En distintos sectores vinculados al deporte nacional, se ha manifestado un respaldo amplio y creciente a una propuesta tan lógica como urgente: Que la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) destine una parte de su presupuesto a la capacitación de los directivos de las federaciones, que dirigen sin saber dirigir.
Bajo la administración de Rommel Pacheco, la Conade tiene la oportunidad de impulsar un cambio estructural. No se trata de intervenir, ni de imponer, sino de colaborar. La propuesta es sencilla: Diseñar e implementar cursos de capacitación obligatorios para directivos, ante las innumerables deficiencias, improvisaciones y desconocimiento que exhiben.
Estos programas de formación y capacitación podrían contar con objetivos claros y medibles, con contenidos que desarrollen habilidades administrativas, conocimientos técnicos, normativos, de gestión e —incluso— de relaciones públicas. Esta capacitación ayudaría a federaciones a ser compatibles con la Conade, con los institutos estatales del deporte, el Comité Olímpico Mexicano, las federaciones internacionales y otras instituciones.
Estos cursos son para todos los actores del ecosistema deportivo, comenzando por las mesas directivas de las federaciones, entrenadores, profesores, árbitros y jueces, responsables de instalaciones, promotores de torneos, asociaciones y dirigentes locales. También debe tomarse en cuenta a los padres de familia, quienes constantemente señalan la mala organización de eventos.
La impartición de estos cursos a federaciones debería estar a cargo de docentes y especialistas de reconocida capacidad, supervisados por la Conade y avalados por la Secretaría de Educación Pública, la Universidad Nacional Autónoma de México y otras universidades de prestigio.
Una dirigencia mejor preparada, conocerá mejor su deporte, tomará decisiones más responsables y contribuirá a corregir el deficiente y accidentado desempeño de varias federaciones.
La Conade podría estar interesada en explorar esta iniciativa, que ayudaría a muchas personas genuinamente comprometidas con hacer bien las cosas por su deporte, algo que hace falta.
Uno de los mayores beneficios sería la recuperación gradual de credibilidad y respeto que muchas federaciones no tienen desde hace muchos años. Se generarán mejores resultados deportivos, apoyo real a nuevas promesas y una convivencia más sana entre todos los involucrados.
La pregunta queda abierta: ¿Conade, será mucho pedir para 2026, apoyar la capacitación de federaciones deportivas y a sus dirigentes?
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