A final de los años setenta por parte de Ernest & Young, tuve la oportunidad veinteañera de ir a un curso de consultoría y en el avión leí en el New Yorker que la famosa discoteca en la calle 54, era un lugar imperdible, pero también que era prácticamente imposible de entrar y que Steve Rubell y Ian Schrager eran los zares de la entrada, fui, porque vencer lo imposible, es gran una tentación en la vida y no podía quedarme con las ganas de intentarlo y lograrlo, sería un triunfo.

Llegué y era un gentío intentando entrar, pasaban quienes Steve y Ian decidían, después me enteré que era con base en una mezcla de todos estereotipos y en ello radicaba su éxito.

De pronto, alguien dijo: “Steve vengo de Brasil” y contestó con la proverbial forma neoyorquina: So fucking what. Me dije, si digo vengo de México me vaya a contestar lo mismo o peor y esperé una hora o un poco más; viendo desfilar a personas como Liza Minnelli o al rey de los diamantes, pero también a alguien que venía de chambear en McDonald y Andy Warhol ahora icono, ya en la Gloria, de la pintura.

¿O no es impensable que en la inauguración intentaran entrar sin éxito Warren Beatty o Frank Sinatra? De pronto, de un taxi descendió el que había sido el gobernador de Tabasco: Mario Trujillo García y una acompañante, despampanante por cierto y me dije de aquí soy: “Don Mario soy de México y le quería pedir el favor de que me ayude a entrar” Va, pero me sirves de interprete y contesté; claro que sí. Orondo entré a lo que había sido un estudio de televisión y la música, el ambiente, me dejaron boquiabierto.

Me situé cerca de Don Mario y él no estuvo más de dos horas y me dejó bebida, pagó mi entrada y su lugar, que eran escasos en el estudio. Se lo agradezco. De pronto, alguien me dice que me puedo sentar y le contesté si claro, resultó ser Frank Zappa, hoy leyenda del rock y por aquellos años, cotizada al nivel para dar una idea a los jóvenes de por ejemplo; Mick Jagger y platicamos como si nos conociéramos desde años, lo cual es una experiencia inolvidable.

Lo relato ahora, que el que era dueño del lugar Mark Fleischaman, ha decidido recurrir a la eutanasia, orillado al vivir sin poder desplazarse y expresarse; es su decisión y se respeta. Fleischaman se hizo cargo del Studio 54, cuando en los ochenta enfrentaron cargos judiciales Ian y Steve, por evasión de impuestos. Hoy es un teatro de Broadway.

Steve falleció años más tarde y sí ha dormido alguna vez en un hotel boutique, se lo debe a Ian Schrager. El fundador de Studio 54, es hoy un magnate hotelero -el Steve Jobs del sector, le llaman- entre sus últimas patentes antes de la pandemia, destacan los hoteles Public, un nuevo género, que se define por el lujo accesible a todos; y los Edition, un proyecto con Marriott International, que combina el concepto personalizado y exclusivo, característico de su sello, con las cualidades de la gran escala de Marriott. Su concepto de hotel boutique, se ha copiado por el mundo.

Ian piensa que sus ideas son como sus hijos: es muy protector. No considera una copia, una forma de halago. Nadie es capaz de hacer algo mejor, que la persona a quien se le ocurrió originalmente y puso su alma en ello.

En 1984, abrió el Morgans en Manhattan, el primer hotel boutique del mundo, concepto ideado por él y su socio Rubell (fallecido en 1989) que marcó un hito -¿quién no ha dormido en uno?- en la industria.

Luego vendrían el Delano, el Mondrian, décadas más tarde Schrager sigue demostrando que sus ideas triunfan. "Me gusta agitar las cosas con conceptos rupturistas", asegura en una entrevista para el diario El País: “Para empezar, yo era un joven que no sabía ni lo que no sabía. Aprendí que no debía tener miedo a equivocarme. El problema de cometer un error es no recuperarte. Si te levantas, no pasa nada. Si persigues una idea de forma implacable, tendrás éxito. Fue algo grande. Fue el principio de todo. Y casi el final”.

Anticiparse a las necesidades del cliente y asociarse, con arquitectos y artistas de referencia, es su modus operandi. Hoy, es uno de los magnates hoteleros más influyentes del planeta.

Reflexioné sobre el momento que paso en mi vida actual y es cierto, los trances son momentos para lidiarlos, como lo ha hecho el médico Francisco Moreno, gran epidemiólogo y da ejemplo a quienes como su servidor en uno: Enfrentarlo con estoicismo y con Fe; Patapalante como decimos los taurinos. Mi familia paterna, mi esposa, mis hijos son mi mejor legado.

Ese equilibrio como a muchos, es el que me impulsa, además de mis diarias actividades. Nada más, nada menos y dedico en especial esta colaboración a Carlos Zozaya, Gabriel Casillas y Ramón Carazo Canto en diferentes profesiones, ahora viviendo en la Gran Manzana.

Profesor de asignatura del ITAM, Consultor y Consejero de empresas y miembro por varios años del Consejo Internacional de The Strategic Leadership Forum.  

 

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