Gonzalo Gil White se refugió en Miami a mediados de 2019, luego de una serie de órdenes de aprehensión que le giraron desde México, a solicitud de la Procuraduría capitalina, por supuestos actos ilegales relacionados con la empresa Oro Negro, entre ellos la disposición de 750 millones de pesos de un fideicomiso de la compañía.

En septiembre de ese año se le giró una ficha roja de la Interpol que lo mantuvo imposibilitado de salir de Estados Unidos hasta ayer, cuando la Organización Internacional de Policía Criminal canceló todas las fichas rojas.

El 12 de noviembre me entrevisté con Gonzalo Gil en un café de South Beach, en Miami. Vestido con jeans, camisa y blazer, el empresario mexicano, hijo del conocido “Fiscal de Hierro” Francisco Gil Díaz, accedió a platicar sobre la historia que llevó a la quiebra a su prometedora empresa Oro Negro, en parte como resultado de la ambición del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, de apropiarse de un negocio con valor de 5 mil millones de dólares.

Gil White asegura que su proveedora de servicios para el sector petrolero fue víctima de las malas prácticas ejercidas en el sexenio pasado, con las que directivos de Pemex destruyeron financieramente a contratistas para sacarlos del negocio, o transferirlos a sus personajes cercanos.

El modus operandi de esta red de corrupción, como se ha narrado aquí anteriormente, era retrasar o cancelar pagos de proveeduría, y una vez que las contratistas entraban en crisis financiera, los directivos y amigos de Pemex proponían la compra del negocio a un precio irrisorio, bajo la promesa de mantener a los anteriores dueños como empleados, sin derecho a intervenir en la operación.

Según Gil White, Oro Negro siempre se negó a participar del esquema de corrupción de Pemex, pero siguió concursando y obteniendo contratos de arrendamiento de plataformas petroleras autoelevables, toda vez que para Pemex fue imposible reemplazarla, debido a que ofrecía servicios sumamente especializados.

Sin embargo, al recibir contratos durante la gestión de Lozoya, se sospechó que alguien más dentro de Pemex estaba recibiendo sobornos, idea que enfureció al entonces director general y a personajes clave de su red de corrupción, entre ellos su amigo y mano derecha, Froylán Gracia Galicia.

A consecuencia de esto, los chantajes a Oro Negro se multiplicaron: Pemex retrasó sus pagos, mientras el capital de la empresa disminuía drásticamente.

En octubre de 2017, la difícil pero necesaria relación entre contratante y contratista terminó por fracturarse, incluso con Lozoya fuera de la jugada. Con la crisis internacional petrolera encima, la división Pemex Perforación y Servicios canceló todos los contratos con Oro Negro, lo que llevó a los directivos a incumplir compromisos financieros y a involucrarse en problemas con la justicia.

El modelo de negocios de Oro Negro fue la creación de una serie de empresas que emitieron deuda para comprar plataformas marinas de perforación. Levantaron 900 millones de dólares a través del fondo Nordic Trustee, mismo que, una vez que la empresa quebró, denunció a Gil White y a sus socios por administración fraudulenta, lo que derivó en tres órdenes de aprehensión.

Las órdenes mantienen vigencia, bajo el argumento de que a disputas meramente mercantiles se les dio la categoría de delitos. Los abogados de Gil, Alberto Zinser y Alan Punsky, lograron la cancelación de la ficha roja, al concluir Interpol que se violentó la normatividad internacional.

La historia dará para mucho más, pero Gil White, desde su exilio en Miami, cree que es el comienzo de un proceso para limpiar su imagen.

mario.maldonado.padilla@gmail.com
Twitter: @MarioMal

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