Uno de los sectores con los que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se ha ido con más prudencia es el financiero, en particular los bancos, cuyos dueños –algunos de ellos– se llevan bien con el Presidente y le han ayudado a repartir los apoyos de sus programas sociales. Sin embargo, esta relación podría cambiar pronto si se profundiza la crisis económica en México.

El nuevo orden que ha provocado el coronavirus comienza a generar cambios en el sector financiero global. Hace unos días, BBVA anunció la venta de su filial en Estados Unidos por 11 mil 600 millones de dólares, mientras que en España, su lugar de origen, negocia una fusión con el banco Sabadell para crear la entidad financiera más grande de ese país.

El BBVA es el grupo financiero más grande de México, con activos cercanos a 2.3 billones de pesos, y casi 23% de participación en la banca comercial. Su presidente mundial, Francisco González, no tiene la mejor relación con el gobierno del presidente López Obrador y hace unos meses fue obligado a pagar 3 mil 200 millones de pesos al Servicio de Administración Tributaria para poner fin a un litigio fiscal.

Por otro lado, hace exactamente un mes el secretario de Hacienda participó en la Reunión Nacional de Consejeros Regionales 2020 de BBVA. En ese foro, Arturo Herrera reclamó a los bancos por no estar tomando riesgos para prestar dinero a sus clientes, pese a los cerca de 700 mil millones de pesos que el Banco de México puso a su disposición y de los acuerdos con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores para reducir los requerimientos de capital por riesgo de crédito.

“Los niveles de garantías que pedían eran de 90%. Eso quiere decir que no estaban tomando ningún riesgo. Ha subido su índice de capital, de 15 a 17%, pero también es sintomático de que no están prestando”, expuso Herrera en franco reclamo; algo que no se recuerda, en público, de un secretario de Hacienda.

Los reclamos de Herrera encontraron respuesta unos días después por parte del presidente de la Asociación de Bancos de México, Luis Niño de Rivera, quien a su vez es presidente del Consejo de Administración de Banco Azteca, una de la instituciones que apoya al gobierno con la dispersión de recursos para los programas sociales y es propiedad del magnate mexicano Ricardo Salinas Pliego . “El secretario quisiera que la banca prestara más y el crédito es una cuestión dual: es un tema de oferta y demanda. La banca se dedica a la intermediación, que es tomar recursos del público y colocarlos entre las actividades económicas que lo requieren, pero tiene que haber demanda del otro lado”, reviró.

El presidente López Obrador no entiende mucho del sistema financiero (en abril pasado le pidió a Banxico no ‘rescatar’ a los bancos con la línea de 700 mil millones de pesos que puso a su disposición para que tuvieran liquidez), y trae tatuado el rescate bancario del Fobraproa. También le ha pedido abiertamente al Banco de México que baje sus tasas de interés, lo cual venía haciendo durante 11 reuniones de su Junta de Gobierno, no por las sugerencias de AMLO, sino porque las condiciones monetarias lo permitían.

Ayer me dijo Luis Niño de Rivera que la banca sigue muy bien capitalizada, con bajos niveles de cartera vencida y buenas reservas, además de que al cierre de octubre se habían reestructurado créditos por 90 mil millones de pesos.

No obstante, la crisis de impagos podría estar a la vuelta de la esquina, con una economía que no se recupera de forma consistente, alto desempleo y baja confianza de los empresarios y consumidores.

La relevancia de la banca para el crecimiento económico de México es sustancial, por lo que una lenta recuperación como la que se espera podría tensar más la relación. Herrera ya encendió el debate y el Presidente podría encontrar un nuevo responsable de la crisis.

Ojalá que haya prudencia en el Ejecutivo, porque lo peor que le podría pasar al país sería una nueva crisis financiera.

Twitter: @MarioMal
Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS