Si algo sabe hacer AMLO es destruir, no sólo institucionalmente —el sistema de salud, de seguridad, administrativo y un gran etcétera—, sino también políticamente. Lo que sucedió antier en el Senado es la culminación de una maniobra política de parte del Presidente.

Antier el presidente ganó porque consumó un golpe durísimo al PRI. El priismo está hoy dividido entre los que son leales a su líder, Alejandro Moreno, que son la mayoría, y una minoría liderada por algunos senadores y militantes connotados de antaño. Veo venir una escisión de esa minoría del PRI. No veo un escenario en el que alguien le dispute la dirigencia nacional a Moreno. Él tiene un control férreo sobre el partido —desde las dirigencias estatales hasta todos los sectores nacionales— y estatutariamente (producto de una reforma del 2020) en él recaen todas las decisiones trascendentales del partido.

Antier el presidente ganó porque dinamitó a la Alianza Va por México. Ya quedó comprobado que el PRI va a acompañar a Morena en lo que le convenga. Se llegó a vaticinar que la fracción tricolor votaría en contra de la reforma. No fue el caso. Siete de los trece senadores del PRI votaron a favor. Alguien decía que en política se puede hacer todo menos el ridículo y esta jugada del PRI deja al borde del ridículo al PAN y al PRD. Fueron éstos últimos —motu proprio— quienes dijeron que si el Revolucionario Institucional apoyaba la iniciativa se acabaría la alianza. Pues sí la apoyaron. ¿Actuarán en consecuencia? ¿o preferirán el ridículo y cargar con los negativos del PRI? Veremos.

Sin embargo, antier el presidente también perdió.

Perdió porque antier empezó una realineación de las fuerzas políticas de este país que está por encima de los partidos políticos. Lo importante es que a los senadores de antier —de distintas fuerzas políticas— no los unió una ambición personal ni un fervoroso antilopezobradorismo, sino una causa. La causa de la paz. E hicieron, simplemente, lo correcto.

Perdió porque al hacer patente su alianza con el PRI —ayer en su mañanera lo traicionó el subconsciente y dijo que la iniciativa del PRI era, en realidad, de él— sembró en la sociedad la idea del PRIMOR. Esto tendrá dos consecuencias: Morena cargará con los negativos del PRI y podría emerger un electorado que conjugue el antimorenismo y el antipriismo.

Perdió, sobre todo, porque su intento de militarizar (aún más) el país no prosperó. El dictamen se regresó a comisiones. Las presiones y los chantajes seguirán. Espero que los personajes opositores aguanten.

Vendrá un reacomodo de las fuerzas políticas. Cada uno de los personajes que se opusieron tienen liderazgo. Es momento de que lo utilicen y empiecen a despertar del marasmo en que se encontraban. Ya se comprobó que la suma de membretes no es garantía de nada. Necesitamos un programa, un proyecto de nación con horizonte de futuro, que vaya más allá del antilopezobradorismo. Necesitamos que convoquen a la sociedad mediante la articulación de acciones que resuelvan sus agravios colectivos.

Por fortuna, sé de alguien que ya lo está haciendo.

Abogado y analista político

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