Desde los primeros días de diciembre del 2020, las y los mexicanos fuimos testigos de la vertiginosa revelación de planes de vacunación en todo el orbe, con la finalidad de hacer frente al virus SARS-CoV-2.

A la luz de lo anterior, con el objeto de mitigar la propagación y afectaciones que ha arrojado la pandemia del Covid-19 en México, el gobierno federal anunció un Plan de Vacunación, con una meta de cobertura de al menos 75% de la población de 16 y más años. Sin embargo, esta política de salubridad ha generado amplias críticas por las inconsistencias que se pueden apreciar en su contenido e instrumentación.

Muestra de ello es que, para llevar a cabo la tarea de vacunación, el gobierno determinó constituir “brigadas de vacunación”, que constan de cuatro personas de la Secretaría del Bienestar, cuatro militares, dos personas del sector salud, y dos voluntarios; no obstante, no se ha mencionado de dónde vendrá este personal ni la preparación específica con la que deben contar atendiendo a los estándares sanitarios internacionales. Aunado a lo anterior, la llegada y repartición de los primeros lotes de vacunas ha sido tardía, hecho que acompañado de una endeble logística ha desvirtuado la efectividad de esta medida contra el virus.

De igual forma, es menester señalar que algunas vacunas requieren de doble aplicación para garantizar su eficiencia; no obstante, de la información dada a conocer por las autoridades con sectores poblacionales aún menores, se han desenmascarado grandes rezagos y desafíos.

Tales adversidades se profundizan, con la ausencia de transparencia en este proceso, ya que al momento no se sabe a ciencia cierta cuántas vacunas han llegado a nuestro país; cuántas se han aplicado, quiénes las han recibido; y quiénes poseen el cuadro completo de vacunación. Por ello, sobresale la desafortunada realidad referente a que México ha destacado por ser el peor país en manejar la pandemia en todo el mundo, tanto en materia sanitaria como económica.

Más allá de posicionamientos mediáticos que pocos resultados ofrecen a la población y a las garantías de un gobierno abierto; es indispensable que las autoridades sanitarias, encabezadas por el subsecretario Hugo López-Gatell asuman el compromiso que tienen enfrente con la debida responsabilidad, inteligencia y congruencia, debiendo atender las evidencias científicas y los llamados de las autoridades sanitarias internacionales.

Bajo esta tesitura, lo que se requiere es revisar los procedimientos para la vacunación, sin brigadas con intenciones electorales, que verdaderamente salvaguarden la vida de las personas. Y como respuesta, desde el Congreso debemos exigir la rendición de cuentas de estos servidores públicos. En virtud de lo anterior, he solicitado ante el Senado de la República la comparecencia del Subsecretario López-Gatell y del encargado del programa de vacunación para que expliquen a la ciudadanía bajo protesta de decir verdad la realidad del panorama sanitario que vive nuestro país y el puntual contenido del plan nacional de vacunación.

Asimismo, es importante crear al interior de los cuerpos legislativos una Comisión Especial que coadyuve con las dependencias y autoridades sanitarias para dar seguimiento a la Política Nacional de Vacunación contra el virus SARS-CoV-2, con facultades para allegarse de la información que estime pertinente, y que cuando lo estime necesario, solicite la comparecencia de las autoridades competentes.

Sin duda, el pésimo manejo de la pandemia ha repercutido severamente en la salud y economía de las personas, por lo que de ninguna manera debemos permitir que esta crisis se acentúe.

Senador de la República.
@manuelanorve

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