El gobierno de Andrés Manuel López Obrador está hecho de llamaradas de petate, de escándalos inútiles, mucha alharaca y pocos resultados. Un gobierno que no gobierna y que padece una filia enfermiza y extravagante por el fracaso.

Nada sale bien y el presidente monta en cólera como siempre. Al principio, sus arranques de furia daban terror en las mañaneras; pero hoy la cosa parece más bien predecible y aburrida: en cada nuevo ataque, López Obrador se mira más pequeño, más solo, más fracasado.

Ayer, con el sello de la casa, se presentó un programa económico chiquito, improvisado e inútil frente a la realidad inflacionaria y el control de precios. Lo supo y lo entendió López Obrador: es imposible legal y económicamente porque las arcas públicas simplemente ya no dan para más subsidios. Además, enfrentar una carestía mayúscula con la pura necedad de su narrativa ideologizada será un desastre que terminará con más hambre en los estómagos del pueblo bueno y sabio.

López Obrador presentó un limitado catálogo de buenas intenciones basado en la esperanza de que, de alguna forma, las cosas en el planeta se terminen por acomodar. En la suerte de que, de alguna manera, el conflicto en Rusia y Ucrania termine para bien. Además, con la suposición de que todo saldrá bien en el país basándonos más en la oración y la mística que en la razón y la ciencia.

Pero, por desgracia, no será así.

El programa de control de la inflación parece condenado al fracaso; correrá la misma suerte que el Aeropuerto Felipe Ángeles , que el Tren Maya , que la Refinería de Dos Bocas , que el Insabi, que la “domada” pandemia, que la estrategia de abrazos y no balazos o cualquier otro ejemplo de una administración encaprichada a gobernar sólo con palabras, presa del predicador más poderoso de la historia de México.

¡Cuidado!, porque en los próximos 12 a 18 meses, la inflación seguirá golpeando a las familias del país. El limón, el aguacate, las carnes, la leche y hasta el papel higiénico seguirán una escalada de precios, mientras que los salarios seguirán estancados y los empleos más y más deteriorados. Vienen tiempos difíciles.

Pero el presidente y todo el cuadro económico del gabinete estará presto al llamado de las mañaneras, porque de alguna forma, según López Obrador, su imagen poderosa arreglará las cosas con su sola aparición. El líder que nunca se sienta y siempre está detrás de su equipo será nuestra salvación. Si usted no comparte esa idea, seguramente es por su tendencia conservadora y su inminente tentación de traicionar a la patria.

Seamos francos: el sexenio está perdido. Pensemos en el México que se deberá construir a partir del 2024 y apostemos, especulemos, si él o la sucesora del presidente será igual de radical o si tendrá los tamaños suficientes para iniciar la reconstrucción de la patria.

De Colofón

.- Vaya, vaya… Los únicos responsables que serían juzgados por el desastre de la Línea 12 del Metro, son exfuncionarios en la administración de Ebrard. Claudia Sheinbaum lo ha decretado: el problema no fue el mantenimiento. Entonces, las fotos que abundan en redes sociales mostrando un tren a punto del colapso días antes de la tragedia son también culpa de su principal rival rumbo al 2024, ¿o es fuego amigo?

Y todavía faltan 879 días para que se termine el sexenio.

@LuisCardenasMX

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