Nuestro presidente es un hombre de muy viejas ideas que dirige al país basado en lo que sus adversarios digan o no digan de sus acciones, no parece tener rumbo propio, sino que define al gobierno entero en un bizarro razonamiento: siempre harán lo contrario a lo que piensan que el adversario piensa que los puede afectar.

“Podría disparar a la gente en la 5a Avenida y no perdería votos” 
-Donald Trump. 

 

En esta locura, López Obrador considera que remover a uno de sus funcionarios se traduce en un triunfo para la oposición, el ejemplo de Hugo López Gatell es clarísimo, el tipo estuvo contra el cubrebocas, contra la vacunación de menores de edad, contra la aplicación de pruebas y contra la ciencia misma, el doctor llevó al país a ocupar los deshonrosos primeros sitios en muertes globales y en el paradigma de lo que no debe hacerse en una pandemia. Fue un desastre en todo sentido.

Si López Obrador, en un giro de timón, hubiese corrido a Gatell, es probable que no hubiera perdido tantas simpatías entre la mitad de la población que hoy ya lo aborrece, además de que habría mandado un mensaje de fortaleza a su gabinete, sabrían que frente a la incompetencia y el fracaso hay consecuencias severas.

Pero no fue así, el presidente, con todos sus complejos, prefirió no darle un triunfo a sus adversarios aunque eso significara la pérdida miles de vidas que pudieron salvarse bajo un manejo más racional de la pandemia . Como siempre, se impuso la lógica aldeana, la misma que puede beneficiar a cualquiera que sea leal a López Obrador, sin importar el tamaño de incompetencia, mezquindad o corrupción.

Ahí está el fiscal que, literalmente, pendejeó al ministro Alberto Pérez Dayán al no aceptar un proyecto que se discutirá en el pleno. El fiscal que, violando la ley, tuvo acceso a un expediente que no podía conocer por tratarse de un asunto que él mismo litiga como un ciudadano en lo que parece una vendetta personalísima contra su ex familia política y que tiene encerrada a una anciana en prisión. El fiscal que, abusando de su poder, usó a personal de la fiscalía, que pagamos todos con nuestros impuestos, para estudiar el asunto. El fiscal que, prepotente y soberbio, mienta madres y presume que tiene a la Suprema Corte a su servicio.

En cualquier país medianamente democrático esto terminaría con el cese inmediato de un funcionario, pero no es el caso de México donde el presidente acabó por defenderlo con la clásica boba excusa de los resabios del neoliberalismo. Con la excusa que no pueden creer ya ni en la 4T que ha convertido la arena política en una vecindad de arguendes que sepulta argumentos. ¿Cómo defiendes lo indefendible con otra cosa que no sea la fe, la sumisión, la conversión a un súbdito o a un feligrés?

Ricardo Monreal tiene razón, podrá venir una comparecencia en el Senado que, de ser pública, seguramente será durísima contra Gertz Manero , pero no pasará nada después de los gritos y sombrerazos del pleno, un show que nos vomitará la podredumbre de nuestra clase política.

Al fiscal, lo dice la Constitución, solo lo puede correr el presidente y el presidente no lo va a correr jamás. Eso lo sabe la oposición, lo sabe el oficialismo y, lo peor, lo sabe muy bien el mismo fiscal.

Propiedades de ricachón en Santa Mónica, en Nueva York y en París, más de 122 coches de lujo comprados en un año, triangulaciones millonarias de la UDLA a su favor y ancianas a las que culpa de la muerte de su hermano por negligencias que no han sido probadas, todo se le resbala, Gertz puede hacer lo que le venga en gana, sin importar lo indecible, y al menos mientras López Obrador sea presidente, nadie podrá tocarlo.

Qué falta hace un opositor como López Obrador al presidente López Obrador.

De Colofón

.- Supuestamente era una sanción ejemplar, en 2019 la SFP, de Irma Eréndira Sandoval , castigaba con la inhabilitación por dos años y medio a Citapia y a su dueño Juan Carlos Tapia Vargas por sus corruptelas en la trama Odebrecht.

Dos meses después, Tapia y sus socios, se beneficiaron de un contrato por más de 78 millones de dólares en la construcción de la refinería Dos Bocas, ya no era la misma empresa pero sí el mismo empresario, ahora bajo Mexicana de Recipientes a Presión, asociada a KKellogg Brown and Root LLC y Constructora Hostotipaquillo.

¿De verdad, no se dieron cuenta que le asignaban un contrato para el gran elefante blanco del sexenio a un gran aliado de Emilio Lozoya ?

Y todavía faltan 935 días para que termine el sexenio.