Durante los últimos meses hemos sido testigos de los evidentes y deplorables impactos que ha dejado a su paso el virus SARS-CoV-2 en la economía de prácticamente todo el orbe; con parálisis en los motores que mueven el desarrollo regional ocasionando golpes directos en los bolsillos de los sectores más vulnerables de la población.

Bajo esta tesitura, es menester acentuar que no sólo nos encontramos en medio de una crisis sanitaria, sino también en una de naturaleza económica no vista en el último siglo; que ha requerido esfuerzos extraordinarios en ambos frentes del binomio sociedad y gobierno.

Sin embargo, existe una lamentable tendencia en aquellas naciones donde sus gobiernos han subestimado al virus y hecho prevalecer su ideario político sobre las razones científicas. En estos casos las respuestas tardías, poco claras e incongruentes han demostrado una nociva proporcionalidad al presentar los mayores casos de contagios y defunciones, así como estrepitosas caídas en el terreno económico.

Desafortunadamente, México se encuentra inmerso en un panorama poco alentador, con más de 300 mil casos confirmados y más de 37 mil muertes que ya nos han posicionado como el cuarto país con el mayor número de decesos causados por la enfermedad.

De forma paralela a la grave situación de salud, es posible observar en el campo económico la alarmante letalidad con la que ha golpeado el virus a los mexicanos, profundizándose por la inacción del gobierno federal.

Muestra de ello es que, de acuerdo con el último reporte mensual de empleo del Instituto Mexicano del Seguro Social, en junio de 2020 se perdieron 83 mil 311 puestos de trabajo, sumando en el primer semestre del 2020 un total de un millón 113 mil 677 empleos formales perdidos. Además, se estima que al menos 16 millones de mexicanos caigan en pobreza extrema por ingresos debido al paro que ha sufrido la economía a consecuencia de la pandemia, acompañada de la ausencia de visión, liderazgo y compromiso del gobierno federal.

Lo anterior describe una realidad que está afectando a millones de familias que requieren con urgencia de la suma de esfuerzos de los sectores público, privado y social para materializar los mejores acuerdos que ofrezcan lo que verdaderamente necesitan las y los mexicanos.

Por las familias mexicanas debemos trabajar en favor de un acuerdo nacional que les brinde la seguridad de que su vida y patrimonio no sufrirá más golpes, debiéndose abordar diversos esquemas de apoyos estratégicos, como incentivos fiscales para las micro, pequeñas y medianas empresas que tanto han sufrido durante la pandemia o condonar un porcentaje del costo de la electricidad a todos los hogares, que ha subido inexplicablemente, además de que se han quitado servicios en plena crisis.

Por las familias mexicanas el gobierno federal debe dejar a un lado la rivalidad política, pues hoy más que nunca la mayoría de los mexicanos estamos firmemente comprometidos en impulsar y aportar las mejores propuestas para sacar adelante a nuestro país.

Sin duda alguna, no es momento de polarizar ni de experimentar, millones de familias mexicanas exigen la congruencia y claridad de un gobierno comprometido con sus causas, que actúe con la mayor empatía, eficiencia y contundencia, ofreciendo las mejores respuestas para todos los mexicanos.



Senador de la República
@manuelanorve

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