Citi cerró la venta de 25% de su participación accionaria en Grupo Financiero Banamex a una firma de Fernando Chico Pardo y su familia. El movimiento, anunciado desde septiembre pasado, llega con todas las autorizaciones de reguladores financieros y de competencia, así como con un mensaje de que la desinversión de Citi en la banca de consumo mexicana sigue avanzando, pero sin prisas y con el plan de salida ordenada intacto: la OPI de Banamex, cuyo calendario y estructura dependerán del mercado y de la autorización regulatoria.

Chico Pardo asume la Presidencia del Consejo de Administración del Grupo Financiero Banamex, mientras Manuel Romo se mantiene como director general del Grupo y del Banco. La lectura es que el dueño de Promecap e inversionista mayoritario de Asur entra a la gobernanza, no a revolucionar el manejo operativo, y Citi conserva el control para conducir la ruta hacia la bolsa.

A Chico Pardo no le alcanza con ser “inversionista”. Quiere ser banquero. Y tiene pedigree: hizo carrera en Wall Street, fundó Acciones y Asesoría Bursátil, fue director general de Grupo Financiero Inbursa y después creó Promecap, además de participar en consejos corporativos de alto calibre. Por eso en el mercado lo describen como money maker; alguien que entra cuando ve creación de valor, disciplina y salida clara. Su apuesta por Banamex, con el sello de Citi y la promesa de una OPI, es exactamente ese tipo de jugada.

En esa biografía está la clave política y empresarial que faltaba: relación Chico Pardo–Slim. No es un secreto que su paso por Inbursa y su presencia en consejos donde gravita el grupo de Carlos Slim lo colocan en el ecosistema de confianza del hombre más rico de México. No significa que Banamex sea de Slim por la puerta de atrás; significa que el nuevo presidente del Consejo llega con capital y una escuela de banca privada que entiende el poder, la regulación y el poder financiero.

El primer efecto interno será la reconfiguración del gobierno corporativo. Hoy, en el Consejo del Banco Nacional de México aparece Ignacio Deschamps como presidente, acompañado por consejeros independientes y relacionados, entre ellos Ernesto Torres Cantú, Manuel Romo y otros perfiles corporativos y financieros. Con Chico Pardo presidiendo el Consejo del Grupo, el mensaje a inversionistas, tanto locales y extranjeros, es que Banamex busca blindar institucionalidad y continuidad, al tiempo que se “mexicaniza” gradualmente sin romper el hilo conductor de Citi hacia una colocación pública.

Y aquí entra el capítulo que incomoda: Germán Larrea. En octubre se reportó que Grupo México presentó una propuesta para adquirir a Banamex, con una oferta más alta que la de Chico Pardo, y que Citi la rechazó. La versión pública fue de evaluación y una decisión de los inversionistas; la versión política, de veto. El antecedente es 2023, cuando hubo un desencuentro con el gobierno de López Obrador por el conflicto de la concesión ferroviaria en el Istmo de Tehuantepec.

Lo delicado es que en el mercado se interpreta que el bloqueo real no estuvo en Nueva York sino en Palacio Nacional, en la Presidencia y en Hacienda. Esa lectura explica por qué Banamex habría argumentado internamente que la oferta del llamado “Rey del Cobre” no estaba previamente conversada con el grupo de inversionistas que hoy acompaña el plan y por qué la ruta Chico Pardo y la Oferta Pública de Acciones terminó imponiéndose como la opción políticamente viable y financieramente administrable.

Para la banca mexicana, el movimiento es una señal positiva porque Banamex, con su tamaño, marca, clientes y capacidad de fondeo, se vuelve un activo con mayor ancla local en la toma de decisiones y se alinea a una narrativa de regreso a manos mexicanas, aunque sea parcial y por etapas.

¿Quiénes serán los siguientes compradores del 75% que quede flotando en la bolsa? Y ¿qué tan independiente será Banamex frente a presiones políticas en un sexenio que está reordenando reguladores, prioridades de crédito y el papel del Estado en sectores estratégicos?

Chico Pardo llega a Banamex como una de sus ultimas grandes apuestas, con la que busca dejar un legado como un hombre de negocios y financiero que, en su ocaso empresarial, logró hacerse del banco más emblemático del país.

Posdata 1

En seguimiento de la columna de ayer sobre los posibles cambios en el gabinete presidencial, otro nombre que suena para dejar su cargo es el de Emilia Calleja, actual directora general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Si bien ese movimiento no está confirmado, en el sector eléctrico se reconoce una etapa de debilidad política y administrativa que la colocan bajo lupa.

La mayor presión proviene de versiones que circulan en la industria sobre reuniones privadas con empresarios y supuestas gestiones irregulares ligadas a contratos y asignaciones. Los señalamientos apuntan a intermediaciones fallidas y a procesos que terminaron desiertos, lo que ha encendido alertas internas.

Lo cierto es que tanto Emilia Calleja como Víctor Rodríguez fueron definiciones directas de la presidenta Claudia Sheinbaum; de ahí la importancia de que cualquier decisión sea confirmada por Palacio Nacional. Siguiendo esta lógica, el arranque del año pinta movido y vendrán los cambios muy pronto al inicio del próximo año.

Posdata 2

El anuncio de este lunes de Plata marcó un hito en el ecosistema financiero mexicano. La fintech, que está en la antesala de iniciar operaciones como banco, cerró un financiamiento de 500 millones de dólares con Nomura, el mayor monto levantado por una empresa tecnológica financiera en el país.

El capital institucional global vuelve a apostar fuerte por México, incluso en un entorno de tasas altas y selectividad extrema. La operación no sólo eleva el fondeo en el sector, sino que confirma una valuación muy superior a los 3 mil 100 millones de dólares, cifra alcanzada tras la ronda de capital cerrada en octubre pasado. Con este nuevo tramo, Plata supera los mil 600 millones de dólares en capital y financiamiento institucional acumulado, una bolsa que resulta clave para cumplir con los requerimientos regulatorios y arrancar con músculo suficiente su etapa como banco múltiple, luego de un proceso de supervisión largo y exhaustivo.

Detrás del número está la entrada de un banco de inversión japonés de talla global que valida el modelo, la gobernanza y la capacidad de ejecución de la fintech mexicana.

Posdata 3

El cierre de operaciones de Jüsto en México confirma que el entusiasmo por el supermercado digital no siempre camina al mismo ritmo que la rentabilidad. La empresa anunció su salida ordenada del mercado, con un calendario para concluir pedidos y devolver saldos a clientes, en un contexto donde los costos logísticos y la competencia feroz terminaron por asfixiar un modelo que requería escala y capital constantes. Esta es una señal de que el e-commerce sigue siendo uno de los terrenos más complejos para emprender en el país.

El caso Jüsto también exhibe los límites del capital de riesgo cuando la adopción del consumidor no compensa la estructura operativa. A diferencia de otros verticales digitales, el supermercado enfrenta márgenes estrechos, alta rotación de inventarios y una última milla que castiga cualquier error. La promesa de eficiencia y precios competitivos chocó con una realidad donde el consumidor mexicano continúa privilegiando el canal físico para compras recurrentes, mientras la fidelidad digital se diluye ante promociones efímeras.

Más allá de los procesos para clientes y proveedores, el mensaje al ecosistema es que la narrativa de crecimiento debe ir acompañada de disciplina financiera. La salida de Jüsto reabre el debate sobre la viabilidad de modelos intensivos en logística en mercados emergentes y obliga a inversionistas y emprendedores a recalibrar expectativas.

@MarioMal

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios