“Le dimos una patada al neoliberalismo que nos impusieron desde el poder”, escribió en su cuenta de Twitter el coordinador del PRI en la Cámara de Diputados al terminar la 23 Asamblea Nacional de ese partido.

Con relación a dicho evento, el reportero Luis Carlos Rodríguez del diario EL UNIVERSAL escribió: “La 23 Asamblea Nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) acordó definir a ese partido como socialdemócrata para impulsar la justicia social; se desmarcó del neoliberalismo y fustigó los excesos y la corrupción de los gobiernos del tricolor del pasado”.

También sobre esa Asamblea Nacional, la reportera del periódico Reforma, Claudia Salazar, reseñó: “Al asumirse como un partido de centro-izquierda, el PRI se desligó de la doctrina económica del neoliberalismo y señaló que ésta generó desigualdad social. Ayer, la 23 Asamblea Nacional aprobó, en una reforma a sus documentos básicos, impulsar la economía social de mercado, que cuide los equilibrios sociales, que procure la regulación del Estado y que, al mismo tiempo, fomente la inversión de la iniciativa privada”.

Esta reforma de documentos básicos, aun cuando es hasta ahora sólo discursiva, tiene relevancia. Podría significar la base ideológica para un cambio en la ubicación de las fuerzas y para ese partido mismo. Pero eso dependerá de los hechos que se desprendan.

Es cierto, el viraje neoliberal del PRI vino de “arriba”, y es cierto también que lo perjudicó. Siendo un partido de composición popular e ideológicamente legitimado por la Revolución Mexicana, avalar reformas neoliberales lo llevó a perder más de las dos terceras partes de su electorado. Las privatizaciones de los años 80 condujeron a la ruptura encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez; el aumento de impuestos a las clases populares y el Fobaproa de los años 90, lo llevaron a perder la Presidencia de la República en el año 2000 y las reformas estructurales del sexenio pasado lo condujeron a la votación más baja de su historia.

Es lógico que un partido que tenía como bases a trabajadores petroleros, electricistas, mineros, campesinos y otros sectores populares perdiera su apoyo con las reformas que agudizaron la desigualdad. Es lógico que un partido que justificaba su existencia como continuador de la Revolución Mexicana se fracturara al demoler las conquistas sociales de ésta.

Ya en el periodo 2000-2003 las bases del PRI expresaron su inconformidad con las reformas neoliberales, a las que atribuían la derrota electoral del principio de siglo. En aquellos años plasmaron en sus documentos básicos la defensa del petróleo y el rechazo al IVA en medicinas y alimentos. Y, en efecto, si bien no impulsaron reformas progresistas durante ese trienio, sí se negaron a aprobar la reforma eléctrica Zedillo-Fox.

Sin embargo, poco tiempo después retomaron las reformas neoliberales en materia de pensiones y ya al regresar al gobierno en 2012 promovieron las reformas más agresivas de todo el periodo neoliberal: la energética, la laboral y la educativa.

Es significativo que el PRI se pronuncie contra el neoliberalismo, ideología y práctica que le hizo mucho daño al país y a ese partido mismo. Sin embargo, aún falta ver si el PRI dará el paso de aprobar reformas de corte progresista (como la reforma eléctrica del Presidente AMLO) después de tantos años de respaldar privatizaciones.

Por cierto, escribo estas líneas aun a riesgo de ser calumniado nuevamente por Roberto Rock.

Secretario de Gobierno de la Ciudad de México.

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