En diciembre pasado, Rogelio Ramírez de la O voló de Santa Fe, Texas –donde tiene su residencia– a México para comer con el presidente Andrés Manuel López Obrador. El motivo de la reunión fue cómo salir rápido de la crisis económica y la bomba de tiempo que significa Pemex, la petrolera más endeudada del mundo, sin grado de inversión y también una de las empresas con más pasivos del planeta, al nivel de gigantes como AT&T y Apple.

Meses atrás, el Presidente le había pedido a su asesor económico ‘estrella’ un plan financiero para mejorar las finanzas de Pemex. El economista de la UNAM y de Cambridge puso sobre la mesa la propuesta de bursatilizar unos 10 mil millones de dólares de deuda de la petrolera. Se trataba de la idea de colocar petrobonos entre los inversionistas institucionales como las Afores para obtener dinero fresco e invertirlo en el verdadero negocio de Pemex: la exploración y producción de crudo.

Según fuentes con acceso a los detalles de la reunión, el Presidente no vio bien la idea de “endeudar” aún más a Pemex, sobre todo luego de haber vendido la falsa idea de que el gobierno mexicano no se endeudó durante la crisis económica que detonó el Covid-19, como sí lo hicieron la mayoría de los países. Tampoco le pareció prudente subir a las Afores, y mucho menos distraerse de su principal objetivo: dejar de vender petróleo al exterior y refinarlo en México para producir gasolinas.

“Gracias por la propuesta, Rogelio. Yo te aviso”, le dijo López Obrador a su amigo y asesor, quien salió molesto de Palacio Nacional y regresó a Texas. Algo pasó en los cinco meses posteriores a aquella reunión, porque en mayo Ramírez de la O aceptó la propuesta presidencial de integrarse a su gabinete como secretario de Hacienda. Su hija, Vanessa Julia Ramírez, también renunció por esas fechas a la filial de Pemex, PMI Comercio Internacional, donde entró a trabajar al inicio del sexenio como directora de Finanzas.

Las condiciones de Ramírez de la O para tomarle la palabra a AMLO fueron varias. La primera, que pudiera llevar a su equipo. A partir de hoy que tome las riendas de la dependencia –a la espera de la ratificación formal del Congreso– Miguel Siliceo, exdirectivo de Bancomext, se convertirá en el nuevo subsecretario de Hacienda en sustitución de Gabriel Yorio.

La segunda condición es que tendrá mucha más independencia y autonomía en las decisiones de política económica que la que tenía Arturo Herrera, con quien por cierto no ha tenido la mejor transición. Según una fuente de Palacio Nacional, Ramírez de la O pidió llevar mano en la reforma fiscal, en la relación con el sector privado y también tener injerencia en el sector energético. De hecho, no se descarta que siempre sí camine la propuesta que en diciembre rechazó AMLO y Herrera: la de bursatilizar la deuda de Pemex.

El objetivo de Arturo Herrera era disminuir –o por lo menos renegociar en mejores términos– unos 30 mil millones de dólares de deuda de Pemex durante el sexenio. Se quedó muy corto por la crisis económica, pero ese objetivo es uno de los principales para Ramírez de la O, cuya influencia en los círculos financieros internacionales podría ayudar a negociar mejores condiciones para la empresa.

Otra de las condiciones de Ramírez de la O fue que tomaría control de la Oficialía Mayor de Hacienda. Thalía Lagunes se irá a la Secretaría de la Función Pública como subsecretaria. Es un reconocimiento del Presidente a su colaboradora, cuya última encomienda en Hacienda fue ayudar a resolver el desastre de las compras de medicamentos por parte del Insabi y la UNOPS.

En Palacio Nacional se asegura que Ramírez de la O sí va a poder decirle “no” al Presidente. Ya lo veremos.

Posdata

Los cambios en la titularidad de la Coordinación de los Programas para el Desarrollo cayeron como balde de agua fría no sólo a Gabriel García –quien se dice que llegó al borde de las lágrimas– sino al propio Carlos Torres, anunciado por el Presidente como nuevo coordinador de los superdelegados. Resulta que al enterarse de los designios de Andrés Manuel López Obrador, el joven economista quedó aterrado. Su perfil técnico y la falta de conocimiento y experiencia en la operación a “ras de tierra” lo convierten en alguien inviable para desarrollar eficazmente esta tarea. En el gabinete sorprendió su nombramiento. La operación de los programas sociales se enfocará ahora en el Valle de México, en la CDMX y las zonas conurbadas, donde Morena perdió mucha fuerza en las elecciones pasadas. La operación estará supervisada por Andrés Manuel López Beltrán.

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