Victoria Rodríguez Ceja no quería ser gobernadora del Banco de México (Banxico). Su propuesta fue una sorpresa y se la dio el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, apenas unos días antes de que se difundiera que Arturo Herrera no ocuparía esa posición. La ilusión de Herrera se esfumó tras una secuencia de decisiones equivocadas que el presidente López Obrador consideró graves y la queja de un grupo de gobernadores de Morena recién llegados a sus puestos, quienes acusaron al extitular de Hacienda de haberlos dejado sin presupuesto.

Cuando Rodríguez Ceja recibió la noticia se apanicó. No quería y no pensó que iba a ser la propuesta del Presidente y del secretario de Hacienda, a pesar de que los conoce y trabajó con ellos desde que López Obrador fue jefe de Gobierno. La economista del Tec de Monterrey y El Colegio de México sabía la presión a la que podría ser sometida y, sobre todo, la mala imagen que podría generarle la imprudencia verbal de AMLO. La historia de su mentor, Carlos Urzúa, y la del propio Herrera en la 4T la marcaron.

A pesar de todo, aceptó la responsabilidad en medio de críticas y suspicacias del mercado y los especialistas por su falta de experiencia en temas de política monetaria. Rodríguez Ceja es una persona de muy bajo perfil: evade cualquier reflector y no está acostumbrada a los medios, a los grandes eventos o a tratar con muchas personas. Sus primeros pasos al frente de Banxico, sin embargo, fueron atemperando la incertidumbre que generó su nombramiento. Se comenzó a ver independiente y alejada de las tentaciones de optar por no aumentar la tasa de interés para evitar frenar el crecimiento económico.

Pero el Presidente hizo lo que tanto temía: a casi cuatro meses de haber sido ratificada por el Senado, López Obrador le echó a perder su participación en la Convención Bancaria tras divulgar la decisión de Banxico de aumentar la tasa de interés a 6.5% previo al anuncio formal que esperaban los inversionistas. Un escándalo que el Presidente quiso minimizar pidiendo disculpas.

El Presidente intentó hacer como que no pasó nada, como que no trasgredió la Ley de Banxico y se arriesgó su autonomía. No es cualquier cosa y no es la primera vez que quiere meterse en asuntos del banco central. En lo que va de su gobierno, AMLO ha enviado pésimas señales a los inversionistas respecto al banco central. Desde criticar y tildar de neoliberales a los integrantes de la Junta de Gobierno (incluido a su exasesor Gerardo Esquivel) intentar tirar línea sobre la política monetaria, hacer berrinche porque no le entregaron los remanentes de las reservas internacionales y mandar señales equivocadas con el anuncio anticipado de la no ratificación de Alejandro Díaz de León como gobernador y la ‘bajada’ de Arturo Herrera semanas antes del cambio en el banco central.

Muchos golpes en tan poco tiempo para una institución cuasisagrada y pilar de la estabilidad económica. Mucha tentación para un Presidente que ve 200 mil millones de dólares de reservas.

Posdata

El Presidente reiteró en su mensaje frente a los banqueros que quiere que CitiBanamex se quede en manos de mexicanos. Ayer entrevisté al secretario de Hacienda, Rogelio Ramirez de la O, y está en esa misma línea: “Si el consejo de directores y accionistas [de Banamex] están en México, habrá más comunicación con los acreditados y la industria. Eso conviene al país”. Lo dicho ayer: el Presidente ya habló con Carlos Hank sobre el tema.

mario.maldonado.padilla@gmail.com
Twitter: @MarioMal

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