Se aproxima el 1o. de septiembre, día de informe presidencial. En consecuencia se reanima el debate sobre los cambios ocurridos en esta etapa denominada 4a Transformación.

Algunos comentaristas afirman que no se han dado los cambios prometidos, que el país sigue igual. Otros ponderan las dificultades económicas. Y unos más enfatizan su atención en los errores, omisiones y contradicciones.

Sin embargo, reconociendo la necesidad de incorporar en los balances las respuestas a lo anterior, se puede afirmar que se han desatado cambios de fondo.

Ubico siete transformaciones estructurales: 1) se recuperó la supremacía de lo público sobre lo privado; 2) se cerraron los flujos del saqueo del Estado; 3) se redujo el costo económico del poder político; 4) se logró que la cúpula empresarial cumpla sus obligaciones fiscales; 5) se redujo la pobreza laboral y aumentó el ingreso de los más pobres; 6) se recuperó el respeto a los derechos humanos en la actuación de las fuerzas del orden; 7) se recuperó la libertad de crítica de los medios de comunicación.

Se acabó la época en que los grandes magnates levantaban el teléfono para darle instrucciones al Presidente. El gobierno mantiene relación con los grupos empresariales, pero esa relación dejó de ser de subordinación. Los intereses particulares han sido sometidos al interés general. Se ha recuperado la supremacía de lo público.

Los flujos de recursos que salían de las arcas públicas para grupos de interés legales o ilegales, como una especie de cuotas, se han cortado. Es el caso del huachicol, las compras de energía a empresas extranjeras, el monopolio de la venta de medicamentos al Estado, el pago a medios de comunicacion, la condonación fiscal, la facturación falsa, los subsidios a dirigentes de organizaciones, entre muchos casos. El gobierno comienza a recuperar la dirección de los recursos públicos.

Se han recortado una gran cantidad de gastos superfluos y privilegios, reduciéndose el costo económico del poder político. La disminución del presupuesto de la Presidencia ha sido espectacular. Aunque en menor medida, también en el Poder Legislativo ha habido una reducción. Han disminuido elevados sueldos, prestaciones, recursos materiales y otros gastos al servicio de los altos funcionarios del Estado. Nada más por la eliminación de los seguros de gastos médicos, se ahorraron 6 mil millones de pesos. Los órganos autónomos resisten pero la tendencia avanza.

Se ha logrado que los consorcios empresariales, los grandes contribuyentes, paguen los impuestos que les corresponden.

Sumando las nuevas políticas sociales de transferencias con las nuevas políticas salariales, en el terreno social se registran dos cambios: disminución de la pobreza laboral y aumento de los ingresos de la quinta parte más pobre de la población.

En la actuación de las fuerzas del orden se ha adoptado la regla de respetar los derechos humanos y las libertades. Ya no hay órdenes superiores para matar, torturar o desaparecer personas. Y esto vale tanto en el campo de la seguridad pública como en el de la política.

A todo ello se agrega una nueva forma de comunicar, directa, diaria y ante medios que han recuperado la libertad de criticar al Presidente.

Se puede estar de acuerdo con estos cambios o no, pero de que México cambió en menos de dos años no hay duda.

Senador de la República

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