favoritos de autollamada 4T. Consiste en atacar a la persona que profiere el argumento, en lugar de atacar al propio argumento. Presupone que el descrédito a la persona es suficiente para desacreditar lo que sale de su boca. Lo hemos escuchado varias veces. Si algo reporta este periódico, y algunos otros, atacan al periódico no a la nota en sí. Si algo dice –o murmura- la oposición o algún columnista no afín al régimen, se les ataca por ser “conservadores”, no por la calidad de su argumento.

El argumento del falso dilema.

Otro argumento ya de sobra conocido para muchos de nosotros. Se trata, como dice David Martínez Zorrilla, del típico “o estás conmigo o estás contra mí”; “o aceptamos lo que les propongo o vamos de cabeza al desastre”. Esto es, la situación se presenta como si sólo hubiera dos alternativas posibles. Ejemplos hay varios. Los que no estamos a favor del austericidio presupuestal, estamos a favor de la corrupción. Los que defendemos la seguridad jurídica en el sector energético, es porque obedecemos los dictados de los grandes capitales mundiales. Se pasa por alto la complejidad del mundo y las demás alternativas posibles.

El enemigo de paja.

Esta puede en la que más incurren algunos defensores de la 4T. Consiste en exponer cierta teoría o punto de vista y ridiculizarlo. Es simplificar en extremo un fenómeno de tal manera que sea mucho más fácil atacarlo. Si le suena conocido, será porque esto es en lo que incurre el régimen cuando se refiere a los gobiernos de los últimos 30 años. Cuando se tacha a todos de neoliberales (muchos sin tener claro a qué se refieren, aunque podrían: hay bastante escrito) y a todos ellos como esa mafia en el poder implementó un régimen voraz y criminal en México que es causa de todos nuestros males y, claro, de ningún bien; entonces, el neoliberalismo se torna en un sombrero de magia al que es muy fácil recurrir. De ahí puede aparecer cualquier cosa: desde conejos hasta exfuncionarios, según se requiera para justificar cualquier tropelía del presente. En lo que no caen en cuenta es que si todo es culpa del neoliberalismo, nada lo es.

La falacia de la pregunta compleja.

Este gobierno llevó a una nueva cumbre esta falacia con la ya célebre consulta popular. Se trata de formular una pregunta de tal manera que, no importando la respuesta, la persona interpelada va a asumir el punto de vista de quien formula la cuestión. El ejemplo típico es una pregunta como la siguiente: “y usted ¿ya le dejó de pegar a su esposa?” Si responde que sí, es que antes le pegaba; si responde que no, es que todavía le pega. El punto es que la pregunta asume que la persona, efectivamente, es un golpeador de mujeres. La pregunta de la consulta es así. No la voy a trascribir aquí, pero básicamente pregunta si usted está de acuerdo con que se juzgue a quien se tenga que juzgar si es que cometió algún tipo de ilegalidad. La pregunta está formulada para que el interpelado necesariamente asuma el punto de vista de quien pregunta. La respuesta obvia es que sí, aunque sea una pregunta totalmente inútil e inconstitucional.

La petición de principio.

Este es el argumento joya del régimen. Consiste en presuponer lo que se quiere probar. Se asume, como premisa, la conclusión del argumento. Si alguien desea probar que el “pueblo” no se equivoca, entonces agrega una premisa: que éste es bueno y sabio.

Si el “pueblo es bueno y sabio”, por tanto, no se equivoca porque… es sabio. Más aún, si alguien encarna a ese “pueblo” porque fue electo por éste, entonces, cuando actúa a nombre del pueblo, él tampoco se equivoca. Cualquier similitud con la realidad, es mera coincidencia.

En fin, demasiadas falacias, muy pocos argumentos. Así nuestros tiempos.

@MartinVivanco

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