En un mundo donde el debate político hace que se pierdan de vista hasta las cosas de sentido común más básico, vale la pena evaluar en dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Después de más de año y medio de esta pandemia, la economía de México está ante uno de los retos más grandes de nuestra historia. Nuestro país ha sido un ejemplo perenne de una economía con gran potencial que no acaba de materializarse. Por décadas se ha hablado sobre cómo México debería tener una de las economías más dinámicas del mundo. Sin embargo, año tras año seguimos decepcionando con nuestras tasas de crecimiento. La reforma eléctrica propuesta por nuestro Presidente es precisamente un ejemplo de cómo se han tomado malas decisiones que han limitado el potencial de nuestro crecimiento. No es momento de apostar al crecimiento basado en economías del pasado. Es momento de apalancar nuestras fortalezas y buscar construir nuestro futuro con bases sólidas, innovadoras y modernas.

La fórmula para hacer crecer la economía de manera agresiva no es ningún secreto. Hay muchos países que han demostrado que se pueden construir economías del futuro cuando se toman las decisiones correctas para el desarrollo. Podemos ver el ejemplo de Corea del Sur o Singapur que en los años 80s eran, junto con México, los países que según los economistas del mundo tenían más potencial de crecimiento. Esas economías liberaron la fuerza de sus economías y elevaron su productividad apostando por la mejora en la calidad de la educación de su población. Desarrollaron programas de educación integrales, accesibles para todos los sectores de la población con un enfoque en mejorar las habilidades de todos. Especialmente los sectores más vulnerables. Además, construyeron un sólido marco macroeconómico con baja inflación y una decidida apertura a los mercados internacionales. También tuvieron esfuerzos determinados para dejar atrás el trabajo poco calificado, mejorar sus bases de productividad y, sobre todo, dejaron atrás las tecnologías obsoletas en sus cadenas productivas. Todo esto aumentó el atractivo de sus economías como destino de la inversión internacional construyendo sectores con alto valor añadido.

Hoy por hoy, México tiene un gran número de empresas modernas, especialmente en las industrias aeroespacial, automotriz, alimentos y bebidas, que emplean a trabajadores altamente calificados. Sin embargo, en otras partes de nuestra economía nos caracterizamos por tener una alta informalidad y tecnologías obsoletas. Necesitamos un plan de desarrollo integral que atienda estas debilidades. Es inútil apostar el futuro por tecnologías y fuentes de energía que literalmente todo el mundo avanzado ha dejado atrás. El sistema educativo también necesita ser más equitativo para garantizar que todos los mexicanos tengan las mismas oportunidades de éxito. Nuestro país necesita movilidad social real. El mejoramiento de las habilidades de nuestra población debe ir acompañado de políticas para mejorar el ambiente de innovación y negocios, incluyendo la modernización de nuestras industrias, entrar de lleno a la economía de la información y desarrollar fuentes de energía renovables. Las soluciones son claras si se tiene la voluntad de construirlas.

*Presidente del Comité de Difusión de la COPARMEX
@LuisEDuran2

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