Las viscerales reacciones del oficialismo, ante la consolidación del bloque opositor, muestran su debilidad e inseguridad. Los aterra el alzamiento de una nueva ola de ciudadanismo libertario.

Los berrinches del régimen, ante el anuncio de la estrategia del Frente Amplio por México para lanzar la candidatura presidencial, prueban la falsedad de sus amagos avasalladores y lo hueco de su pregón de victoria inevitable.

La noticia de que la oposición tendrá candidata o candidato el próximo 3 de septiembre, le quitó la alegría al carnaval de bufonadas y desfiguros de la corcholatería morenista.

Los delfines del maximato, quienes durante meses habían inundado los espacios públicos, acaparado noticias y redes sociales, pasaron a segundo plano en el momento que el FAM hizo pública su metodología para seleccionar a su abanderada o abanderado.

De inmediato los reflectores giraron hacia el escenario del FAM; innovador e inédito, mucho más atractivo que el montado por el grupo en el poder.  Los trucos del titiritero y sus marionetas están muy vistos; falsos, predecibles, tediosos y demagógicos.

La convergencia de fuerzas sociales y cívicas con el PAN-PRI-PRD, logró configurar un atractivo modelo de competencia democrática: las pulsiones partidocráticas quedaron acotadas en las tres etapas del proceso, con la apertura a la participación libre de los ciudadanos.  A su vez, en todos los tramos, se cuidó que el ejercicio no sea capturado por operadores tramposos del aparato clientelar gubernamental.

El acuerdo logrado por el FAM no es perfecto, varios gustos e intereses no quedaron satisfechos; no obstante, tengo la convicción de que, en el laboratorio de la realpolitik, donde se reparten las cachetadas, se logró construir un vehículo con potencial para ganar la carrera del 2024 .

Toca a los conductores de esa máquina: dirigentes de los partidos, líderes de las asociaciones sociales y organizaciones cívicas, hacen que el artefacto político cumpla con su misión. La realización plena de la vocación del FAM es que los ciudadanos vuelvan a tomar en sus manos el destino del país, sin partidocracia y opresión de oligarquías económicas e ideológicas.

Para decirlo en pocas palabras: la misión del FAM debe ser empoderar los ciudadanos y cerrar el paso a políticos corruptos y fantoches. Esto exigirá nobleza, generosidad, desprendimiento y mucho amor a México.  Estas cualidades son las que podrán congregar en torno a su candidata o candidato a la mayoría de los mexicanos. Más de lo mismo no moverá nadie.

El FAM podría abrir una nueva etapa de esperanza política en México: que los ciudadanos y la clase política se reconcilien, que el actual divorcio entre unos y otros termine, que la calidad y el respeto de las instituciones públicas sean garantía de un México civilizado y decente, sin humillaciones para ninguno de sus habitantes.

En el plazo inmediato hay asignaturas pendientes: elaborar el Convenio del Gobierno de Coalición, estructurar el Programa de Gobierno que se propondrá a los electores. El FAM debe esforzarse para que la campaña que se avecina dignifique la política, que no se convierta, una vez más, en un nefasto e insustancial concurso de figuras caudillescas, de malos imitadores de artistas de farándula y de influencers vistosos y ocurrentes.

Presidente Nacional del PAN 1999-2005.

@lf_bravomena

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