La casa de los diamantes como se le reconoció por algún tiempo en su época, abrió sus puertas hace más de 110 años en la calle de Bolívar y a los pocos meses se movió a la calle de Tacuba , esquina con la calle de Brasil, a punto de iniciar el movimiento revolucionario en nuestro país.

Su fundador fue Javier Cacho , quién le puso el nombre como un guiño a su, novia a quién le decía princesa.

El negocio duró hasta los finales del siglo pasado, teniendo como seña clave un enorme reloj que sirvió para guiar en los horarios a los transeúntes por varias décadas, por ejemplo al que escribe cuando estudiante trabajaba en las vacaciones escolares en la zapatería La Estrella , propiedad de los herederos de Agustín Sánchez situada en la calle de Brasil y era un gozo escuchar las campanas que nos anunciaban el momento de cerrar las cortinas, el día que había pago.

El inmueble que albergó a La Princesa se terminó de construir en 1598 y parece que fue parte del monasterio dominico, en 1790 se usa para imprenta de la familia Fernández Jáuregui y en 1817 pasa a propiedad de Alejandro Valdez y se convierte en la Imprenta Imperial del Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide, ahí se imprimen los documentos que promulgan la independencia de México.

Posteriormente su sobrino Luis Badiano y Valdez y luego Francisco Badiano hasta el año de 1872, la denominan la más antigua librería de México y en ese mismo año la traslada a otro sitio. En el edificio entonces, se establece la Casa Sauto almacén de abarrotes y de tabaco, permaneciendo hasta 1907 en esos rubros.

A principios del siglo XX la familia Cacho renta la esquina a la familia Sauto y empieza el negocio de joyería y relojería La Princesa en 1921 la adquiere la última, y es entonces cuando en una remodelación le agregan un tercer piso y colocan un elevador.

Con el tiempo la propiedad cambio a manos de Gabriel Gálvez y su sucesión, hasta el cierre ubicado en un edificio muy emblemático de México en la década pasada, cuando venden los Gálvez el inmueble, hoy bellamente restaurado.

Aunque había otras casas joyeras, como La Esmeralda o La Perla, Javier Cacho se destacó frente a sus competidores sumando la venta por catálogo. Sus pedidos llegaban por correo a toda la república. Insólitamente, no sólo ofrecían relojes y joyas, sino también vestidos de novia, violines o artículos de labranza y lo que se pudiera ofrecer.

He venido narrando en grandes trazos la historia para llegar al punto que quiero destacar, a mis manos llegó el prólogo que explica el sistema de ventas de La Princesa y los conceptos vertidos en el Catálogo General, son muy modernos y aplicables a la era digital:

“La organización de nuestro departamento foráneo…por el novísimo sistema que empleamos…nos ha puesto en el primer lugar para el servicio de órdenes por correo y express, ayudándonos en gran parte del servicio actual de ambas instituciones…no hay rincón de la República donde no podamos hacer un envío”

“Para nosotros no hay distancia; no hay pueblo, hacienda, ranchería que no esté a nuestro alcance…como si tuviéramos una tienda perfectamente bien surtida en cada pueblo y pudiéramos vender cada artículo de los aquí anunciados a cada comprador”

“Estamos en condiciones de vender todo lo que humanamente se pueda, aun cuando no aparezca en nuestro Catálogo…tomando únicamente por la distancia se los mandaremos, como es nuestra costumbre, RIESGOS DE VIAJE POR NUESTRA CUENTA”

“Admitimos en pago giros, timbres postales, libranzas, cheques, remesas en efectivo y toda clase de valores al portador”

“Suministrar cuanto dato se nos pida sobre cualquier negocio y resolveremos todas las preguntas que se nos hagan”

“La Princesa es la verdadera casa de los amigos: En esta casa serán agasajados y atendidos…ofrecemos nuestro departamento instalado dónde podrá encontrar; Teléfonos, taquimecanógrafo que despache su correspondencia, informes gratis de los mejores cines, teatros, todo centro de diversiones, hoteles, restaurantes, parques, doctores, etc.”

En época decembrina no está demás reflexionar sobre los principios anteriores y aplicarlos, deseando que el próximo 2020, sea pleno de salud lo demás es cosa nuestra, a pesar de los pesares.

Profesor de asignatura del ITAM, Consultor y Consejero de empresas y miembro por varios años del Consejo Internacional de The Strategic Leadership Forum.
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