El Covid 19 ha desenmascarado muchas deficiencias de nuestro sistema público. Además, como ha sucedido en otras partes del mundo, también ha exhibido la irresponsabilidad de los líderes políticos y particularmente de quienes encabezan el poder ejecutivo en los distintos países.

En el caso de Estados Unidos, es clarísimo que la irresponsable manera en la que se ha manejado la pandemia fue un factor clave y decisivo para la derrota de Donald Trump. En el caso de México, dicha irresponsabilidad en el manejo de la pandemia ha sido devastadora en todos los sentidos.

Los temas claves para la ciudadanía se jerarquizaron de una manera distinta y, consecuentemente, se dio prioridad a la preocupación en los temas de salud, educación y economía. Desgraciadamente la falta de seguridad es ya un tema interiorizado y, hasta cierto punto, normalizado por quienes vivimos en México y las preocupaciones inmediatas se volcaron sobre lo que el Covid 19 agudizó: salud, educación y economía.

La salud es, sin duda, un tema prioritario que tiene relación directa con la posibilidad de mejorar las condiciones que hoy tenemos en materia educativa y económica. Pero al gobierno de México eso no le importa.

Tan está claro que no le importa que basta asomarse al Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), que fue aprobado por Morena en la Cámara de Diputados, para convencerse de ello. También por eso es tan importante la elección del 2021.

No me voy a referir al escenario de optimismo demagógico establecido en los criterios generales de política económica, ni a las barbaridades de la ley de ingreso y particularmente de los fideicomisos cancelados. Tampoco me referiré al ingreso previsto que es el mayor de los últimos 30 años.

Como fue asignado el PEF es el reflejo de la irresponsabilidad del gobierno federal en materia de salud:

1. El incremento al presupuesto de salud es del 0.9% con respecto al año pasado. Desde el principio de sexenio, López Obrador decidió reducir la inversión en salud al mínimo anterior, ya de por sí bajo. Además de haber desaparecido la partida del fondo de gastos catastróficos.

2. A pesar del avance del Covid 19, de que hemos rebasado un millón de contagios y de que en esta semana estaremos llegando a las 100 mil defunciones (oficiales), no hay un peso reflejado en el presupuesto para hacer frente a estos escenarios. No hay recursos etiquetados para el Covid ni para las pruebas, que son tan necesarias para poder tener una dimensión real de la catástrofe (quizás esa sea la idea, no tener que hacer pública la dimensión de la emergencia).

3. En el tema de las vacunas, basta decir que si el año pasado el gobierno no había querido comprar las vacunas y, por ello, dejaron un déficit de vacunación en los niños y niñas mexicanos; ahora es peor, han decidido dejar de aplicar vacunas, por ejemplo, contra la tuberculosis. Esto tendrá consecuencias que, aunque no serán visibles en uno o en tres años, se verán cruelmente reflejadas en la salud de los hijos e hijas de millones de familias que confiaron en el presidente.

En materia de salud, no hay presupuesto para el cáncer infantil, para las mujeres con cáncer de mama, para las pruebas que tanto se necesitan para atender la pandemia, para comprar y distribuir las vacunas. Sin embargo, sí hay presupuesto para los tres proyectos del presidente: Dos Bocas, tren maya y el nuevo aeropuerto.

El presupuesto del 2021 es un presupuesto cruel y clientelar, reflejo de la irresponsabilidad del Estado, que no apuesta al crecimiento del pueblo de México y que, en medio de la pandemia, nos envía el mensaje de que la salud no es una prioridad; se trata de un presupuesto que afecta sobre todo a los más desfavorecidos.

Abogada

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