Nos fuimos acercando a lo que, hace unos años, podría haber sido una broma de algún país populista. Sin embargo, es una realidad y estamos ya a unos cuantos días de que suceda. Y como dice Luis Espino: “es una farsa demasiado peligrosa para ignorarla”.

La “consulta” que quiere llevar a cabo el presidente de México es una consulta que tiene, además de muchos otros defectos esenciales, fallas de origen. No nos encontramos ante una verdadera figura de democracia participativa, sino ante una irresponsable farsa contra los valores más elementales de un Estado Democrático y Constitucional de Derecho.

1. La infame “consulta” es, primero que nada, anticonstitucional porque es violatoria de los derechos humanos y, particularmente, incumple con lo dispuesto en el numeral 3 de la fracción VIII del artículo 35 de nuestra Carta Magna.

Es contraria a la propia Ley Federal de Consulta Popular. Se trata de una revancha, de un resentimiento irresponsable desde el poder en el que no se da cabida a ningún sentido de trascendencia para el país o para alguna localidad.

2. La infame “consulta” está dirigida desde el Ejecutivo, a través del acarreo y de la instrucción a sus superdelegados para que lleven a electores a participar en las casillas. Lo anterior no lo digo yo, sino que lo narra Salvador García Soto dentro del artículo publicado en EL UNIVERSAL.

3. La infame “consulta” ha sido orientada y dirigida desde el poder con el objeto de que la ciudadanía ni siquiera se detenga a leer (que, sobra decir, es ininteligible) la impresentable pregunta redactada por la Suprema Corte, sino que busca que las personas sólo tengan una cosa en la mente: enjuiciar a unas personas dentro de lo que parece ser un claro linchamiento.

4. La infame “consulta”, muy lejos de proteger derechos humanos, los restringe especialmente los de debido proceso.

5. La infame “consulta” es parte de un discurso de odio que, claramente, pide a los seguidores del gobierno que lleven a cabo acciones en contra de “determinadas personas”.

6. La infame “consulta” viola la dignidad de las personas a quienes va dirigida la pregunta, así como los principios de debido proceso, de presunción de inocencia y viola las garantías de audiencia y legalidad.

7. Claramente hay una violación al derecho a votar de manera libre y secreta. Porque indebidamente colocaron anónimamente un “centro de información” y recaudación de datos a las afueras de varios templos religiosos en el país, en los que, evidentemente, se induce el sentido de la votación en la consulta. El INE no les ha exigido nada, estos centros son opacos, a nadie rinden cuentas, nadie informa sobre su modo de financiamiento, ninguna autoridad les dio permiso. Pero ahí están, en la cara de todos, frente a las autoridades públicas y particularmente frente a las autoridades electorales.

Se violenta el derecho libre a votar porque traen padrones de beneficiarios a los que obligarán a votar, tal y como narran a quienes se les ha pedido. Desgraciadamente, para inducir al voto he visto a senadores metidos en esa propaganda a sabiendas que están violando los derechos humanos que antes tanto reclamaban y defendían.

8. El gasto será mayor de 528 millones de pesos que, en lugar de ser dedicados al abasto de medicinas de niños y niñas con cáncer, a vacunas, a la reconversión de hospitales y a muchas otras cosas, serán gastados en un instrumento antidemocrático y de odio que demerita a la propia figura de participación.

Se trata una consulta que es violatoria de derechos humanos, que condiciona al odio entre los mexicanos, que humilló al poder judicial, que humilla y distrae a los funcionarios, que manipula la pobreza, que viola el derecho al voto libre y secreto, que violenta principios democráticos. La consulta es una farsa. La consulta es una infamia porque es un acto vil, malvado y deshonroso sobre todo para quien la promovió.

Abogada

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