Las elecciones de junio serán un buen distractor de las tribulaciones nacionales, pero nada cambiará la ruta de la 4T. Las elecciones intermedias serán importantes, pero los comicios claves serán los de 2024.

Uno de los deportes favoritos del país ha sido la especulación presidencial sexenal. Apenas es ungido el nuevo mandatario se suceden las teorías conspiratorias para saber quien será el sucesor. Con López Mateos se barajaron los nombres de Gustavo Díaz Ordaz y particularmente del perdedor Donato Miranda Fonseca. Díaz Ordaz decidió por Luis Echeverría, si bien se mencionó a Corona del Rosal y al más popular Emilio Martínez Manatou. La sucesión de Echeverría recayó en López Portillo, cuando el radar político aseguraba que sería Moya Palencia. Por el momento solo hay dos: Sheinbaum y Marcelo.

Una es la Jefa de Gobierno. Marcelo Ebrard Casaubón, mote im puesto por AMLO en alusión al Carnal Marcelo, personaje que acompañó a Tin Tan en sus películas. AMLO ha demostrado que efectivamente Marcelo es su carnal.

Claudia Sheinbaum proviene de una familia de inmigrantes europeos: los abuelos paternos de Lituania, los maternos de Bulgaria. Emigraron, como cuenta Hesíodo cuando su padre huyó de Asia Menor: “No precisamente de la abundancia, la felicidad y la riqueza, sino de la escasez”. Sheinbaum mujer inteligente, tiene a la Ciudad de México en buena forma por su aceptable desempeño. Tiene frente a sí dos obstáculos que salvar: su origen judío y ser mujer. México no ha resuelto todavía la paradoja de ser un país de mestizos y tener miedo a las minorías. Origen y género, barreras si bien aparentes, podrían impulsar su candidatura ganadora en 2024. La primera mujer y la primera judía que es Jefa de Gobierno de la CDMX, no tendría por qué no ser presidenta de México. La comunidad judía internacional celebraría su éxito, como lo ha hecho con tantas mujeres judías exitosas a lo largo de la historia. Su ascenso haría olvidar la fobia de AMLO al movimiento feminista.

Marcelo Ebrard, por su parte, juega el papel más importante en el gabinete presidencial. Ni la Secretaría de Gobernación conduce la política, como era tradición, ni la de Hacienda por el peso del dinero, influyen de tal manera en el ánimo presidencial como Relaciones Exteriores, no tanto por las facultades que le confiere la Ley de la Administración Pública Federal, sino por ser Marcelo Ebrard el titular. Más importante que el cargo son los encargos de todo orden que le encomienda el presidente.

AMLO decidirá por quien mejor pueda llevar adelante su obsesiva 4T. Su ánimo transformador lo lleva a excesos, como ir en contra del texto expreso de la Constitución. La 4T en sí misma le parece más relevante que la Constitución, cuando no habrá transformación posible si se cancelan las reglas de convivencia básica, como el Estado de Derecho.

AMLO, guardadas las proporciones, se asemeja al emperador chino Shi Huandi: éste decidió que la historia, como parece que le sucede a AMLO, comenzase con él. “Pretendía abolir el pasado porque sus opositores lo invocaban en añoranzas de los antiguos emperadores”, escribe Irene Vallejo en su imperdible ensayo El infinito en un junco.

La especulación tan temprana Sheinbaum o Marcelo es producto del hartazgo nacional y la crispación política de la República. Por lo pronto y ante la ausencia de opositores en el imaginario popular, cualquiera sería mejor que AMLO.

Profesor de la UNAM.
@DrMarioMelgarA

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