Al igual que el sector salud, la educación pública ha sido vulnerada por restricciones presupuestales y precarización de las condiciones del proceso enseñanza aprendizaje. Para los profesores ha significado condiciones de trabajo docente con inestabilidad, bajos salarios, en educación superior impera el pago a destajo (pago por hora pizarrón impartida), imposición de programas productivistas para pago por desempeño, violentando el principio de “a trabajo igual salario igual”, grupos sobrecargados, etc. Para los estudiantes, carencias enormes en las escuelas, desde básica hasta el nivel superior.

En educación superior, vivimos una Reforma silenciosa y segmentada que impulsa procesos de mercantilización y modificación en los contenidos curriculares para cambiar su fin social. Se acompaña de una precarización mayor de la docencia, ante la imposición de programas restrictivos y discriminatorios como el de Incorporación de jóvenes a la investigación y la docencia en la UNAM, que establece como requisitos para acceder a las plazas, ser hombre menor de 37 años para los hombres o mujer menor de 39. Esto es ominoso para profesores formados en las universidades, con 10, 15, 20 años de servicio. (Gaceta UNAM, 11 noviembre, 2013)

En este contexto, la situación de emergencia sanitaria impuso que toda la educación se realizara en línea, maestras y maestros no sólo aceptamos desarrollar actividades académicas a partir de distintas plataformas, sino que además elaboramos materiales, generamos iniciativas de conferencias virtuales, brindamos atención a los estudiantes en horarios adicionales a las clases, incrementando nuestra jornada de trabajo. Reconocimos la excepcionalidad de la emergencia y la mayoría de las y los docentes nos empeñamos en definir aprendizajes significativos.

Ante el inicio de un nuevo ciclo escolar, todo apunta a que las autoridades aprovecharán la pandemia para normalizar el uso masivo de las nuevas tecnologías en la educación, como sustituto de la educación presencial. En la UNAM sin consulta alguna a profesores o estudiantes, sin una evuluación cualitativa de la experiencia que hemos vivido en la emergencia sanitaria, ofrecen que no regresemos a la educación presencial, sino a un modelo “híbrido” con una combinación de educación en línea y presencial.

Pero hay una preponderancia por la educación en línea. Las facultades de Química, Ciencias, Medicina, entre otras, impartirán sus cursos 100% en línea. Otras como Economía, proponen a la generación que ingresa, cursos 100% en línea y a los estudiantes de los otros semestres escolares modelos híbridos.

Imponer educación virtual a los estudiantes que ingresen a bachillerato o licenciatura, después de una experiencia de 6 meses de confinamiento, en el aislamiento de actividades académicas, frente a una computadora y en la transición de un ciclo escolar a otro, los dejará sin la experiencia socio-emotiva del trabajo colectivo, de las interacciones afectivas con sus compañeros y profesores, lo cual puede tener un impacto negativo no sólo en sus aprendizajes sino en su personalidad.

Los procesos universitarios exigen un ambiente de aprendizaje y enseñanza en aulas, laboratorios, grupos de investigación, de interacción entre los estudiantes, docentes, investigadores. Indispensable abrir un debate nacional para garantizar una educación pública como derecho social humanista, crítica, científica y que incorpore un uso de las tecnologías informáticas subordinado a los fines pedagógicos, de libre acceso y, a disposición de todos en cualquier región del planeta.



Profesora de la Facultad de Economía de la UNAM e integrante del CACEPS.
caceps@gmail.com

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