El 4 de noviembre de cada año, la comunidad internacional conmemora el Día de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), como una oportunidad para reflexionar en el espacio público acerca de los logros conseguidos por dicha organización, cuya función esencial radica en establecer los canales de cooperación, comunicación y acción internacional en materia de educación, ciencia y cultura.

La historia nos dice que la UNESCO se fundó el 16 de noviembre de 1945 en Londres, Inglaterra; tratándose de una gran institución de largo camino recorrido y poseedora de una indiscutible presencia a nivel internacional. De hecho, actualmente cuenta con 195 Estados miembros y 8 miembros asociados.  

Es importante señalar que México es Estado parte fundador de la UNESCO desde 1946, al ser el séptimo país en adherirse al Acta Constitutiva de la Organización y ser el primero de América Latina.

En estas casi ocho décadas nuestro país ha sustentado una posición relevante dentro de la Organización, al consolidar un binomio estratégico que ha contribuido para el logro de diversos propósitos. Es el caso que la UNESCO ha desempeñado funciones de respaldar el desarrollo de programas nacionales de educación en diversos niveles, así como en materia de infraestructura educativa y en sistemas nacionales de investigación científica.

Además, es sabido que la UNESCO ha declarado un amplio número de sitios en México como Patrimonio de la Humanidad, mismos que no sólo han cumplido con los requisitos necesarios marcados por la Organización, sino también han brillado por su encomiable riqueza culturas. De esta forma, México es el 4º país con el mayor número de ciudades inscritas en la lista del Patrimonio Mundial, así como el primero en todo el continente americano. Asimismo, nuestra nación cuenta con diez tradiciones y festejos como bien inmaterial.

Parte de este patrimonio cultural de México lo constituyen sitios como el Palacio de Bellas Artes, la Gran Plaza de Monte Albán, la ciudad prehispánica de Chichén-Itzá, el santuario de ballenas de El Vizcaíno, entre otros; o el inmaterial como las fiestas indígenas dedicadas a los muertos, la cocina tradicional mexicana, el mariachi y la charrería.

También es menester recordar que el vínculo que México ha desempeñado con la UNESCO no se ha quedado exclusivamente en ese ámbito, pues uno de los más destacados educadores, don Jaime Torres Bodet fungió como director general de la UNESCO de 1948 a 1952, desde donde el ilustre mexicano diseño e instrumentó campañas de alfabetización, la reconstrucción de los sistemas escolares y aumentar la presencia de la organización en el mundo.

No obstante, a pesar de la trascendencia del sector y de las oportunidades que representa, en años recientes lamentablemente México ha disminuido la atención, cooperación y cuidado que se daba a las ramas de educación, ciencia y cultura.  

En la rama educativa, la pandemia del Covid-19 dejó un rezago sin precedentes que a la fecha no ha logrado resolverse adecuadamente; en materia de ciencia México invierte menos del 1% del PIB a este sector; y en cultura, considerando la inflación, el aumento presupuestal ha sido nulo y las estrategias escasas.  

Por ello, en el marco del Día de la UNESCO es relevante incentivar el debate público en torno no sólo a la loable labor de esta organización, sino también al papel que México ha desempeñado en la misma y la atención que ha dado a cada uno de estos sectores, donde indiscutiblemente hay importantes logros, pero también amplias brechas por cerrar y paliar.

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Senador de la República
@manuelanorve
 

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