“Quién presume de honrado,
presume de desgraciado”.

Hubo menos indignación en comparación con otras pifias.

¡Vamos!, es muy normal que para el país sea más importante, en estos días, el Guadalupe - Reyes que la exoneración de Manuel Bartlett.

Francamente, y lejos del círculo rojo, ¿a quién realmente le importa que un viejo acostumbrado a la impunidad quede impune otra vez?

Quizá, por ello, los medios más falderitos de la Cuarta se regocijaron hasta el éxtasis en titulares impúdicos, con enunciados que sonrojarían a los más zalameros profesionales del embute editorial, a los chayoteros, pues, con apoteosis hasta el absurdo.

¡Inocente!, cabeceaba soberanamente rastrero uno de los libelos más chafas que ha dado la grey de lopezobradoristas empoderados que, desde hace un rato, renunciaron a pensar para dedicar su neuronas a una mantra de alabanzas, aplaudiendo a la “Robespierre” de la nueva era mexicana.

Con un poquito de dignidad, con una leve muestra de respeto al respetable, sin afán vicetiple, con ganitas de más show, de más drama y con menos osadía hacia lo patético, la resolución de la Secretaría de la Función Pública pudo haber, de menos, jalado las orejas al imputado, al menos así se hubieran anotado un buen bono de credibilidad.

A ver, para barajarla más despacio: el hombre tiene más de 25 propiedades, algunas francamente mansiones, y unas 12 empresas, algunas con claros conflictos de interés en temas energéticos.

Pero lo que tiene resulta que, realmente, no lo tiene, sino que lo tiene su pareja sentimental, que, realmente, ni es tan pareja ni mucho menos tan sentimental, porque después de 20 años conviviendo juntos y haciendo vida en común ahora resulta que nada más son “amiguis” con derechos, aunque sean de propiedad, pero hasta ahí, que salen de vez en cuando y san se acabó… Resulta que, nada más, son algo así como un match, ¡así, como pareja de Tinder!

Y de los hijos de don Manuel, ¡ni qué decir!, genios de las finanzas y la prosperidad, multiplicadores del pan por gracia divina que a los veintitantos son ultramillonarios, algo así como los Steve Jobs mexicanos, como los Zuckerbergs de cuarta.

Pero la tramoya viene con cereza, el final de una farsa, el acto abstruso y asqueroso confirma la endogamia al nuevo miembro: si fue corrupto lo fue en otro tiempo, todo perdonado porque ahora defiende al pueblo.

Entonces, lo que no fue en tu año no te hace daño, el hombre podrá tener una fortuna ligada a su persona cercana o superior a los mil millones de pesos que bien pudo haber sido fruto de corrupción, pero en los últimos 12 meses ha sido honesto, ¡olvídese de todo!

DE COLOFÓN

Ella es “incapaz de mentir”, así, por decreto, por mandato mesiánico. Era Juan Gabriel el que cantaba: “te pareces tanto a mi…”

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