La indiscreción que cometió Andrés Manuel López Obrador el 21 de mayo pasado, cuando con seis meses de anticipación anunció que no ratificará a Alejandro Díaz de León como gobernador de Banxico, generó una incertidumbre que con el paso de los días se convirtió en ruido: los mercados comenzaron a hacer sus apuestas sobre quién llegaría al Banco de México y, más delicado aún, quién sustituiría al secretario de Hacienda en caso de ser propuesto para encabezar la Junta de Gobierno del banco central.

El ruido hizo que los integrantes de la Junta de Banxico se fueran descartando uno por uno. Gerardo Esquivel , economista de toda la confianza de AMLO, primero criticó el anuncio adelantado y luego se autodescartó. Así lo hicieron Irene Espinosa, Galia Borja y Jonathan Heath, este último porque no cumple con la edad para ser elegible. Todo apuntaba hacia la Secretaría de Hacienda, donde el principal candidato era su titular, Arturo Herrera , quien imitaría lo que hizo Agustín Carstens y Guillermo Ortiz: saltar de la Secretaría de Hacienda a la gubernatura del Banco de México.

La experiencia y credenciales de Herrera son las de un economista sólido y fogueado en el extranjero, las cuales lo avalan para ocupar el cargo de gobernador de Banxico, a donde llegará a finales de diciembre para hacer equipo con Gerardo Esquivel, ambos con una visión enfocada a lo social. De ahí a que sean partidarios de la llamada “economía moral” que pregona López Obrador hay un buen trecho. Los dos son economistas serios que tomarán decisiones equilibradas en las juntas de Banxico, aunque sin duda lo harán con una visión de flexibilizar la política monetaria , es decir, apostar a tener tasas de interés bajas para impulsar el crecimiento económico.

Herrera, sin embargo, podría ser criticado por dos cosas: la primera, por no haber podido mostrar plena independencia en el manejo de la política económica, fiscal y financiera, pues buena parte de las decisiones las tomaba el presidente López Obrador, y en algunas ocasiones incluso lo desautorizó; y la segunda es no haber podido dejar a su fiel escudero y segundo de abordo en Hacienda, el subsecretario Gabriel Yorio , al frente de la dependencia que maneja las finanzas públicas del país.

López Obrador se decantó por otro de sus incondicionales: Rogelio Ramírez de la O , quien, pese a tener buenas credenciales en los círculos financieros internacionales, no tiene experiencia en la administración pública, lo cual podría mirarse con recelo por los mercados e inversionistas. No es que Ramírez de la O no sepa de macroeconomía, pues es un sólido economista de la UNAM y doctor por la Universidad de Cambridge, pero sus últimos años los ha pasado fuera del país, asesorando a empresas privadas y al propio López Obrador.

Para Ramírez de la O la tercera fue la vencida. En 2006 y 2012 fue designado por AMLO para ocupar la Secretaría de Hacienda, pero sus aspiraciones se desvanecieron junto con las de López Obrador de llegar a la Presidencia. Al inicio de la actual administración, el tabasqueño también le ofreció ese puesto, pero lo rechazó; le interesaba más seguir haciendo negocios en el extranjero, particularmente en Estados Unidos, donde se asentó un tiempo, en Nueva York.

Durante la transición del 2018, escuché a Ramírez de la O en un foro de un grupo financiero privado. Reconoció que dados los cambios de políticas de AMLO y el contexto económico internacional, sería difícil atraer inversión privada a México. Ahora le tocará lidiar con eso y más; por ejemplo, la reforma fiscal y el paquete económico de 2022, 2023 y 2024.

Los cambios anunciados hoy por el presidente Andrés Manuel López Obrador son los más relevantes de lo que va de su gobierno en el gabinete económico. Son una sacudida al tablero de la política económica. Veremos cómo reaccionan los mercados.

@MarioMal