Todos sabíamos que sería rechazada la Reforma Electoral Constitucional presentada por López Obrador y apropiada por Morena. El objetivo era desaparecer al INE, debilitar al congreso y asegurar unas elecciones de Estado para el 2024. La marcha ciudadana del 13N dio certeza a los legisladores que tenemos el honor de ser oposición en tiempos recios de autoritarismo. El debate fue rápido, los diputados oficialistas de Morena insultaron todo lo que pudieron y, al final, no tuvieron la mayoría calificada para reformar la Constitución por lo que su reforma fue rechazada.
La venganza estaba avisada: presentarían un plan B. El famoso plan B era una promesa de fraude a la Constitución, y la promesa fue cumplida por los oficialistas de Morena. Se trata en efecto de un fraude a la Constitución y a las leyes.
Fue durante la noche del martes a miércoles cuando por fin llegó la iniciativa. Incluyeron unos párrafos que buscan que el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México mantuvieran su registro para siempre y así consiguieron sus votos y mantuvieron el odio en la exposición de motivos. En el pragmatismo egoísta de esos dos partidos ya no me detengo.
La diputada que presentó la reforma no sabía bien el contenido de la iniciativa. Leía un discurso, entregaba 400 hojas y ni siquiera tenía claro cuáles eran las leyes que pretendían reformar. Presentamos mociones suspensivas y nada les importó. Seguimos en un recinto alterno votando en contra hasta las tres de la mañana. La iniciativa ni siquiera debió ser aceptar por la mesa directiva (la oposición, incluyendo el presidente de la mesa directiva, votó en contra del orden del día).
La claudicación de la Cámara de Diputados, la anulación de todo un poder, el autogolpe de estado por parte de Morena. Sí, fue muy frustrante.
Ahora le toca al Senado de la República, que está llamado constitucionalmente a ser un contrapeso y a ser una verdadera cámara revisora. El senado encontrará que la iniciativa viola todo el proceso legislativo constitucional de forma y de fondo como lo muestro en estos tres puntos:
- Morena suspendió todos los trámites inherentes al proceso legislativo; ni siquiera hubo un día para leer y revisar la propuesta. La Suprema Corte ya ha declarado estas prácticas como inconstitucionales.
- El artículo 72 G Constitucional dice claramente que: “Todo proyecto de ley o decreto que fuere desechado en la cámara de su origen, no podrá volver a presentarse en las sesiones del año”. Es decir, como ya se había rechazado la reforma constitucional, el contenido correspondiente de la iniciativa de ley no se podía discutir este año. Por lo tanto, hay un fraude a la constitución.
- La iniciativa del plan B, además de inconstitucional, es inoportuna porque afecta directamente a la estructura de los órganos encargados de las elecciones del 2024 y claramente no quieren que éstos cumplan su papel. Por ejemplo: reduce los días de insaculación y capacitación de 56 a 26 días, pero -eso sí- remueve más de la mitad de las direcciones para llevar a cabo la elección más grande de la historia. Elimina fondos y fideicomisos por lo que, además, lo enfrentará a problemas laborales y debilita la autoridad del Instituto. La iniciativa busca anular orgánicamente al Instituto Nacional Electoral para que no pueda cumplir con sus obligaciones y es un claro aviso de que habrá una impugnación electoral si no son ellos los que ganan las elecciones.
En resumidas cuentas, asistimos a la indignidad del Congreso, a la humillación voluntaria, a un autogolpe de estado por parte de los diputados oficialistas que no dieron a respetar ni la Constitución, ni los procesos ni su investidura. Deberíamos todos de hacer un esfuerzo en la Cámara de Diputados para que esto no vuelva a pasar. Ya están hablando los ciudadanos y la mirada estará puesta en el Senado de la República.
VIRGEN DE GUADALUPE: Las Leyes de Reforma publicadas por Benito Juárez establecen el 12 de diciembre como día festivo. Las peregrinaciones han llegado desde muy lejos para recordarnos que somos un pueblo que vive una espiritualidad particular y que nos recuerda aquella frase: “no hizo cosa igual con ninguna otra nación”, por eso la esperanza que millones de mexicanos ponen en ella. Acompañar con fe la hermosa historia de la presencia de la Guadalupana nos da razones maravillosas para amar más a México y a nuestro pueblo. Sin embargo, independientemente de la religión que se tenga o no se profese ninguna, La Guadalupana es un símbolo de identidad, es un hermoso elemento aglutinador de nuestro país y de nuestro pueblo que habla de encuentro, de diálogo y de unidad… que tanto nos falta.
Diputada federal

