La pandemia del Coronavirus es un problema real. Puede afectar la salud y terminar con la vida de muchas personas. No deben subestimarse sus alcances y riesgos.

La respuesta debe ser contundente y eficaz. Desde el Estado, para empezar, pero con participación de la iniciativa privada y de la sociedad civil.

¿Cómo debe actuarse frente a la pandemia del Coronavirus?

En primer lugar, con el principio de solidaridad social. Las instituciones de salud deben priorizar a los grupos más vulnerables frente a la pandemia, especialmente adultos mayores, hipertensos, diabéticos e inmunodeprimidos. Las empresas deben apoyar a las madres trabajadoras, quienes a partir del lunes próximo tendrán una gran presión por la llegada de los hijos a los hogares, una vez que se han suspendido clases en las escuelas. Las familias deben apoyar a las personas trabajadoras del hogar. El gobierno federal debe apoyar a las personas que viven al día y no cuentan con los ingresos garantizados y suficientes para llenar el refrigerador y la alacena para un mes.

En segundo lugar, la crisis debe enfrentarse con institucionalidad. Son las autoridades de salud las que deben conducir este proceso. Nada se gana y sí mucho se pierde atacando y tratando de vulnerar a quien juridica, política y técnicamente tiene los elementos para conducir una situación de salud crítica. En tercer lugar, la crisis del Coronavirus debe atacarse con información objetiva y científica. La desinformación, la utilización política de la pandemia, las campañas para generar pánico social, pueden provocar que el contagio se expanda aún más. Por ejemplo, si personas sanas acuden masivamente a hacerse pruebas a los centros de salud es probable que muchas se infecten ahí.

Circuló en las redes sociales un tuit que decía: “Una amiga de mi mamá y cinco de su familia tienen Covid-19. Sí, Ciudad de México. No, no están en la cuenta del gobierno. No es broma, acabo de oír la llamada de mi hija. Tuve que tranquilizar a mi mamá casi a cachetadas”. Sin embargo, a otro usuario de Twitter le pasó exactamente lo mismo y lo expresó de manera idéntica, con las mismas palabras. Y otro y otro y muchos más. ¡Eso es una falsedad! ¡Una falacia! Como también es delicado que un representante popular salga a decir que los diagnósticos de coronavirus están siendo sustituidos por diagnósticos de influenza. Este tipo de desinformaciones y campañas son verdaderamente criminales.

Y en cuarto lugar, la pandemia debe enfrentarse con unidad y colaboración. Se trata de una amenaza real y los opositores parece que apuestan por el desastre, la enfermedad y la muerte. Festinan que haya fallecidos e inventan fallecidos, festejan que crezca el número de contagiados y exigen que en las cifras oficiales crezca más el número. Profetizan que los hospitales no se darán abasto. Anuncian crisis económicas y crecimiento del desempleo y la pobreza.

Hace 11 años, frente a la influenza AH1N1, y a pesar de que estaba cuestionada la legitimidad del gobierno federal, la oposición de entonces colaboró con las autoridades federales. La oposición de entonces no salió a provocar pánico ni a desinformar. Sería muy encomiable, plausible, que la oposición de hoy saliera a declarar que la seguridad, la salud y la vida de la gente son primero y que cerrará filas con el gobierno de la República en este tema, con unidad y colaboración.

Es cierto que la pandemia del coronavirus es real. Es cierto que sus consecuencias negativas pueden darse no sólo en el terreno de la salud; que la economía y las condiciones de vida de la gente podrían sufrir graves afectaciones.

La situación plantea un reto formidable a la autoridad y sociedad mexicanas. Se debe salir de la crisis con el menor número de contagiados, enfermos y fallecidos posible; con el menor número posible de desempleados y cierres de empresas; con el menor impacto financiero.

Pero más allá de esta crisis sanitaria específica, en el horizonte está planteado un interesantísimo debate civilizatorio. Las formas de convivencia, la salud preventiva, el concepto de desarrollo, la organización de la sociedad, las relaciones familiares, la idea misma de felicidad, todo entrará en fecundo debate una vez que pase la tormenta del coronavirus. Pero hoy por hoy, la tarea clave es proteger a la gente de esta pandemia.



Senador de la República

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