Andrés Oppenheimer, en su libro Cuentos Chinos (2005), pregunta: ¿Dónde está México y América latina en el nuevo contexto mundial? El periodista argentino responde citando 2 estudios, el primero es del eurodiputado socialista alemán Rolf Linkohr (2004), que nos dice que “la influencia y la participación de América Latina en el comercio y la economía mundiales es pequeña y cada vez menor, a medida que crecen las economías en Asia.

El segundo estudio es del Consejo Nacional de Inteligencia (CNI), que es un Instituto de la CIA en los Estados Unidos, y señala en 2005 que “la región latinoamericana se encuentra dividida entre norte y sur, y hackeada por la ineficiencia de sus gobiernos, amenazada por la criminalidad, y sujeta al creciente peligro de que surjan nuevos líderes populistas que explotarían en su beneficio la brecha entre ricos y pobres para consolidar regímenes totalitarios”.

Hoy vemos que el CNI y el eurodiputado Linkohr tenían razón y que la región de Latinoamérica se ha quedado atrás en el tamaño de su economía y en el ingreso per cápita de sus habitantes y que será difícil que recupere el terreno perdido en la medida que avanza una izquierda trasnochada que lidera el foro de Sao Paulo.

Siempre he sostenido la tesis de que el motor de una economía es la inversión productiva y el lubricante es la confianza.

La paradoja es que hay un gran contraste en el discurso de los “comunistas chinos” y el de los socialistas retrógradas latinoamericanos. Mientras los chinos se desvelan por captar inversiones, muchos de los políticos de izquierda de Latinoamérica se regodean ahuyentándolas.

Mientras que China se asume como la única responsable de sus éxitos o fracasos, en México el discurso de López Obrador es señalar que los mexicanos somos víctimas de los gringos, de España o de la inversión extranjera, que nos han explotado de manera histórica.

Hoy no hay ideología que valga, solo hay países que atraen y retienen inversiones productivas y los que las espantan. Entonces ¿por qué les va mejor a los países asiáticos como China, Singapur o Corea del Sur que a los latinos? En gran parte, por que los asiáticos están atrayendo muchas más inversiones productivas que América Latina y están invirtiendo en la educación de su gente.

En México las remesas familiares que envían los mexicanos que viven en los Estados Unidos ya superan el total de la inversión extranjera directa. En 2021, las remesas ascendieron a la cifra de 51 mil millones de dólares, mientras que la IED sumó solo 31 mil millones de dólares.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en su libro, “2018 la salida” en el capítulo IX nos dice que el gobierno puede hacer posible la convergencia de los sectores público, privado y social… Esta cooperación estrecha es el principio básico para construir una economía fuerte y una sociedad más justa: todos somos indispensables para hacer realidad el progreso con equidad que propugnamos muchos de buena voluntad”. También señaló, “en el terreno de lo programático actuaremos con el mayor realismo posible y sin ocurrencias o engaños … un gobierno debe convocar la esperanza, pero sin caer en falsas promesas, por que terminará enredado en su propia demagogia”.

Cuba, Venezuela y Nicaragua son países espanta-capitales. México atrapado en la demagogia, el populismo y las mentiras de López Obrador ha decidido entrar a este grupo de países que retroceden porque ahuyentan inversiones, mientras en la geopolítica mundial los países que avanzan son los capta-capitales.

Ingeniero industrial y empresario


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