La reforma al artículo 90 de la Ley Federal del Trabajo con el objeto de que el salario mínimo nunca se actualice por debajo del índice inflacionario, aprobada recientemente por el Congreso, fortalece diversas tendencias positivas.

Para empezar se trata de una reforma congruente con la tendencia de recuperación del salario mínimo impulsada por la actual administración.

El salario mínimo mexicano era en 1980 uno de los tres salarios mínimos con mayor poder adquisitivo de América Latina y se convirtió en uno de los tres más bajos de la misma región en 2010.

Entre 1980 y 2010, el salario mínimo mexicano perdió el 75% de su poder adquisitivo. En 1985 podían comprarse dos canastas alimenticias con un salario mínimo; pero en el 2010, sólo un tercio de una canasta.

En 2010, el salario mínimo en Estados Unidos llegaba a los 1,662 dólares al mes, mientras en México sólo alcanzaba 134 dólares.

Con esa realidad histórica negativa acumulada en los sexenios pasados, el gobierno actual inició un proceso de recuperación del salario mínimo.

En diciembre del 2018 el salario mínimo aumentó un 16%. En diciembre de 2019, un 20%. Y en diciembre de 2020 un 15%. En la franja fronteriza norte, el aumento fue de 100% en diciembre de 2018.

Esta política trajo resultados inmediatos. Al cumplirse el primer año de la gestión del actual gobierno federal la pobreza laboral se redujo consistentemente.

En 2014, la población en situación de pobreza laboral representaba el 42.9% de los mexicanos; en 2015, era el 42%; en 2016, el 40%; en 2017, el 41%; en 2018, el 39.8% y en 2019, el 37.3%.

En otras palabras, el año con el menor porcentaje de pobreza laboral de todo el período es 2019, el primero de esta administración. Eso muestra el acierto de las políticas salariales de este gobierno.

No obstante, la pandemia ha impactado negativamente en las cifras, provocando un retroceso en los logros. Para 2020 la pobreza laboral alcanzó un 40.7 por ciento. Sin embargo, ni siquiera regresó al índice de 2017. Se mantiene por debajo del índice promedio del sexenio pasado. En todo caso, los efectos negativos de la pandemia confirman la necesidad de continuar con la línea de recuperación salarial del actual gobierno.

La reforma a la Ley Federal del Trabajo recientemente aprobada por el Congreso constituye un mecanismo de protección de todo lo logrado en este período. Es un candado para que no vuelva a perderse el poder adquisitivo del salario mínimo, como sucedió en el período neoliberal. Y es que en aquellos años, entre 1982 y 2017, el salario mínimo se actualizaba por debajo de la inflación. Por ejemplo, si la inflación era del 10%, el salario mínimo sólo aumentaba en un 5%. Así, iba perdiendo poder adquisitivo año con año.

Ahora el salario mínimo ha tenido los mayores aumentos en 40 años. Pero si en el futuro llegara al gobierno nuevamente una opción neoliberal y actualizara otra vez el salario mínimo por debajo de la inflación, se perdería todo lo logrado en este sexenio.

Por eso, es clave la fórmula que se incorpora a la Ley: la actualización del salario mínimo nunca estará por debajo del índice inflacionario. Finalmente habría que observar que esta reforma reafirma la tendencia de convertir buenas políticas públicas en derechos plasmados en la Ley.

Senador de la República.

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