Uno de los grandes debates en estos tiempos de pandemia es sobre lo que nos espera una vez que superemos esta crisis sin precedentes. Aunque hay algunos tradicionalistas que opinan que las cosas van a regresar a algo muy parecido a lo que vivíamos pre-COVID, lo cierto es que la gran mayoría de los expertos concuerdan que el mundo va a ser muy diferente al que vivíamos antes. Muchos hasta le han puesto nombre a la nueva realidad: El gran reajuste.

El mundo del trabajo, de la educación y la tecnología son únicamente tres para los cuales es difícil imaginarse un regreso a la normalidad anterior. Literalmente cientos de millones de personas en el mundo que pasaban una proporción significativa de sus vidas transportándose a un solo lugar de trabajo han descubierto que pueden hacer exactamente el mismo trabajo desde la comodidad de su casa o de otros lugares remotos.

Además de ahorrar horas del día, les ha permitido tener una relación diferente con sus familias o vidas en el hogar. En el mundo de la tecnología, nunca en la breve historia del internet ha habido un cambio tan repentino en la forma en que usamos la tecnología en línea como ahora. En un abrir y cerrar de ojos hemos ido del contacto directo a tener reuniones virtuales para todos los temas. Desde reuniones rutinarias, hasta las discusiones más complejas, pasando por celebraciones de cumpleaños en FaceTime o inclusive juicios virtuales en algunos países.

En México, la crisis del COVID ha puesto tensiones masivas en la infraestructura de Internet donde en muchas geografías ya se estaba luchando por mantener niveles de cobertura adecuados a velocidades razonables. Cuando pase la pandemia, se renovará la presión más aún para garantizar que se mejore la infraestructura. Y ni qué hablar del mundo de la educación, del cual ya hemos escrito en esta columna. Literalmente todos los estudiantes han sido afectados por la necesidad del aprendizaje remoto. No es difícil imaginarse la necesidad imperativa de una educación más moderna, más innovadora, con uso intensivo de herramientas digitales.

Y para nuestro país, ¿Cuáles son las implicaciones de este gran reajuste? ¿Cómo nos debemos de preparar para la nueva realidad? Sin duda, una de las principales áreas de enfoque debe de ser la conectividad digital. La pandemia ha dejado claro que aquellos con acceso desigual a los dispositivos digitales, conectividad a Internet y servicio de electricidad confiable son los más afectados. Recientemente el Foro Económico Mundial publicó un ensayo sobre las formas innovadoras que algunos países están implementado para mejorar esta cobertura. En Kenia por ejemplo, donde se necesitaba ampliar rápidamente la cobertura de Internet, se implementó un proyecto con globos Loon, una red de globos de gran altitud que creó una red inalámbrica aérea 4G para proporcionar conectividad a Internet a los estudiantes en comunidades remotas.

En un caso más cercano, en Perú, similar al caso de México, se necesitaba resolver un desafío más fundamental. En áreas sin electricidad, se entregaron computadoras y tabletas para estudiantes con cargadores solares. Los gobiernos y las instituciones de todo el mundo deben unirse para encontrar formas de financiar y distribuir los dispositivos que necesitan los jóvenes. Todos sabemos que las empresas cambian millones de computadoras portátiles todos los años, mismas que se pueden redistribuir fácilmente a los necesitados. Una organización libanesa, Thaki, hace precisamente esto. Se enfoca a utilizar portátiles donados para mejorar la alfabetización digital con soluciones creativas de aprendizaje para jóvenes vulnerables.

En otro ejemplo de innovación para cubrir necesidades, en el norte de nuestro país, la empresa T1, fundada por un grupo de estudiantes de universidad, están dedicados a llevar internet a poblaciones remotas a donde ningún proveedor llega. El acceso aumenta las oportunidades de desarrollo de la noche a la mañana.

Los ejemplos de innovación para aumentar la cobertura de internet y conectividad digital a nivel mundial son muchos. En México debemos encontrar maneras de aumentar la infraestructura de banda ancha y reducir los costos de datos, sobre todo a los más necesitados. Aquellos que no tienen acceso a Internet no tienen las mismas oportunidades para desarrollar plenamente su potencial. En consecuencia, debemos considerar el acceso a Internet como un derecho básico.

La exclusión digital es una forma de exclusión social y política que ninguna sociedad debe aceptar.

* Director General de Strategy Primus y Presidente de la Comisión Nacional de Educación de la COPARMEX, @LuisEDuran2

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