Quienes habitamos en centro urbanos con la mayoría de servicios y comodidades a la mano, tendemos a subestimar las consecuencias del cambio climático, toda vez que escuchamos noticias sobre fenómenos devastadores, pero aparentemente aislados o lejanos, como son incendios forestales, huracanes o inundaciones. No obstante, lo cierto es que todas las ciudades de nuestro país son vulnerables a los impactos del cambio climático.

Por ejemplo, el incremento de la temperatura en la Ciudad de México, dará pie a que suframos un mayor número de episodios de olas de calor, inundaciones por lluvias torrenciales, periodos de sequía e islas de calor. Las islas de calor son un fenómeno que se produce solamente en zonas urbanas que experimentan temperaturas más altas que las zonas circundantes, debido a la acumulación de estructuras como edificios, aceras o asfaltos, que absorben más calor y lo liberan más lentamente. De hecho, todas las Alcaldías de las que se compone el territorio de la CDMX se encuentran en un riesgo medio a alto de padecer temperaturas extremas de entre 34 a 37 grados Celsius. De igual forma, nueve de las dieciséis Alcaldías en las que habita más del 68% de la población capitalina, son altamente vulnerables a inundaciones.

Desafortunadamente, los efectos adversos del cambio climático sobre la población serán diferenciados e incrementarán las desigualdades, ya que la población vulnerable y de escasos recursos, tendrá menos oportunidades de adaptarse y resistir las nuevas condiciones climáticas si no hay una decidida intervención de todos los niveles de gobierno en materia de políticas públicas, precisamente para prevenir, ordenar el territorio y crear capacidades de adaptación y resiliencia.

El pasado 6 de marzo se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Norma Oficial Mexicana NOM-003-SEDATU-2023 que establece los lineamientos para resistir, adaptarse y recuperarse ante amenazas de origen natural y del cambio climático a través del ordenamiento territorial, es decir, se trata de una norma nacional que establece una guía e indicaciones, sobre las políticas en materia de desarrollo urbano con el objetivo concreto de prevenir, adaptarse y recuperarse de desastres naturales y de las consecuencias de los cambios de temperatura.

La entrada en vigor de dicha norma me parece un gran acierto toda vez que emite las recomendaciones de política desde un punto de vista ambiental, social, económico, cultural, en materia de gobernanza y movilidad, a efecto de que los gobiernos a una escala nacional, regional, estatal, metropolitana y municipal, puedan diseñar, coordinar y ejecutar políticas públicas de protección al medio ambiente como es impedir que la mancha urbana siga avanzando sobre áreas forestales y verdes; identificar, registrar  y disminuir contaminantes del aire, agua, suelo y subsuelo; hacer eficiente el uso del agua; promover viviendas sustentables; elaborar o actualizar planes y programas de ordenamiento territorial y desarrollo urbano; identificar proyectos de construcción, rehabilitación o mantenimiento de infraestructura o equipamiento para prevenir inundaciones; entre otras muchas medidas.

La otra buena noticia, es que la Ciudad de México siempre ha estado más adelante en esta materia que otras entidades, incluso que la propia Federación. De hecho, la CDMX fue la primera en diseñar y aplicar un instrumento en materia de cambio climático y es la única entidad federativa que ha tenido tres programas de acción climática desde hace 18 años. La CDMX cuenta además, con una nueva Ley de Cambio Climático alineada con el marco jurídico nacional e internacional.

No obstante, ha sido durante la actual administración 2018-2024, a la que diera inicio la Dra. Claudia Sheinbaum, que se dieron pasos de gigante en la materia, toda vez que se creó la Estrategia Local de Acción Climática 2021-2050 y el Programa de Acción Climática de la Ciudad de México 2021-2030. Gracias a dicha Estrategia y Programa que contienen en esencia todas las recomendaciones de la NOM-003-SEDATU-2023 que recientemente se publicó, ha sido posible la reducción de más de dos millones de toneladas de emisiones contaminantes entre otros muchos aciertos, lo que le ha valido a la Ciudad de México numerosos reconocimientos internacionales.

Mariana Boy Tamborrell

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