Como mexicano-americano que ha vivido la Promesa de América, comprendo profundamente la importancia de la representación política y su impacto en nuestras comunidades. Hace casi cincuenta años, mis padres emigraron de México a Arizona en busca de un futuro mejor para nuestra familia. Gracias a su incansable esfuerzo y firme determinación, lograron alcanzar el Sueño Americano, y yo me convertí en la primera generación de nuestra familia en asistir a la universidad.

Mi carrera en el servicio público comenzó a los 22 años cuando me convertí en el alcalde más joven del país, sirviendo en mi ciudad natal, Nogales. Más adelante, trabajé como Director del Departamento de Comercio de Arizona y como Jefe de Gabinete en la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza bajo la administración del Presidente Obama. Estas experiencias me han otorgado una perspectiva única sobre los desafíos y las oportunidades que enfrentan nuestras comunidades.

Actualmente, como CEO de , he observado de cerca el potencial de los votantes mexicanos-americanos para influir en el panorama político. Con más de 37 millones de votantes elegibles, este grupo demográfico tiene el poder de inclinar la balanza a favor de cualquier partido político. No obstante, la baja participación electoral y un cambio en las lealtades políticas amenazan con mermar su impacto.

Estoy profundamente preocupado por la baja participación electoral entre los mexicanos-americanos. En las elecciones presidenciales de 2020, solo el 53% de los votantes elegibles de este grupo participó, en comparación con el 63% de los votantes blancos elegibles. Esta brecha en la participación tiene consecuencias significativas para nuestras comunidades, pues perdemos oportunidades cruciales para influir en la política y elegir representantes que verdaderamente defiendan nuestros intereses.

Los asuntos en juego son personales para mí y para millones de familias mexicanas-americanas. El desarrollo económico, la educación, la atención médica y la reforma migratoria no son solo debates políticos, sino una cuestión de dignidad y oportunidad. Conociendo el impacto del liderazgo efectivo y las políticas adecuadas, comprendo que la postura del próximo presidente sobre estos temas afectará directamente la vida de nuestras familias y comunidades.

Para captar la atención de este grupo influyente, es crucial que los partidos políticos se comprometan con esfuerzos significativos de alcance y desarrollo de políticas. Los votantes mexicanos-americanos buscan representación gubernamental y decisiones políticas que aborden sus desafíos únicos. Al reconocer y responder a estas preocupaciones, los candidatos pueden revitalizar la base demócrata y atraer nuevos partidarios.

En resumen, la influencia de los votantes mexicanos-americanos en las próximas elecciones en EU es inmensa. Como testigo de la Promesa de América y defensor del empoderamiento de nuestras comunidades, insto a los partidos políticos a prestar atención, comprometerse con este grupo demográfico esencial y desarrollar políticas que aborden sus necesidades. El futuro de nuestras comunidades y las vidas de millones de familias mexicanas-americanas están en juego.

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