Raquel Buenrostro ya sabía que iba a ser la jefa del Servicio de Administración Tributaria (SAT).

Lo sabía desde el inicio del sexenio, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador le encomendó poner a raya a los proveedores del gobierno federal desde la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda, para luego encargarse de poner a raya a los contribuyentes.

Buenrostro es la funcionaria perfecta para Andrés Manuel: es incorruptible, implacable y de bajo perfil. Es decir, que es alguien que tiene toda su confianza, que tiene la fama de ser dura —por lo que muchos le temen— y nunca le va a robar protagonismo.

Así fue como Buenrostro se ganó la absoluta confianza de AMLO desde que era jefe de Gobierno de la Ciudad de México, y a pesar de ser más cercana al exsecretario de Hacienda, Carlos Urzúa —quien tras su salida del gabinete se la ha pasado vapuleando al Presidente y a su 4T—, pocos funcionarios le generan tanta confianza como la flamante jefa del SAT.

Acostumbrada a desconfiar de funcionarios que no forman parte de su equipo cercano, Raquel Buenrostro busca ahora desmantelar la cúpula del Servicio de Administración Tributaria.

En los primeros días de 2020, todavía sin la ratificación del Senado para encabezar el organismo de recaudación, Buenrostro solicitó diversas renuncias de funcionarios sobrevivientes de las administraciones pasadas, desde Osvaldo Santín.

Se trata específicamente de personajes involucrados con el desarrollo de las licitaciones durante la administración de Enrique Peña Nieto, encabezados por la otrora contralora del SAT y hasta hace unos días Administradora Central de Procedimientos Especiales, Norma Osorio Albarrán.

Hasta ahí el accionar de Buenrostro parecía ser seguro: cortar de posiciones clave a funcionarios identificados con las épocas en las que reinaba la corrupción, sobre todo a aquellos involucrados con contrataciones y el manejo de recursos financieros y materiales.

No obstante, la renuncia esta misma semana de tres administradores generales, que fueron cercanos a la ahora ministra de la Suprema Corte, Margarita Ríos-Farjat, deja en claro que el manejo y la captación de los recursos es una tarea que, al parecer, no va a confiarse ni a los inquilinos de Palacio Nacional.

En esta columna le hemos relatado que el arribo de la regiomontana a la titularidad del SAT en 2018 tuvo como principal artífice, más allá del cabildeo del Jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, y del Consejero Jurídico, Julio Scherer, a la Primera Dama del país, Beatriz Gutiérrez Müller.

Diversas fuentes de alto nivel han confirmado que fue una sugerencia de Gutiérrez Müller la que motivó al presidente López Obrador a nombrar a Ríos-Farjat como recaudadora de la nación, quien además sí contaba con las credenciales para ocupar el cargo.

En aquel momento, la sugerencia fue en perjuicio de la tabasqueña Rosalinda López Hernández, quien sonaba desde entonces como una muy probable candidata a ocupar el cargo.

Corrían los últimos meses del año del triunfo electoral y empezaba a circular en esos momentos el libro titulado Leyendas y Cantos, el primer poemario de Gutiérrez Müller, editado por el alma máter de la hoy ministra, la Universidad Autónoma de Nuevo León.

En la UANL todavía se recuerdan las intervenciones literarias conjuntas de Ríos-Farjat y la Primera Dama; esto en eventos del Centro Cultural Universitario en los que ambos personajes demostraban su gusto por la poesía y, por supuesto, su muy cercana amistad.

La salida entonces de Héctor Vázquez Luna, administrador general de Recaudación; Katya Arroyo Arriola, administradora general de Servicios al Contribuyente, y sobre todo de María de los Ángeles Jasso Cisneros, administradora general Jurídica, tiene muchos más alcances que borrar únicamente la huella en el SAT de los anteriores jefes del organismo.

Dicen en las oficinas de la Alameda que peligra ahora la permanencia de Antonio Martínez Dagnino, el joven administrador general de Grandes Contribuyentes que fuera nombrado directamente por el Presidente y que, por cierto, es amigo y excompañero de colegio de su hijo Andrés Manuel López Beltrán.

Cambios en la Concamin. Está por hacerse oficial que Netzahualcóyotl Salvatierra, vicepresidente de la Concamin, se convertirá en el nuevo tesorero de la agrupación de cámaras industriales. Llega a poner orden a las finanzas del organismo y se perfila además para sustituir al presidente nacional, Francisco Cervantes , el próximo mes, cuando se llevarán a cabo las elecciones.

Posdata

Aunque el Presidente y la secretaria de Energía afirman que la caída de la producción petrolera ya se revirtió, la Comisión Nacional de Hidrocarburos tiene otros datos. El 2019 cerró con una baja de 7%, si bien ya no tan pronunciada, sigue siendo una caída. El promedio de barriles de petróleo producido el año pasado fue de un millón 679 mil, aún lejos de la meta de Pemex.

Twitter: @MarioMal
Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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