El nombramiento de Pablo Gómez Álvarez al frente de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda ha contribuido ha fortalecer la definición del perfil del gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Emergió a la vida pública como uno de los dirigentes del movimiento de 1968. Y como consecuencia de la represión ordenada por Díaz Ordaz, fue preso político en la cárcel de Lecumberri.

Desde joven formó parte de la dirigencia del Partido Comunista Mexicano y tomó parte en la vida académica de la UNAM.

Después de la Reforma Política de 1977, el PCM y sus aliados accedieron a la Cámara de Diputados como Coalición de Izquierda. Entre 1979 y 1982 Pablo formó parte de ese histórico Grupo Parlamentario, junto con destacadas figuras como Arnoldo Martínez Verdugo, Gilberto Rincón Gallardo, Gerardo Unzueta, Alejandro Gascón Mercado y otras.

Desde la tribuna parlamentaria, Pablo forjó un estilo que quedó como referente para muchas generaciones. Fustigó a los secretarios de Estado, especialmente a los del sector hacendario, con datos precisos. Hizo una crítica informada de las políticas económicas, de las cuentas públicas, de los manejos financieros.

Pablo es el ejemplo del parlamentario que se prepara, que estudia y que con inteligencia sacude la tribuna y conmueve a sus auditorios. Es también el ejemplo del legislador que presenta iniciativas, lucha y negocia hasta que se aprueban y se convierten en reformas.

En las Cámaras hizo de los temas de rendición de cuentas, análisis de los presupuestos, honradez en el gasto, sus banderas de batalla.

En 1981, con sólo 35 años de edad, fue elegido secretario general del Partido Socialista Unificado de México, fruto de la fusión de cinco organizaciones de izquierda.

Y en 1986 encabezó otro esfuerzo de unidad con otras cinco organizaciones que dio lugar al nacimiento del Partido Mexicano Socialista.

En 1988 regresó a la Cámara de Diputados y participó en la que sería la primera bancada del Partido de la Revolución Democrática. En 1991 formó parte de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal. En 1993 fue elegido Presidente del Consejo Nacional del PRD. En 1997 es nuevamente diputado federal, como vicecoordinador del PRD primero y como coordinador después, de una legislatura histórica que cambió al Congreso, primera en la que el PRI no obtuvo la mayoría absoluta. En el año 2000 volvió a ser diputado y coordinador parlamentario. Y en 2006 llegó al Senado de la República.

A Pablo Gómez le debemos reformas como el reconocimiento del 2 de octubre como día de luto nacional, la ley de remuneraciones de los servidores públicos y la eliminación de la partida secreta de la Constitución.

Su llegada a la UIF ha motivado temores en la vieja clase política corrompida, que lo ha calificado como integrante del “ala radical” de Morena. Lo cierto es que Pablo ha sido siempre un buen negociador, pero también un hombre honesto y de ideas reformadoras. Seguramente hará un gran papel en la UIF.

Secretario de Gobierno de la CDMX.

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