Entre las lecciones que proporciona la historia, destacan las de heroínas y próceres que, colocados en situaciones de vida o muerte, acosados por toda suerte de infortunios, las superaron y renacieron con nuevos bríos.

Ocurre lo mismo con las civilizaciones, países e instituciones; unas perecieron y de ellas no quedan más que asombrosas ruinas, otros evolucionaron y reiniciaron con mayor vigor.

La resiliencia es la clave entre el colapso o el resurgimiento. Es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.

La psicóloga Rosario Linares dice: “No solo por ella somos capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas, sino que también podemos salir fortalecidos...” y agrega: “Implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de nuevas circunstancias y nuestras necesidades...” Los resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades…, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar su máximo potencial (https://www.elpradopsicologos.es). Los Juegos Paralímpicos Tokio 2020 nos lo demuestran.

Una de las cualidades más reconocidas a Acción Nacional es su resiliencia. Recuerdo que cuando lo presidí, la pregunta más recurrente de los politólogos y líderes políticos del exterior con los que interactué era cómo había logrado sobrevivir nuestra institución durante 60 años, combatiendo cívicamente a un régimen autoritario.

En efecto, fueron seis décadas organizando la participación ciudadana sin que la desanimaran la barbarie y abusos del sistema; no la frenaron sus atracos electorales, la represión y persecución a sus candidatos y dirigentes; no le hizo mella el acoso o la indiferencia, en el mejor de los casos, de la de la mayoría de los medios de comunicación enganchados al sistema.

De todo eso el PAN salió fortalecido; después de cada triunfo robado crecía la militancia y aumentaban los sufragios en las urnas.

Así, por méritos de su resiliencia, se constituyó en la fuerza de la democracia y actor inexpulsable –Castillo Peraza dixit– de la transición democrática: el gran acuerdo nacional que restauró derechos y libertades al pueblo de México.

Esa historia de resiliencia y éxito debe estar presente ahora que la institución vive días cruciales. Se prepara a elegir a sus cuadros dirigentes nacionales, el próximo 24 de octubre, en medio de la borrasca provocada por las acusaciones contra Ricardo Anaya, que han lo han obligado a exiliarse.

Si de suyo toda competencia interna tensa a cualquier organización, mayormente la estresará ir al cotejo interno con su expresidente nacional y excandidato presidencial denunciando una persecución gubernamental injusta.

Asumamos que estos no son tiempos normales, por ello estamos obligados a realizar esfuerzos extraordinarios, dialogar y ser generosos. Los primeros responsables de adoptar una nueva óptica orientada a relanzar a la institución, con talante resiliente, son el presidente nacional y los que aspiran a liderear el partido; para lograrlo no sirven agrupamientos sustentados en intereses personales, así sean legítimos, pero que en esta coyuntura no responden a lo que millones de mexicanos esperan y con razón exigen del PAN.

Expresidente nacional del PAN, 1999-2005.
@lf_bravomena

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