Hace más de un año, un grupo de mexicanos nos presentamos ante el INE para manifestar nuestra intención de fundar México Libre. Fue un acto de libertad, porque estamos convencidos de que México es un gran país, por su historia, por su cultura, por su identidad, por sus recursos naturales y, sobre todo, por la bondad de su gente.

Lo hicimos porque queremos que México Libre sea una expresión que impregne una perspectiva ética en la política para construir el Bien Común, que proponga una economía competitiva y solidaria, una política que defienda la democracia para la justicia en la libertad y busque el Estado de Derecho y el Desarrollo Sustentable, todos ellos elementos fundamentales para garantizar la dignidad de la persona en cualquier condición y en cualquier momento.

Dijimos aquella vez que íbamos a recorrer los caminos de la Patria. Y sí, recorrimos el país con un mensaje valiente de esperanza y en todos los estados de la República plantamos la bandera de México Libre.

Y lo logramos no uno, ni dos, ni un puñado de mexicanos, sino miles y miles de mujeres y de hombres que creemos en la grandeza de México. Nos organizamos en más de 270 distritos y tuvimos más de 250 asambleas, hicimos más de 400 reuniones y llegamos con más de 317 mil afiliados.

Les corresponde ahora a las autoridades electorales la decisión final. Esta decisión la tiene el INE, que es el resultado del esfuerzo de la generación de la transición que buscó un Estado Constitucional y Democrático de Derecho en México. El INE es un motivo de legítimo orgullo republicano que se fundamenta en la confianza generada por los órganos ciudadanos que, como el INE, organizan y administran con convicción los procesos electorales.

Desde aquí solicito, atenta y firmemente, que todas las resoluciones que tomen las actuales autoridades y las nuevas autoridades tengan por mira la conservación del pluralismo político, la garantía efectiva de los derechos fundamentales y la promoción de la participación ciudadana efectiva como eje para la consolidación definitiva de nuestras libertades.

El 28 de febrero no llevé al INE un montón de papeles, o unos meros documentos, lo que realmente presenté fue uno de los esfuerzos ciudadanos más genuino que se haya realizado en México en este siglo.

Iniciamos en medio de una gran incredulidad, pero lo logramos porque nos encontramos en el camino con miles de ciudadanos que amamos a México. Se movieron padres de familia que, preocupados por el futuro, respondieron a la exclamación de “¡hay que hacer algo!”; de estudiantes que han decidido mirar a México como su Patria y la quieren para siempre; de trabajadores que saben la importancia de la dignidad de vivir bajo sus propios medios sin que el gobierno ni nadie los esclavice; de indígenas que ven el deterioro en los servicios. En fin, se nos unió gente de todas las profesiones y oficios, de todas las regiones del país y cumplimos con el deber ético de participar en la política.

Quienes estamos y trabajamos en México Libre debemos saber que traemos entre las manos una esperanza cierta para nuestro México, que nos obliga a ser valientes y mantenernos perseverantes y fuertes ante la crítica sin sentido, al odio y al insulto, al hostigamiento y al intento de denigrarnos.

Sé que siempre habrá quien sucumba a la tentación antidemocrática de robar la esperanza de los mexicanos. Por lo que pueda venir, pido a los ciudadanos que nos apoyen en este ejercicio del derecho de asociación, pido a quienes forman parte de México Libre que recordemos que el camino lo recorrimos con alegría, pero fue difícil y nada nos fue regalado para llegar a este momento; y que es precisamente este difícil camino el que nos ha preparado para “tiempos recios”, pero también para tiempos de esperanza.

Abogada

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