Las del próximo domingo serán decisivas para la economía mexicana. Los grandes empresarios y los mercados apuestan al equilibrio de fuerzas políticas: que Morena no mantenga la mayoría en la Cámara de Diputados, donde se negocia el Presupuesto Federal, y en el que Andrés Manuel López Obrador tiene puestas todas sus fichas para mantener el control del Congreso; si no lo consigue, buscará ejecutar el derecho de veto para garantizar el Presupuesto del año anterior.

Entre los grandes empresarios se tiene claro que la jornada electoral del 6 de junio será la última oportunidad que las economías y capitales globales otorguen al presidente López Obrador, antes de que decidan tomar mayor protagonismo para erradicar un estilo de gobierno que pone en riesgo la estabilidad de la mayor potencia económica del mundo:

En su reciente publicación, la revista hace énfasis en la importancia del equilibrio de poderes. Su última línea del artículo dedicado a México hace un llamado al presidente Joe Biden , a enviar “discretas alertas” a su vecino del sur, pues para nada le conviene que el autoritarismo ronde por su patio trasero.

En este contexto, la mayor muestra de autoritarismo que puede dar el presidente de México es no aceptar el resultado de la jornada electoral, algo que es probable si se toma en cuenta que, aunque Morena será el partido ganador del proceso, la victoria no será similar a la de 2018.

Las señales indican que, al igual que sucediera en los procesos de 2006 y 2012, López Obrador prepara el discurso del fraude, el cual lo acompañó en 2006 durante 47 días de bloqueo en la avenida Reforma de la capital del país, y provocó la pérdida de más de 800 empleos y daños económicos calculados en más de 3 mil millones de pesos para los comercios de la zona.

Se tiene como referencia a un personaje que ataca permanente a sus adversarios, que descalifica al árbitro electoral y que prepara a sus simpatizantes para mostrar recelo y resistencia ante cualquier resultado que pudiera parecer adverso.

La particularidad en esta ocasión es que el y las acciones de resistencia vendrían, por primera vez en la historia del país, desde el propio gobierno, por lo que la magnitud de estas movilizaciones serán de mayor envergadura desde el punto de vista económico.

Este escenario es el que motiva al influyente medio inglés The Economist a hacer un llamado al gobierno estadounidense para hacer una velada intervención, con las reservas que requiere una relación bilateral de respeto mutuo, y considerando la alergia que se tiene en nuestro país a ser sometidos por los vecinos del norte.

Sería iluso pensar que el gobierno de no ha tendido sus redes para monitorear o influir en los resultados de la elección, sobre todo en estados que le representan un mayor interés, como los del norte del país.

Un ejemplo es Baja California, en el que las autoridades de EU ven como riesgo que se mantenga la influencia del gobernador Jaime Bonilla , por lo que han llegado a considerar la posibilidad de tender puentes con otro personaje que en el pasado les era indeseable: el candidato a la gubernatura del Partido Encuentro Social, Jorge Hank Rohn.

Lo irónico del asunto es que el único beneficiario de cualquier situación que parezca un intervencionismo es el propio AMLO, quien estaría validando las predicciones que ha venido haciendo desde que se convirtió en político, en el sentido de que hay un imperialismo al que no conviene ni su ideología ni su estilo.

Ni a Estados Unidos ni al mundo conviene que en no reine la democracia, por lo que un exabrupto de AMLO podría ser el detonante de medidas de presión, peores que las que se presentaron en materia comercial y arancelaria en la administración de Donald Trump .

Ya veremos qué sucede el domingo.

@MarioMal
mario.maldonado.padilla@gmail.com

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