Los términos posible y probable tienden a confundirse semánticamente. El Diccionario de la Real Academia define lo posible como “lo que puede suceder” y lo probable como “dícese de aquello que hay buenas razones para creer que sucederá o se verificará”.

La diferencia entre estos dos conceptos es vital para comprender el espíritu de la prospectiva estratégica y debe ser diferenciada de los enfoques de pronóstico (forecasting en inglés) que se caracterizan por su manera práctica de reconocer la realidad; su fuerza pronosticadora ha evolucionado más hacia la construcción de fenómenos abandonando las funciones predictivas de las probabilidades.

En la prospectiva estratégica se trata de deducir el futuro con acciones para anticiparse y poder influir en él.

Hace unos días, en un timing que no debe ser leído como una coincidencia, se dieron a conocer algunos adelantos de la autobiografía “Never Give an Inch” (“Nunca Cedas una Pulgada”) del exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) y polémico exsecretario de Estado del gobierno de Donald Trump, Michael Richard Pompeo. Algunos extractos de lo narrado ahí están relacionados con asuntos de seguridad nacional y el fracaso de los abrazos del gobierno de López Obrador.

La entonces relación bilateral no sólo se tornó compleja, difícil y llena de amenazas creíbles, sino la genuflexión del Ejecutivo ante los embates y chantajes estadounidenses se volvió bastante evidente.

El capítulo migratorio y la política de expulsión de personas a la fecha, lleva ese distintivo sello quizá con algunos matices, pero en lo integral para México sigue siendo el mismo infierno con diferente diablo.

Lo llamativo es la visión y la prospectiva del análisis de Pompeo, quien ha transitado los pasillos de la inteligencia y contrainteligencia, enfocado al empoderamiento en los últimos cuatro años de las organizaciones criminales en México vistas ya como una amenaza no sólo a la seguridad nacional, sino regional al manifestar que Estados Unidos podría sufrir una amenaza terrorista gestada desde territorio mexicano.

Esta afirmación —entre muchas otras— debería ser en sí una alerta roja. Se asume un análisis prospectivo de variables, actores, escenarios y estrategias de quien fuera un alto funcionario estadounidense con acceso a información confidencial.

Aseverar que “...mi evaluación es que México como refugio seguro y punto de partida para operaciones terroristas dentro de los Estados Unidos es una posibilidad seria dentro de los próximos 10 años...” es una revelación notable.

Las distracciones estériles y la propaganda mañanera no alcanzan para (dimensionar) matizar esta realidad que, dada a conocer en la coyuntura del juicio contra García Luna, no da pie para demasiadas lecturas.

El gobierno de México (de todos los colores partidistas) está en el banquillo de la narrativa de ser un narcoestado donde sus organizaciones criminales son consideradas posibles amenazas terroristas.

Las derivaciones de este escenario expuesto en el contexto electoral estadounidense y mexicano en medio de la lucha por el 2024 tendrá un impacto cuyo pronóstico es aún reservado.

Dudas razonables: En la cuatroté, ¿confundirán estrategia con planeación minimizando un análisis y evaluación de riesgo? Y en la oposición, ¿los actores políticos tendrán una hoja de ruta ante la complejidad integral de este escenario?

@GomezZalce