Falta poco para la falsa consulta para la “revocación” de mandato, misma que de manera mañosa promovió Andrés Manuel López Obrador desde la campaña presidencial. Los que están a favor de esta consulta lo refieren como un ejercicio para fortalecer la democracia, pero no es así. Lo que dice nuestra Constitución es que, si un grupo de ciudadanos no está de acuerdo con el desempeño del Ejecutivo, puede impulsar por la vía legal el proceso de revocación de mandato. Esta consulta, sin embargo, provino del presidente y lo que quiere es que se le ratifique, lo cual no está en la ley y resulta una vil excusa para continuar con la campaña política permanente de López Obrador.

Para lograr el mayor número de votos las llamadas a los adultos mayores no cesan, diciéndoles “como tú sabes, mi presidente es quien paga tu pension del bientestar y es muy importante que votes por la ratificación, para que no llegue otro y te quite los beneficios que recibes”, incluso a personas que viven en Estados Unidos les llaman del consulado diciendo que hablan de parte del presidente para que voten por su ratificación. A esa campaña bajo la mesa se suma un descarado despliegue de cinismo pues el país está tapizado de propaganda a favor de que se quede. Dilapidando recursos que son de todos para orquestar una campaña ilegal. La insistencia del INE en exigir el retiro de la propaganda no ha hecho sino provocar más ataques contra el Instituto. La jefa de gobierno incluso se atreve a decir que el Instituto ataca a la libertad de expresión. Los victimarios como víctimas.

El mandatario pues sigue en campaña y, como hacen los candidatos, busca que no haya ningún elemento que pueda bajar su popularidad. Por eso está subsidiando la gasolina que es lo que evidentemente traería un ánimo de rechazo generalizado de la población. Pero solo es por un propósito electorero pues ha mostrado con hechos que les tiene sin cuidado la salud, la educación, la seguridad, la ecología, o cualquier tema que tenga que ver con el desarrollo. Tampoco les importan las víctimas, y en cambio quieren destruir a todo el sector social independiente. Lo que buscan es que cualquier apoyo proceda directamente de López Obrador, ni siquiera de su gobierno. Y ni qué decir de los enfrentamientos, masacres, feminicidios, y asesinatos de periodistas y activistas. Además, los escándalos de corrupción y abuso del poder continúan sin parar. Especialmente grave es el caso de un fiscal que se atreve a presionar a la Suprema Corte para que permanezca en la cárcel una inocente, entre muchas otras tropelías.

Nada de esto le importa a López Obrador ni a su gobierno. Es más, muchos de ellos son acciones deliberadas cuyo fin es muy obvio: concentrar el poder. Es tal la obsesión, que no le importa hundir la economía, que millones caigan en la pobreza, que la educación pública se desmorone, que cientos de miles mueran por COVID , que ya no exista Seguro Popular ni nada que funcione en su lugar, que maten a quien sea, donde sea y a la hora que sea. No, lo que al parecer le apasiona es insultar a los periodistas, o al gobierno de Estados Unidos, o al de España, o a los parlamentarios europeos, o a las organizaciones no gubernamentales. Lo que le importa entonces es inventar enemigos, porque sin enemigos no se imagina una campaña política.

No caigamos en el juego, eso no es democracia participativa , es distracción, es vanidad. Se ha dicho ya en todos los tonos y con todos los argumentos que la consulta es una tremenda y costosísima farsa. Ejerce tu derecho a manifestar que no estás de acuerdo con este engaño no participando en él.

 


(Colaboró Susana Donaire)