Hoy se inaugura el aeropuerto más caro del mundo, en todos los términos. El desastre económico sin precedentes comenzó con la destrucción (especialidad de la casa que gobierna) de un aeropuerto y con la posterior construcción de uno nuevo a pesar de los obstáculos y complicaciones que ello representaba. Eso sí, nosotros —el pueblo— pagaremos por años todas las deudas que contrajimos por esa decisión y por lo que se puede llamar un capricho de Estado. Pero no sólo eso, además de las deudas que vamos a pagar —no los empresarios involucrados, por cierto— resulta que el nuevo aeropuerto tuvo un costo de más del 35% arriba de lo calculado oficialmente.

El presidente dijo en octubre de 2019 que la obra costaría 75 mil millones de pesos, pero no fue así: EL UNIVERSAL nos informó, hace unos días, que “a diciembre de 2021, el gobierno federal ha ejercido para la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) 104 mil 531 millones de pesos según cifras oficiales”, sin contar que para 2022 Morena aprobó para dicho fin en el Presupuesto de Egresos una asignación adicional por más de 11 mil 450 millones de pesos, lo que “elevará su costo a 115 mil 981 millones”. Por eso el diputado del grupo parlamentario del PAN, Héctor Saúl Téllez, ha solicitado la comparecencia ante el Congreso de funcionarios responsables del AIFA.

Fuera del ámbito económico (que no es menor), lamento lo caro que nos ha salido en términos sociales: hemos visto a los empresarios involucrados ser partícipes de un silencio negociador de vergüenza y un pueblo que fácilmente se polarizó. Vimos también un Ejército empleado en la construcción del nuevo aeropuerto y trabajando con horarios que violan los derechos humanos fundamentales en materia laboral, como las jornadas de horas de trabajo para que se mantuvieran activos durante las 24 horas ininterrumpidas.

Eso sí, el gobierno —que no el pueblo— contó con Morena para callar y obedecer desde el Poder Legislativo, pero también contó con una Suprema Corte que acumuló juicios de amparo y que presionó a los jueces para resolverlos a modo; porque se trata de un Poder Judicial cuyo nivel de “lacayismo” es inigualable. Una Suprema Corte que se hunde cada vez más y cuyo ministro presidente parece querer llevar al fracaso.

Y bueno, de la imagen de México en el extranjero como consecuencia de haber decidido cancelar uno y construir otro aeropuerto ni hablamos.

Mientras tanto, en la Cámara de Diputados recordamos a las víctimas del Covid en México cuya cifra de fallecidos está cerca del millón de mexicanas y mexicanos.  Y es que el manejo de la pandemia en México ha sido la expresión de la mayor tragedia de salud pública que hayamos vivido en los últimos cien años. Por si todo esto fuera poco, en la misma Cámara se aprobó, por parte de Morena y sus acompañantes, hacer reformas a tres leyes que amenazan la economía de los trabajadores. Dichas reformas permiten “la cobranza delegada”, un término inventado para prácticamente embargar el salario de los trabajadores.

Estas reformas alientan además la colocación de créditos por parte de las instituciones de crédito sin importar la situación del deudor, simple y sencillamente porque hay garantía del pago del crédito y, como es irrevocable, eliminó la competencia entre bancos y, con ello, la posibilidad de bajar las tasas de interés, como sucede en cualquier sistema económico sano. Es una especie de agiotismo en uno de los peores momentos económicos del país. Ya escribiremos al respecto.

Pero, mientras tanto, celebremos la inauguración del aeropuerto más caro del mundo.

Diputada federal

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